Vi como el panel nos indicaba que el ascensor debería estar quieto en el primer piso, sin embargo, el suave movimiento hacia abajo contradecía ese hecho.
Sol se agarró a mí y juntas retrocedemos hasta tocar la pared.
La luces se atenuaron y comenzaron a parpadear, nos quedamos tranquilas contra la pared hasta que el ascensor se detuvo y abrió sus puertas en un pasillo tan oscuro como la noche sin luna y en él, se comenzó a oírse ruidos extraños como algo deslizándose suavemente por el piso, huesos que se rompían al contacto con los dientes y el sonido de un líquido derramándose en algún lado.
La cosa se iba acercando poco a poco hacia nosotros, probando nuestro nervios, cada vez que lo escuchábamos deslizarse, sin embargo, antes de poder vislumbrar algo, el elevador cerró sus puertas y nos llevó tranquilamente al primer piso, donde nos bajamos.
"Vaya nunca pensé que veríamos el piso sin luz" comenta suavemente Sol aún pálida por la experiencia.
"Yo tampoco podía creerlo" dije tranquilamente.
"¿Sabes? Tal vez hubiéramos muerto allí, si esa cosa se acerca lo suficientemente para hacer apagar las luces del ascensor, estaríamos pérdidas ¿Por qué fue tan mala nuestra suerte? terminamos en el único piso que representa un peligro para los que están en el ascensor" se queja Sol tratando de disipar el miedo restante.
"Incluso si esa situación se diera, no estaríamos en peligro" le respondo.
" ¿Eh? ¿Cómo así?" Pregunta Sol desconcertada.
Asegurandome de que estábamos solas le mostré la pulsera que adornada mi mano izquierda, esta poseía una hermosa y discreta perla.
Lleve mi mano cerca de mi boca y susurré contra ella una palabra que en ese idioma desconocido equivaldría a la luz.
La pequeña perla, contario a su tamaño, se iluminó como un farol y le dije a mi impresionada amiga "las criaturas de ese piso temen a la luz, jamás me subiría a ese ascensor sino tuviera un seguro de vida".