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Vanessa estaba todavía en la biblioteca, escuchaba vagamente como su hermana saludaba a sus padres, estaba demasiado asustada para bajar, no lo estaría en otras circunstancias pero ella ahora era una sirena y eso complicaba las cosas. Estaba sola y con la cabeza inclinada mientras se perdía en sus pensamientos.
Al escuchar lentos pasos cerca de ella, Vanessa levantó la mirada para ver que el demonio estaba a diez pasos de ella, la criatura la miró fijamente antes de intentar hablarle, sus palabras confusas no pudo entenderlas.
- Lo siento, no comprendo lo que dices - Vanessa se encogió de hombros con algo de tristeza en sus ojos azules traslúcidos.
El demonio paró de hablar y señaló la puerta con su huesuda mano.
- No puedo ir con ellos. ¿Crees que me aceptarán cuándo se enteren? - Vanessa volvió a bajar la mirada al suelo, sus hermosos ojos empañados en lágrimas perladas.
Zen miró a la niña que lloraba silenciosamente, no sabía qué hacer, después de todo él era un demonio y normalmente no trataba con sentimientos humanos, pero la niña lo había mirado como si fuera un ser común y corriente, eso había movido algo dentro de él, algo que jamás había sentido.
Vanessa sintió una mano que se posaba en su hombro, ella levantó la mirada para encontrarse con los ojos rojos del demonio, inhaló profundamente tratando de contener sus lágrimas, se las limpió con la mano antes de darse cuenta de su error, limpió rápidamente su mano en la falda del vestido pero era demasiado tarde, en menos de diez segundos ya tenía cola.
- ¿Por qué a mí? - Vanessa golpeó su cabeza sobre la mesa frente a ella, estaba totalmente resignada a ser así para siempre.
Zen miró a la niña con una emoción compleja en sus demoníacos ojos.
- ¿Niña no ser feliz?
Vanessa miró espantada a la criatura.
- ¿Hablaste? ... ¡Comprendí lo que dijiste! ... Debo estar volviéndome loca...
- ¿Por qué niña no es feliz? - la voz del demonio era ronca y tenebrosa pero a Vanessa le pareció como si se preocupara por ella, esto la hizo sonreír cálidamente.
- Estoy bien. No te preocupes por mi...
Vanessa sonrió levemente para tranquilizar al demonio, esto era raro para ella, hablar con una criatura hecha para matar le daba una sensación muy extraña e incómoda, aunque no sabía que podía llegar a entenderlo siendo sirena, le intrigó de repente sus nuevos dones. Sus ojos brillaron de repente cuándo usó sus poderes para secarse y volver a tener dos piernas.
- ¡Ven, Zen! - Vanessa le guiñó el ojo mientras se levantaba para salir de la habitación. Al llegar a el pasillo miró hacia ambos lados con cautela, alcanzó a ver la lejana figura del Lord que bajaba por las escaleras, caminó discretamente en la dirección contraria y entró en una de las habitaciones con la puerta abierta, miró hacia la ventana y sus ojos brillaron aún más al ver una rama de un árbol frente a la ventana.
Caminó lentamente hacia la ventana abierta y se sentó en el alféizar para mirar al demonio que la miraba como si estuviera loca.
- Deja de mirarme así, me asustas - Vanessa se dió la vuelta y estaba a punto de saltar a la rama cuando una mano cálida le agarró los hombros, Vanessa inhaló profundamente mientras su rostro palideció. Vanessa se dió la vuelta para encontrarse con los fríos ojos color avellana de Marc, su rostro se contorcionó entre sorpresa y confusión.
- Saltar de una ventana seguida por un demonio, tienes pasatiempos extraños - Marc la miró desde su posición con sus ojos fríos.
- Tú... Yo... - Vanessa no pudo hablar mucho ya que las palabras se ahogaban en su garganta.
- ¿A donde querías escapar? - Marc soltó su mano y se paró derecho, era bastante alto y su cabello despeinado le hacía ver más encantador.
- ... Al... al río - Vanessa enrojeció y desvió la mirada.
- ¿Con un demonio siguiéndote? - Marc miró fríamente al demonio, que dio un paso hacia atrás al sentir la helada mirada del brujo.
- Sólo me hace compañía - Vanessa distinguió el helado brillo en los ojos de Marc y quiso defender inconscientemente al demonio.
- ¿Ok? - Marc desvió la mirada y la posó nuevamente en la chica sentada en el alféizar de la ventana - ¿Bajarás a ver a tus padres?
Vanessa no respondió y simplemente desvió su mirada.
- Está bien, no quiero obligarte a hablar si no quieres.
Vanessa levantó la mirada y se encontró con la cálida mirada de Marc, era muy diferente a cuando miraba al demonio, esto conmovió su corazón profundamente.
- ¿Aún quieres ir al río? - Marc preguntó mientras sonreía radiantemente.
Vanessa asintió suavemente sin apartar la mirada del encantador rostro de Marc.
Marc la ayudó a bajar del alféizar y saltó al árbol antes que ella, luego la ayudó a saltar a ella, se movieron lentamente por la rama y Marc saltó al suelo al llegar más cerca del tronco del árbol, luego le hizo una señal a Vanessa para que saltará, ella lo hizo y cayó en los brazos del chico lo que hizo que su rostro se pusiera rojo hasta las orejas.