[EDAD: 2 años]
Habían pasado dos años desde que volví a nacer y en ese intervalo de tiempo aprendí bastantes acerca de este nuevo mundo al cual llegue. Para empezar el nombre de este mundo es Avalia, su periodo de tiempo se asemeja a la edad feudal, solo que añadiendo un toque que lo diferencia de manera notoria, la magia aquí era real.
Y no me refiero a los típicos trucos ilusorios o la adivinación o las diversas artes de lo místico sobrexplotado en cada cultura, aquí la palabra magia se expresaba de manera literal, individuos capaces de convocar los poderes de los elementos, la voluntad de lo oculto, las fuerzas del mas allá y mucho más, quizás se asemeje bastante a los Esper, pero a diferencia de ellos, la magia tiene un enfoque más espiritual, mientras que los poderes ESP es más de carácter científico.
En Avalia mi nombre es Rozuel Drayt, pese a que conservo los recuerdos de mi anterior vida, no puedo decir lo mismo de mis rasgos faciales, ahora tenía un corto cabello marrón y ojos grises, antes dichos rasgos eran diferentes (cabello largo negro y ojos fucsia). Aquí yo era el hijo de una bruja llamada Marian Drayt, no era broma, literalmente era una y vivía en el pueblo de Windaz, un poblado habitado exclusivamente por brujas.
Casi todos aquí eran mujeres, de hecho los únicos hombres en su defecto eran los pocos adultos emparejado con alguna bruja, ya que cuando una de ellas tiene un hijo por naturaleza está determinado biológicamente a ser niña, sin embargo, yo hijo natural de una bruja, nací como varón lo que me convierte en un hecho "inusual" a los ojos de otros. Volviéndome el único niño varón de todo Windaz.
— ¿Estás listo Roz? –Me pregunto mi madre de Avalia con su maternal sonrisa de siempre.
Casi todo el día me lo pasaba en mi cuarto leyendo libros acerca de la cultura e historia de Avalia, hoy mi madre me ha llevado nuevamente a ver a una instructora de magia en su despacho de la escuela a la cual asistiré el año entrante, Naly Scheen, una madura mujer de capa azul oscuro, sombrero puntiagudo verde, fino cabello negro que reluce con su elocuente busto y sus juveniles ojos avellana. Con esta visita mucho se emocionarían pensando que esto sería el comienzo de un bello recorrido hacia las artes mágicas, pero la realidad tenía otros planes.
—Eres tu Marian, ¿cuánta veces ya te lo dije?, sin importar el número de test mágico que se haga, el resultado será lo mismo –Dijo la instructora con un tono brusco.
—Presiento que hoy será diferente –Opino con optimismo mi madre.
—Ya que insistes… solo acabemos cuanto antes.
Un especial brazalete blanco es puesto es mi muñeca con la finalidad de realizar el procedimiento llamado "Test Mágico", dependiendo de entre uno de los dos colores (azul o gris) en que se tiña el brazalete determinara mi capacidad para la magia, azul era el color que representaba la capacitación con la magia, mientras que el gris lo contrario, el resultado podría variar llegando incluso a haber casos en que la mitad sea azul y otra gris lo que daría una capacitación mágica del 50% (y que puede desarrollarse con el pasar del tiempo), no muchos llegan a tener en su totalidad un azul completo en su test, la mayoría con porcentajes altos albergan pequeños indicios de un 2% a 3% de gris en el brazalete, es por eso que aquellos que consiguen una 100% son considerados genios natos para la magia.
—Listo, ya tenemos el resultado –Dijo la instructora Naly retirándome el brazalete.
Su color era un completo y total gris, otra vez.
—Marian, volveré a decírtelo, los test mágicos se llevan a cabo a la edad de 1 año, y en el momento en que el primer resultado de 0%, nunca cambiara el resultado aun si se vuelve repetir el test las veces que quieras –Explico ella —Sin importar cuanto insistas, tu hijo nació sin talento para la magia, cosa natural dado que es varón y el poder de las brujas solo es ejercido por las mujeres, entiéndelo de una vez y no vuelvas a hacerme perder el tiempo en algo sin sentido.
Esta era la triste verdad, no tenía talento como mago, pese a ello cuando volvíamos a casa, mi madre siempre mantenía su humilde sonrisa y nunca se entristecía, venia el lado positivo de las cosas, al contrario de mí que en mi mente solo frustración había
—"Quizás la próxima vez haya mejor suerte" –Aseguro ella.
Siempre repetía lo mismo, este era mi cuarto test mágico y desde el segundo estaba claro para mí que la magia y yo no estábamos destinados a compartir experiencias.
—Se me antoja una sopa de calabaza, ¿qué dices Roz?, ¿quieres que mama te prepare una dulce sopa de calabaza?.
Siempre tan amable, ignorando las duras miradas de indiferencia de la gente que nos ve pasar a distancia, todo por tener de hijo a un no mago, ¿por qué llegar a este punto conmigo?, no lo entendía.
Lo único que podía hacer cada día era aprender sobre este mundo y descubrir detalles casi similares al mío, así como los Esper predominaban en la sociedad con un mayor estatus, los magos eran el equivalente en este y dependiendo de tu capacidad para ejercer la magia, cada mago estaba categorizado con un nivel determinado.
NIVEL SS: Sabio (El más alto)
NIVEL S: Genio
NIVEL A: Talentoso
NIVEL B: Típico
NIVEL C: Regular
NIVEL D: Mediocre (El más bajo)
¿Suena familiar?, era el mismo sistema de clasificación de mi mundo con los Esper, con el único detalle de que aquí existía un escalón más arriba del nivel S, aquellos considerados con un poder cercano a lo divino, los magos SS.
Para los "no magos" destacar era difícil, pero si tenías el suficiente dinero o estudio para convertirte siquiera en un vendedor decente bastaba para sobrevivir a esta "sociedad", pero yo no tenía talento alguno a lucir como un no mago promedio, poco de los conocimientos de mi anterior vida me serian útiles en esta, reencarnar me dio ventaja pues me hizo consciente antes de tiempo de lo duro que puede ser la vida en la adultez y más aún en Avalia, tenía la ventaja de anticiparme si me preparaba, debía hacerlo, ya que no era opcional.
[EDAD: 3 años]
Hoy es mi primer día en la escuela, me asombra el hecho de que en este periodo tan primitivo tengan un sistema de educación obligatoria (aunque a saber si solo es aquí o en toda Avalia), como no tenía actitud para mago las clases sobre magia estaban omitidas para mí, pero tenía permitido cursar el resto de las materias las cuales se encontraban enseñanzas sobre matemática, escritura, historia, ect.
No había casilleros, ni tampoco mochilas, mis únicos utensilios era un libro vacío para escribir en él y una pluma mágica para plasmar las palabras de aprendizaje en ella, los pasillos que cruzaba para ir al salón correspondiente me recordaban a la institución que asistía en mis años en el segundo orfanato.
Al llegar me encontré con que la mayoría había llegado, como era de esperar todas eran niñas, lo que me convertía en el centro de atención de todas, tome un asiento y esperando a que se iniciaran las clases ya podía oír los primeros chismes sobre mí, nada agradables.
— "¿Es el?, el inútil hijo de una bruja"
—"Me desagrada de solo verlo".
Variados comentarios de diferentes opiniones, pero todos tenían una cosa en común, su insistente intolerancia hacia mí.
— ¡Aquí está, está llegando! –Anuncio una de las niñas brujas con júbilo.
Quien cruzaba la puerta era la joven brujas más prometedora de Windaz, proveniente de un linaje reconocido y una belleza como ninguna, presumiendo su larga e inusual cabellera naranja se presentaba ante todos Riza Gramwind, apenas llego y me miró fijamente con unos ojos rebosantes de desdén.
— ¿Qué es esto?, ¿qué hace el "no mago" aquí?, este lugar no es para sin talentos como tú –Dice ella con aire de altanera.
Sus palabras eran apoyadas por el abucheo de los que las demás estudiantes.
—Pues disculpe usted "majestad", pues yo solo asisto a las clases "obligatorias" por obediencia a mi madre –Le conteste yo.
—Y encima tiene una lengua mordaz, eres asqueroso.
Tomo su asiento, no sin antes haber logrado sin dificultad poner a todo el salón contra mí, bueno en cualquier caso tener su respecto ya era un tema perdido.
La profesora llega al salón, siendo nada menos que la instructora Naly Scheen, ella además de enseñar las clases sobre magia, también tenía maestría en las demás materias que tendríamos, de modo que todo el trabajo de la enseñanza a las jóvenes mentes de Windaz era dejado en sus manos y talento.
Durante casi toda la clase, era hostigado, a mis espaldas fragmentos de papel hecho bolitas lanzado con magia de viento o frágiles rocas que se rompían al instante de impactar conmigo eran arrojados sobre mí, no dolían pero era molesto y para el colmo pese a que la profesora en una de tantas ocasiones pudo haberse dado cuenta, nada hizo, era como si ella lo ignorase a propósito, aunque esto último preferiría dejarlo a la duda y no llegar a conclusiones precipitadas.
Entendía lo que pasaba, era bastante obvio, era el típico caso de bravuconería, me habían convertido en el marginado privilegiado de la clase, aunque comparado a ser el marginado del pueblo, lo sentía como una costumbre, una muy fastidiante costumbre.
Las clases habían culminado por hoy, al menos para mí, lo último en ser enseñado en este día eran clases de magia y como no podía realizarla me dejaron marchar antes que el resto, de hecho podría jurar que insistieron en que lo hiciese, de camino a casa ignore las frías miradas de las brujas adultas, lo que más me molesta era que al darme cuenta y voltear para verles a la cara, ellos simplemente disimulan y miraban hacia otro lado para fingir de un modo tan patético que ni en palabras podía describir, solo para luego regresar sus miradas con desprecio mutuo cuando se encontraban fuera de mi campo visual, incluso oír sus murmurios ya era el colmo pero trataba de tolerarlo.
—"No sé cómo Marian puede tener un hijo así, esa mujer avergüenza a este pueblo" –Oí salir tales palabras de la boca de una de ellas.
Hasta mi propia madre, una bruja como todas era víctima del acoso verbal. Regresando a casa, soy recibido por ella quien se encontraba cosiendo un par de medias para mí.
—Hola hijo, ¿cómo estuvo tu primer día de clases?, a que aprendiste mucho, ¿no es así?, que envidia… de recordar me hace volver a mis días como una pequeña niña con ansias de aprender.
Siempre tan gentil, siempre tan amable, no había palabra tan mortal capaz de atravesarla como una bala, así como tampoco algo tan toxico como para envenenarla, siempre tiene un motivo que desconozco para mirar con la otra mejilla, feliz y alegre, era tan molesto.
—No te entiendo… -Le dije yo —¡Simplemente no lo entiendo!.
—¿Qué sucede hijo?, ¿paso algo malo?.
— ¿Qué si paso algo?, ¿"ALGO"?, ¡tú sabes perfectamente lo que está pasando!, que estupidez… jejeje… ¡TODO ESTO ES UNA ESTUPIDEZ!.
Sin pensarlo deje salir toda esa frustración que reprimía hacia ella.
— ¿¡No te molesta el simple hecho de ser tratada de forma injusta por algo tan discriminante!?, ¿¡no sientes siquiera el más mínimo rencor por aquellos quienes fueron tus "amigas" y se han vuelto en tu contra!?, ¡es obvio que yo sí, realmente los desprecio tanto!, sería más fácil… si yo… solo desaparezco…
Lagrimas de resentimiento me salían a montón, estaba sobre la puerta con la firme idea de irme y nunca jamás volver a poner un pie en este mísero pueblo de brujas.
—Para cuando me vaya todo habrá vuelvo a la normalidad, je… incluso creo que festejarían eso –Dije yo con la mano en la manija —Bien, hasta n…
Antes de que pudiese siquiera terminar las últimas palabras, me abrazo desde la espalda tan fuerte deteniéndome.
— ¡Por favor no te vayas!, por favor no te vayas…
Sus lágrimas caían a borbotones sobre mí, solo que a diferencias de las mías, las suyas expresaban tristeza, en todos los pocos años que viví, jamás la había visto llorar así
—No me importa lo que piensen de mí, no me importa ser apedreada o escupida, ¡lo único que me importa es mi niño!, eres lo más preciado para mí -Manifestaba la mujer que me trajo a este mundo.
Si algo aprendí de una vida entera, es nunca confiar demasiado en las personas, forcejeaba con el intento de liberarme de sus brazos, pero ella me lo hacía difícil insistiendo en seguir la naturaleza de sus caprichosos deseos, ¿qué clase de razonamiento ilógico inspira a esta mujer?, ¿tanto le vale el ser trataba como una miserable?, yo daría lo que fuera por escapar de aquí.
— ¿Por qué?, a pesar de la forma asqueante en que te tratan, ¿¡porque insistes tanto en que siga contigo!? –Pregunte yo.
— ¡Porque soy tu madre!, ¿¡qué clase de madre haría a un lado a su propio hijo!?.
"Madre" esa palabra la había escuchado tanta veces que me parecía gastada, pero oírlo de su boca me hizo sentir algo en el pecho, era una sensación similar al dolor pero más cálido.
—El día en que naciste y te sostuve en mis brazos, pude sentir con orgullo lo que es ser madre, mi pequeño Roz, aunque el mundo albergue toda su crueldad en tu contra, tu madre siempre estará contigo.
Nunca entendí lo que era una madre realmente, habiendo visto a tantos niños caminar de manos con las suyas, sentía envidia pero no comprendía el porqué, ahora entiendo… ahora comprendo la desesperación y la alegría que un huérfano podía experimentar en años de soledad, la calidez de sentir y sujetar las manos de una "madre".
Yo había experimentado la felicidad de muchas maneras en mi vida anterior por medio de bienes materiales, carnal e incluso al ver como mis clientes probaban orgullosos mis productos sobre traidores amarrados frente a mis ojos solo para complacerme, pero esta felicidad era la primera vez que me brindaba un confort como ninguno.
—Mis ojos…
Lagrimas me salían nuevamente, pero ahora no estaban bajo el influyo de emociones negativas, me deje llevar por lo que sentía, con las manos a la cuales forcejeaba las use para abrazar a la mujer que me trajo a esta vida, no… más bien a mi madre quien me trajo a mi nueva vida y me dio otra oportunidad para comenzar de cero.
—Vaya día, ¿qué tal si nos relajamos con algo dulce? -Propuso mi madre —Acabo de hacer un delicioso pastel con los ingredientes que compre hoy en la panadería, era una sorpresa para festejar tu primer día de clases.
—Me parece bien… mama –Le respondí con una sonrisa.
Regrese a mi cuarto para seguir con mi pasatiempo de leer acerca este mundo, mientras me sumergía en su contenido, me topé con un anillo en el suelo, ahora recuerdo a madre preguntando por dicho objeto que se le había caído hace unos dos días, lo correcto sería decirle que lo encontré y devolvérselo.
—Aunque… no había apuro.
Sujete el anillo con la palma de mi mano derecha, sentí nostalgia porque hacerlo de esta manera me recordaba a cuando lo hacía en mi mundo para usar mi poder de Esper de baja manipulación sobre el metal, ¿pero porque lo hacía ahora?, era como si sintiera ilusiones de que lo imposible sucediera.
— ¿Eh?...
Mi rostro denoto un sentir estupefacto al presenciar algo que no debía ser posible, aseguraba que mis ojos me estaban jugando una broma, pero habría jurado que el anillo se tambaleo un poco por su cuenta.
—Hmmm… intentarlo no cuesta nada.
Mire fijamente al anillo y con la palma abierta me concentre con intenciones de manifestar mi viejo don, se movía, no era un engaño o falsa sensación, con mis sentidos intacto podía ver con suma claridad que el anillo se movía. Al principio llegue a este mundo portando los recuerdos y experiencia de mi previa vida, pero ahora acabo de darme cuenta que también lo hizo mi habilidad Esper, su manifestar era más débil en Avalia pero sin duda alguna era mi poder, esto abre muchas puertas venideras.
Continuara…