Era Domingo un día entretenido en Nueva York. Las 8:50 marcaba el reloj.
Ella descansaba plácidamente en su cama, acompañada de muchos cojines y edredones.
Mientras en la habitación de al lado estaban sus padres discutiendo y peleando. Y no era la primera vez. De hecho Daphne ya estaba acostumbrada y sus hermanos mayores también.
Su plácido sueño fue derrumbado por gritos y discusiones. Se despegó de la cama y talló sus ojos cansada. Tenía algo de miedo, miedo de abrir la puerta y que su padre la amenace como aquella vez. Se armó de valor.
-¡justamente de ti estabamos hablando Daphne!- el padre estaba furioso, tanto que se le marcaba las azuladas venas.
-¿que sucede?- Daphne habló asustada al ver que su padre la condujo hacia a él de mala manera.
-¿a dónde estabas anoche?
Ella tragó fuerte, comenzó a sentir aquellos síntomas de nerviosismo. Frunció sus labios nerviosa. ¿Que podía inventar?
No podía explicar que estaba con Jason.
-estaba...Estaba con Lucy en su casa- mintió con voz temblorosa.
-¡Mentira! - chilló de nuevo.
-amor, relajate - la madre de Daphne intentó tranquilizar a su marido.
- yo llamé a Lucy y tu no estabas con ella. Daphne ¿a dónde estabas? - ella comenzó a pestañear nerviosa. -estaba paseando por el centro comercial, sola- mintió de nuevo.
-¿segura? Porque si mientes, tendrás un gran castigo - habló más relajado y abrazó a su hija.
-sí, papá- ella aceptó el abrazo más aliviada.
¿Pero por qué tanta preocupación?
-hija, debemos de hablar contigo - habló la madre calmada.
-ya eres mayor y nosotros debemos explicarte algo...
Daphne asintió atenta.
-hace más de 14 años, nosotros teníamos una hija, llamada: Juliette. Tú y Juliette pasaban el día gateando, jugando. Erais gemelas. Vosotras erais las más pequeñas y las únicas hembras a parte de Adrienne. Pero un día... Todo cambió, Juliette desapareció, era pequeña y inofensiva. Y al cabo de un día la encontramos muerta en el jardín de nuestra antigua casa - la madre no pudo evitar llorar, recordando cada detalle de lo sucedido.
Daphne no pudo articular ninguna palabra, atónita miró a su madre llorar. Pues, nadie se imaginaria que hubo un pasado tan perturbador. Abrazó a su madre y limpió sus lágrimas.
Ahora, Daphne entendía todo. Porque su padre la protegía tanto, porque debía estar antes de las ocho en casa, porque era tan estricto. Ahora estaba comenzando a entender porque la protegen tanto.
♥♥♥
Jason, despertó con la cabeza dando vueltas. Estaba semi desnudo en su habitación. Aún le dolía el labio, el golpe que le dió su padre en la noche anterior, fue fuerte. Su ropa estaba en el suelo. Sólo tenía sus boxers Calvin Klein negros. La borrachera se le había pasado. Y ahora estaba consciente de sus actos.
Un portazo lo despertó del todo y ahí vio a su padre de nuevo. Esta vez no tenía muchas ganas de discutir.
-sabía que ibas a acabar como tu tío, un borracho sin vida. Por eso me separé de él.
-tú ya sabes, que las veces que tomo y acabo borracho, es por tu culpa. Por menospreciarme. Por hacerme hacia a un lado y compararme con Dylan - Jason se levantó de la cama así, tal cual, en boxers enfrentándose a su padre.
-¿Ya has comenzado a tener relaciones sexuales? -miró incrédulo un sobre pequeño plateado.
-que te importa. Vete con Dylan y dejame en paz
-parece mentira que tú seas mi hijo, realmente no nos parecemos en nada. -habló con desprecio. Jason rodó los ojos cansado, siempre su padre le decía lo mismo.
-¿para que coño, has venido?
-tu madre y yo. Nos vamos de viaje a República Dominicana, para admirar las bellas vistas y tomar unas vacaciones. -argumentó.
-muy bien. Feliz viaje - Jason dijo cansado. Cerró la puerta, decidió tomarse un buen baño y invitar a comer a Daphne a un "burguer king".
Su samsung s6, comenzó a vibrar. Tenía un mensaje y no tardó mucho en verlo.
" hey. Quiero invitarte al burguer king a comer ¿Te parece bien? "
Sonrió al instante y corrió hacia la cocina, ahí estaba sus padres.
-mamá, papá ¿puedo ir con Lucy a comer al burguer king ?- preguntó con la esperanza de que sus padres la dejaran.
-Daphne, hoy es domingo, el día para estar en familia... - dijo él sin despegar la vista del periódico.
-mi amor, dejala que vaya. Que se lo pase bien - su madre dijo mientras hacia la comida.
-está bien, ¿pero ya los deberes están hechos?
-sí
-antes de las ocho en casa- Daphne corrió a su habitación y se vistió.
Hoy no iba a ponerse muy elegante. Unos pantalones rotos ajustados, un jersey blanco de lana, sus inseparables adidas superstar. Y para rematar un poco ese conjunto dulce, se hizo una trenza , dejando unos mechones ondulados a fuera.
♥♥♥
Se sentaron en la mesa del final. Jason sonrió al ver a Daphne al lado de él, tan baja de altura y él casi llegando a dos metros de altura. Se sentaron frente a frente. Jason tenía mucha hambre ya que no había desayunado nada. Y Daphne pocas veces comía hamburguesas, en su casa comía de lo más sano posible. Llevando al pie de la letra la dieta mediterránea.
Jason dejó de devorar su hamburguesa al ver a Daphne algo confundida.
-¿no te gusta? - preguntó.
-es que... Dios, hace un siglo que no como una hamburguesa - ella respondió.
-pues ¿a que esperas? Si no te la comes, yo la terminaré por ti. - Daphne comenzó a reírse, realmente esa risilla era bonita y agradable.
La boca se le hacía agua, masticó la hamburguesa y santo dios... Estaba exquisita, ese sabor explotó en su boca. Jason la observó, la luz del sol iluminaba el cuerpo de Daphne y con ese bonito jersey blanco podría decirse que parecía mitad ángel.
-¿esta rica, eh? - Jason arqueó la ceja. -ríquisima - saboreó sus labios pasando esa roja lengua. Ambos mientras comían hablaba de cosas sin importancia, como por ejemplo ; el tiempo, las noticias...
-¿Que quieres estudiar cuando acabemos la preparatoria? - Jason, tomó un sorbo de nestea
-me gustaría, estudiar arquitectura- respondió.
-es extraño... Veo que ambos queremos estudiar lo mismo
-eso suena bien.
Luego de comer decidieron ir a pasear un rato por el centro comercial. Caminaban, hablaban, paseaban... Daphne no paraba de reír ya que Jason contaba cosas que le pasaba de pequeño o anécdotas divertidas.
Se sentaron en un banco, la tarde era agradable, no hacía tanto frío como el día anterior. Daphne miró el cielo. Los algodones de azúcar se situaban en el cielo haciendo formas. Jason admiró su belleza, como el viento movía los delgados y largos mechones. La forma en que sonreía. Era jodidamente perfecta para su gusto.
¿Por qué con ella se sentía en paz?
Sus miradas conectaron, las mejillas comenzaron a arder y sus ojos de color avellana a suplicar un beso. Jason entendió esa mirada, llevaba horas queriendo saborear y chupar esos labios sabor a fresa.
-me gustas demasiado, Daphne...-susurró antes de succionar esos dulces y rosados labios.