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Vanessa estaba sorprendida por la velocidad que alcanzaba al nadar en su forma de sirena, ahora estaba sentada en la orilla del río mientras abrazaba a Marc con su cuerpo mojado.
- ¿Seguro que no te hará frío? - Vanessa levantó la mirada con algo de preocupación en sus ojos.
- Estaré bien - Marc le sonrió cariñosamente acariciando su mejilla con suavidad.
Vanessa sonrió complacida y sus ojos parecieron brillar de felicidad.
- ¿Ya estás preparada para volver? - Marc le preguntó con una expresión compleja en su rostro.
- ¿Y si ya no me aceptan? - Vanessa expresó angustia en su expresión.
Marc le dió un beso en la frente para tranquilizarla, lo que funcionó bastante bien.
- No es problema tuyo si te aceptan o no, es de ellos... ¿o tú elegiste convertirte en sirena? - Marc la acercó un poco más a él.
Vanessa sacudió la cabeza en negación y decidió aceptarse a sí misma, si Marc la aceptaba para ella estaba bien ser sirena.
- ¿Sabes lo que me preocupa de que seas sirena? - la expresión de Marc se volvió algo más seria al decir esto.
- ¿Qué cosa? - Vanessa parpadeó con curiosidad.
- Es posible que no sea el único que te ponga los ojos encima... - la mirada de Marc se ensombreció profundamente.
- Eres el único para mí - Vanessa rió suavemente mientras pasaba sus delgados dedos por la mejilla de él.
Él sonrió complacido con la respuesta de Vanessa, su semblante embobado sorprendería a cualquiera, (si Caitlyn y Ashley estuvieran presentes para verlo, no dejarían de burlarse).
- Volvamos, ¿esta bien? - Marc le miró seriamente mientras su mirada expresaba todo el apoyo y confianza que Vanessa necesitaba para confrontar a sus padres.
- Está bien - Vanessa desvió su mirada hacia el río, sentía que algo se acercaba, cerró los ojos durante tres segundos para concentrarse en esa sensación pero desapareció demasiado rápido como para analizar la sensación, frunció los labios al percatarse de esto.
- ¿Qué ocurre? - Marc percibió sus emociones y una leve preocupación cruzó sus ojos color avellana.
- Sentí algo pero... ya no... siento nada... - Vanessa frunció el ceño en confusión.
Marc cerró los ojos y se concentró profundamente en sentir su entorno, sintió que se acercaban cinco presencias magnéticas a gran velocidad por el río.
- Debemos irnos - Marc frunció el ceño y su expresión se tornó angustiada.
Vanessa asintió silenciosamente y uso sus dones para secar su cuerpo y el de Marc. Después de eso Marc tomó su mano y la arrastró a través del bosque, ambos corrían rápidamente por sobre las raíces y hojas secas de los árboles.
Llegaron a la casa con respiraciones entrecortadas, la mirada de Marc era sombría, guió a Vanessa a la sala de estar.
- ¡Adelaida! - Marc le llamó fuertemente con preocupación en sus ojos.
Todos en la habitación giraron sus miradas hacia el joven que sostenía la mano de Vanessa con firmeza.
- ¿Qué ocurre? - Alexandra tenía una expresión indiferente pero había preocupación en sus ojos dorados.
- Tres sirenas y dos tritones se acercan a gran velocidad por el río - Marc respondió con calma mientras su mirada se oscurecía aún más.
- Ya veo - Alexandra asintió con su mirada oscureciendose, de repente desvió su mirada hacia Vanessa, su mirada penetrante hizo palidecer a la sirena - Debes ayudar a alejarlos...
- ¿Yo? - Vanessa se señaló a sí misma con cara confundida.
- Eres la única que podría lograrlo sin sufrir daños físicos - Alexandra habló como si fuera lo más normal del mundo.
- Pero no he hecho algo tan grande... - Vanessa parecía frustrada.
- ¡No permitiré que la pongas en peligro! - Marc se paró entre Alexandra y Vanessa para proteger a su sirena.
Alexandra fingió estar sorprendida y decidió tomar una actitud infantil.
- ¿Vania, vas a dejar que un extraño se interponga entre nosotras?
- Esa ni tú misma te la crees - Vanessa cruzó los brazos sonriendo irónicamente.
- Está bien. Te vuelves más intuitiva con los días. ¿Lo harás o no? - Alexandra volvió a tomar su habitual actitud indiferente.
- Lo haré - Vanessa asintió seriamente, esto hizo que Alexandra sonriera complacida.
" (°o°) " Samantha y Milo estaban extremadamente estupefactos, en primer lugar por los ojos azules de su hija mayor, en segundo lugar por el joven sobreprotector junto a ella y en tercer lugar porque parecían hablar de sirenas que se acercaban ¡y querían enviar a Vanessa a combatirlos! Ella era solo una muchacha de 18 años, fue criada casi en un capullo emocionalmente estable y además nunca había buscado conflictos con nadie, era imposible que saliera ilesa... Samantha parecía estar extremadamente asustada al pensar en ello, estaba demasiado preocupada por su hija, tanto que no podía darse cuenta de los detalles más evidentes de la situación....