Chapter 2 - 2

—¿Qué te sucedió anoche? Pareces un zombie. ¿No me digas que no dormiste por lo que pasó?— me preguntó Vanessa.

—¿Quién puede dormir? Puedes creer que me faltó el respeto.

—¿Te faltó el respeto?

—Sí, cree varias cuentas para contactarla y en todas me bloqueó.

—¿Estás escuchando lo que estás diciendo? ¿Creaste varias cuentas para escribirle? Hasta yo te hubiera bloqueado. Esa no es la forma correcta de hacer las cosas.

—Esperé 3 horas para su respuesta, y me respondió con un maldito no.

—¿Esperaste 3 horas por la respuesta de ella?

—Bueno, no iba a poder dormir con esa preocupación.

—Permíteme decirte que estás exagerando un poco las cosas. No creo que debas darle tanta importancia, ya que de alguna forma u otra, te está ayudando.

—¿Ayudándome? ¿Haciéndome ver como un actor porno? ¿Viste como me describe? Hasta cree saber mi tamaño, ni siquiera me ha visto en pelotas y anda imaginando esas cosas sucias de mi. Ya imagino la habitación de esa mujer, debe ser la típica chica que tiene calendarios de hombres en pelotas y consoladores por todo el suelo.

Vanessa se giró y escuché su risa.

—¿Ahora vas a burlarte de mi? Creí que estabas de mi lado.

—Lo siento. El técnico está buscando la forma de contactarla.

—Yo lo voy a hacer. Necesito que me consiga al menos el número de teléfono.

—¿Estás seguro?

—Sí, creo que me haré un foro y voy a convertirme en escritor y la voy a tirar por el suelo.

—¿Esto es algún tipo de venganza? Nunca has escrito nada. ¿Qué es lo que vas a escribir de ella? Ni siquiera la conoces.

—Ella tampoco a mi, y se puso a escribir esas perversiones.

—No compliques las cosas. Espera a que el técnico consiga la información. Si sigues acosándola, ella tendría forma de utilizar eso a su favor.

—¿Acosándola? Yo no estoy haciendo eso. Ella fue quien empezó. Nadie la manda a robar mi foto y a usarme, dejándome en ridículo frente a los ojos de mis fanáticas.

—Con todo lo que escribió, creo que hasta te admiran.

—¿Tú también la leíste completa?

—Por supuesto, y déjame decirte que si no te conociera en realidad, ese protagonista sería el hombre ideal para cualquier mujer.

—¿Quién necesita enemigos? Es el colmo.

—Lo siento, Adrián. Tan pronto tenga la información, te avisaré.

—Trataré de dormir unas horas y luego iré a la casa de mi padre.

—¿Necesitas que te acompañe?

—No, yo iré solo.

—De acuerdo.

Ruby

—Recibí un montón de mensajes ayer de un loco. Me estaba diciendo que borrara la historia, y que era una atrevida por escribir ese tipo de cosas. ¿Puedes creer que estuvo toda la noche escribiéndome de cuentas falsas e insultándome? Me dijo que era una pervertida y que tenía la mente dañada. Dice ser el de la foto, pero eso es imposible.

—Eso da miedo, Ruby. Claro que es imposible que sea él. No creo que se tome el tiempo de escribirte, ni mucho menos de acosarte. Debes tener cuidado con esa persona.

—La verdad es que sí. No puede tener vida, porque escribir por toda la noche, es demasiado.

—No vas a borrarla, ¿Verdad?

—Claro que no, y eso mismo le respondí. Se puso como un loco e incluso tuve que cambiarme el nombre y añadir un nuevo seudónimo en la página. 

—Eso es grave. Si tienes que ir a la policía, no dudes en hacerlo.

—Tranquila. Por ahora tengo todo controlado.

Adrián

En la tarde:

—Hasta que al fin te dignas a aparecer— me dijo Robert, mi padre—. Te ves para el culo. ¿Qué te ha pasado?

—He estado ocupado, papá. Lo siento mucho.

—Siempre estás ocupado para mí. Deja las excusas.

—¿Qué necesitabas?

—¿Cuándo será que vas a dejar ese maldito trabajo, y vendrás conmigo a la compañía? Puedes ganar más dinero y adquirir experiencia en algo diferente.

—¿Vamos a discutir otra vez el tema?

—Hijo, ¿Crees que posando como un marica, vas a lograr algo en la vida?

—Esto es lo que me gusta y fue lo que escogí, te guste o no.

—Ni siquiera te quieres casar por la misma razón. ¿Quieres ser un solterón toda la vida? Estás joven todavía, hijo.

—¿Qué ejemplo me puedes dar tú? ¿Para qué voy a casarme? ¿Para terminar como tú? ¿Divorciado, en la ruina, amargado y solo? Yo amo mi vida como está, y no voy a cambiarla porque a ti se te dé la gana. Puedo hacer lo que me plazca, sin dar explicaciones, tirarme a quien se me dé la gana, sin ningún problema y disfrutar a plenitud de mi trabajo. Eso para mí es suficiente.

—De acuerdo.

No me gusta hablarle así, pero hay veces que me saca por el techo con sus comentarios.

Me sonó el teléfono y era Vanessa. Respondí rápidamente, esperando que fueran buenas noticias.

Llamada telefónica:

—Conseguí el número de teléfono de la escritora. ¿Estás seguro de que quieres hacerlo tú?

—Sí, envíamelo. La llamaré ahora.

—Esta bien, Adrián— colgó la llamada.

Me envió el número de teléfono por mensaje de texto y le marqué rápidamente. Solo espero que responda y no me ignore otra vez.

Llamada telefónica:

—¿Bueno? — respondió, y me sorprendió la voz fina que tiene.

—¿Ruby Jiménez? — pregunté serio.

—Sí, ¿Quién me habla?

—Contigo tenía que hablar, pervertida. ¿Cómo te atreviste a bloquearme de todas las cuentas? Y para completar, estás usando mis fotos para alimentar esos deseos reprimidos que tienes. Eres una descarada y aprovechada. Ni siquiera sabes el tamaño de mi pene y ya te crees saberlo todo.

—Se ha equivocado de número, Señor— escuché su risa nerviosa y carraspeó—. Le hablamos de la funeraria Carrasco, ¿Cómo desea el muerto? ¿Parado, sentado o acostado? Tenemos las mejores ofertas para usted en el día de hoy.

—No me quieras coger de estúpido. Ya admitiste que eras tú. De mi no te vas a escapar. Dame la cara, tonta— me colgó la llamada, y miré mi teléfono bien.

No podía creer que realmente hizo eso.

La muy descarada se atreve a fingir, ¿y ahora me cuelga? Maldita seas, calenturienta. Debes ser una mocosa de 15 años, y con las hormonas revueltas. Ya verás. Yo sé más de esto que tú. Abriré todas las aplicaciones necesarias, pero te va a tocar darme la cara.