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Zemira estaba limpiando la cocina mientras tarareaba una canción, la ayudaban Caitlyn y la tierna vampiresa de ojos plateados, a ella le caía muy bien la niña, era amable y siempre sonreía, los ojos de la vampiresa llamada Jessica siempre parecían convertirse en medias lunas y brillar cuando sonreía, también parecía caerle bien a Caitlyn ya que últimamente tendía a sonreír más.
Zemira observó cómo Jessica secaba con agilidad los platos.
- ¿Segura que no habías hecho jamás algo así? - preguntó Caitlyn a la vampiresa.
- No me permitían hacer esto en casa. Aunque el ama de llaves, Isabella Durán, nos enseñó a Vania y a mi a cocinar algunas cosas mientras nuestros padres salían de viaje - respondió Jessica colocando el plato seco a un lado.
- ¿Y a Adelaida quién le enseñó a cocinar? - preguntó Caitlyn tomando un plato para secarlo suavemente.
- ¿A qué te refieres? - Jessica detuvo lo que estaba haciendo en seco.
- Cuando ella llegó ya sabía cocinar - Caitlyn también se detuvo para ver la expresión confundida de Jessica.
- Ella ya se había ido cuando Señora Isabella nos enseñó, era difícil para los sirvientes acercarse a Adelaida, siempre se comportó con una elegancia que muchas mujeres de la alta sociedad enviarían y eso alejaba a los sirvientes de ella inconcientemente - Jessica habló cuidadosamente recordando con claridad cada acción de su prima.
- ¿Entonces no aprendió a cocinar con ustedes? Pero no pudo aprender con sus padres, ¡ella tenía nueve años cuando la enviaron a este imperio! - Caitlyn parecía demasiado sorprendida y confundida al mismo tiempo.
- Los misterios de una persona, son misterios hasta que ella los revele - Zemira camino hacia la chimenea para limpiar el ollin, su afirmación dejo en silencio a Caitlyn y Jessica por un buen rato.
Toc-toc-toc
La puerta fue tocada intermitentemente, Zemira cerró los ojos por un rato intentando sentir la presencia fuera de la casa, una sonrisa agradable se formó en su rostro al sentir la identidad de los dos vampiros de los que se había hecho amiga gracias a su difunto esposo, Gregorie Frank.
- Iré a abrir yo - dijo Zemira antes de limpiarse las manos y caminar en dirección a la puerta principal.
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Crystal Lake. (Lago de cristal, imperio Lago Cristal)
Juliana Willows estaba sentada en un carruaje, a su lado estaba su padre, Albert Willows, y su hermano mayor, Darién Willows, frente a ella estaba su madre, Tiana Willows, y su hermana menor, Rebecca Willows. Juliana miraba a través de la ventana al lago cristalino donde flotaba una leve niebla de color verde y amarillo, ahí terminaban las sirenas que morían, Juliana no entendía por qué Crystal Lake era algo así como un cementerio de sirenas, pero le atraía su atractivo, escuchó que el lago se congelaba en las noches y que si te acercas a la rivera podrás ver que no tiene fondo, pero jamás se había acercado, era peligroso acercarse a Crystal Lake, se decía que el alma de las sirenas torturadas se paraba en la orilla del lago para arrastrar a cualquiera que se acercara y ahogarlos para comer sus almas, eso decían las leyendas urbanas, aunque pocos habían sobrevivido para contarlo.
- ¿Es necesario viajar tanto para encontrar a una mujer, a la que seguramente mi hermana le arruinó la vida? - Darién habló cruelmente con su voz hipnótica.
- Darién, comportate por favor - regañó suavemente Tiana a su hijo mayor, que tenía ya 21 años pero que aún no estaba casado ni comprometido por decisión de él mismo.
- Mamá, no estoy diciendo nada que no sea cierto - Darién se encogió de hombros con indiferencia.
- Jumm... Tú mataste a un hombre cuando entraste a edad adulta, ¿cómo tienes derecho a criticarme? - Juliana resopló frunciendo el ceño.
- Ese hombres era un asesino y abandonó a su esposa para huir con su amante, le hice un favor a la sociedad... Pero tú, tú transformaste a una vampiresa de sangre pura, no sabes si esa mujer pertenece a la alta sociedad vampírica, si es así es probable que te esté buscando para arreglar cuentas - Darién cruzó sus piernas con elegancia y siguió manteniendo su expresión indiferente.
- ¡Suficiente! - Albert lanzó miradas de advertencia a sus dos hijos mayores suspiró internamente, ellos se llevaron mal desde que Darién cruzó a edad adulta, se había formado una pequeña brecha entre ellos y parecía que se había agrandado por el cruce de Juliana a su edad adulta.
- Lo siento, papá - Juliana bajó la cabeza y se quedó callada.
- Lo siento - Darién se disculpó y bajó un poco su cabeza.
- ¿Por qué hermano mayor y hermana mayor pelean tanto? - Rebecca parpadeó sus grandes ojos azules, adormilada, no entendía por qué sus hermanos peleaban tanto y no le gustaba verlos discutir, le desagradaba.