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Chapter 57 - Capítulo 57: No quiero elegir (parte 2)

Alexandra sacudió la cabeza con una suave sonrisa, después se sentó elegantemente mientras pensaba profundamente, luego levantó la mirada hacia Juliana quién retrocedió un paso al ver la frialdad en sus ojos.

- ¿Por qué estáis aquí? - preguntó Alexandra acariciando la falda de su vestido con un rítmico movimiento.

- Yo la transforme sin darme cuenta... solo quieremos ayudarla... - Juliana inclinó su cabeza y habló suavemente, casi en un susurro.

- Mmm - Alexandra asintió y giró su mirada hacia su familia - ¿Por qué no quieren que Vania se involucre con ellos?

- Para empezar... ella la condenó a la maldición de la belleza eterna... En segundo lugar, su centro fue corrompido y puede que jamás vuelva a ser vampiro... En tercer lugar, y por si ya lo olvidaste, sus poderes se ¡salen de control! - quién respondió la pregunta fue Jessica, se notaba que le costaba mantener la calma.

Alexandra sonrió como si esa afirmación le divirtiera.

- En primer lugar, la belleza no es una maldición, es una condición, Vania sabe cómo lidiar con ella, además lo creas o no Marc es celoso... En segundo lugar, ¿acaso por dejar de ser vampiro deja de ser de la familia?... Y en tercer lugar, la magia se adapta a la consciencia de su poseedor, si ella no fuese capaz de dominarla jamás habría surgido en ella... - Alexandra discutió con un magnánimo argumento, con el que todos estuvieron de acuerdo y asintieron reiteradas veces en confirmación - Bien, ahora que dejamos en claro eso... Juliana ¿cierto?

Ella asintió suavemente.

- ¿Qué pensáis hacer con respecto al poder desbordado de Vania?

- Existe un antiguo lago subterráneo que ha pertenecido a nuestra familia Willows durante años. Entrenar la magia allí fortalece el espíritu y es más rápido aprender allí porque el tiempo pasa de forma distinta - no fue Juliana la que respondió, quién hablo fue Albert Willows con su rostro serio.

Alexandra lo pensó por un momento, luego sonrió y dijo levantándose de la silla con elegancia fluida:

- Tienen sus razones, sin embargo no me corresponde a mi decidir por cual optar, eso recae sobre los hombros de Vania... hasta que despierte, no quiero oír ni una palabra más sobre el asunto. Hasta aquí llega nuestra conversación, cada uno regresará a su habitación asignada. Buenas noches.

Alexandra se dió la vuelta y se dirigió a las escaleras con sus pasos ligeros e imponentes, siempre exudando elegancia y dignidad, como una pequeña sombra luminosa Stella corrió tras ella por las escaleras, maullando leves lamentos antes de ponerse a su altura.

- Mau.

[¡Por favor, ama, Perdoneme! Le prometo que jamás volverá a ocurrir...]

- ¿Qué aprendiste de la experiencia, Stella? - preguntó Alexandra sonriendo fríamente.

- Mau...

[Que no es bueno traicionarla, ama...]

- ¿Entonces, volverás a buscar ayuda de Edward?

- Mau.

[No, no lo haré de nuevo. Seguiré sus órdenes al pie de la letra, ama... ]

- Así está bien. Puedes esconderte ahora - Alexandra le sonrió complacida, Stella desapareció en un pasillo poco iluminado, Alexandra sacudió la cabeza mientras reía disimuladamente. Llegó a su habitación, abrió la puerta y la cerró suavemente, suspiró levemente y dio algunos pasos hacia adelante, unos fuertes brazos le abrazaron la cintura y la pegaron al fuerte pecho de Edward.

- ¿Olvidó su promesa, mi lady? - le susurró al oído antes de mordisquear suavemente el lóbulo de su oreja.

- Tú... ¿Cuál promesa, mi lord? - Alexandra se obligó a mantener la calma mientras sentía como Edward desabrochaba los botones de su vestido.

- Que mala memoria tiene, niña hermosa... permítame refrescarle la memoria... - Edward le mordió el cuello haciendo que ella saltará de la sorpresa, después alivio su dolor lamiendo lentamente el área afectada.

- No recuerdo tal cosa... si no lo recuerdo, no pasó... - Alexandra se mordió el labio aún con algo de reticencia, la última vez le había dolido el cuerpo a causa de ese hombre, estaba reacia a dejarlo ser esta vez.

Edward sonrió maliciosamente y deslizó el vestido hacia abajo con agilidad sin darle tiempo a protestar, la levantó en sus brazos y la llevo a la cama donde sujeto sus manos por encima de su cabeza mientras la arrinconaba con su cuerpo.

- ¿No tengo forma de oponerme? - Alexandra le miró con ojos oscurecidos.

- A menos que lleves a nuestro hijo en tu vientre, no puedes oponerte - Edward le besó apasionadamente.

Alexandra dejo de poner resistencia y se dejó llevar por su ardiente pasión, más en su corazón se preguntaba cómo serian sus hijos, quizás criar a un pequeño Edward le daría un giro de 180° a su vida pero era algo que anhelaba en lo más profundo de su alma, pero antes de eso tendría que solucionar el pequeño e irritante problema de Adagio, una vez resuelto eso podría casarse con el hombre al que había elegido y formar una familia.

Quizá era el amor o la unión de almas, pero cierto hombre manipulador estaba pensando lo mismo, imaginaba como cuidar de una pequeña Alexandra mientras miraba a su madre, este pensamiento hizo que su corazón brillará con esperanza y anhelo, esto solo avivó su fuerte deseo. Pueden estar seguros de que esa noche Alexandra no tuvo oportunidad de dormir...