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Chapter 24 - Caminos separados

—Pasen —dijo mi padre mientras sostenía la puerta para nosotros.

—Gracias —dijimos ambos al mismo tiempo.

—Me encargué de arreglar sus habitaciones —dijo Yoko.

—¿Cuándo te quitan el yeso? —preguntó Liam, que también estaba allí.

—El médico dijo que, probablemente, dentro de dos semanas —respondió Yori.

—Me alegro —respondió y me dedicó una mirada llena de pesar.

—¿Qué sucede? —dije al ver que todos tenían cierto rictus de preocupación.

—Hablaremos de ello más tarde, por ahora instálense. Han estado demasiado tiempo fuera de casa —dijo Yoko.

—Fleur, ¿podría hablar contigo después? —preguntó Liam.

—Claro.

Yoko nos había preparado las habitaciones, pero después de dejar a Yori en la suya, no había salido de allí. No conversamos, simplemente nos acurrucamos en la cama. Sentirlo cerca hacía que todas las anteriores horas de angustia carecieran de importancia, así como los problemas futuros.

—Hora de cenar —gritó Reira y ambos nos pusimos de pie.

—Siéntense.

Liam había aguardado pacientemente a que estuviéramos más descansados para hablar con nosotros. Reira se puso de pie y se llevó su plato.

—Comeré en mi habitación —dijo y subió con su comida en la mano.

—Necesitamos hablar de las acciones que vamos a tomar. Yori, tu discográfica quiere saber cómo vamos a afrontar esto y los socios de la mía también. Ustedes son muy jóvenes para poder entender la inmensidad del conflicto que tenemos en nuestras manos. Queríamos esperar a que estuvieran en condiciones de decidir.

—¿Decidir sobre qué? —pregunté. Conocía la respuesta, pero tenía la esperanza de no tener que escuchar acerca del tema. Jamás imaginé, ni siquiera en mis más horribles pesadillas, que algún día tendría que elegir entre Yori y mi carrera.

—El problema no es si tienen o no una relación. Sus padres están casados, eso los convierte en hermanos legales. Y para las personas es inaceptable que ustedes dos, siendo pareja, vivan bajo el mismo techo. Esa idea de moral y buenas costumbres es lo que está afectando sus carreras. Ambos tenían contratos para expandir los horizontes. Yori tenía en puerta muchos proyectos, comerciales, dramas… todos esos contratos se han visto cancelados por este escándalo.

—¿Cómo sugieres que terminemos con los rumores? —pregunté.

—Creemos que lo mejor sería que nosotros nos divorciáramos —dijo Yoko.

—Todo el problema radica en que ustedes son hermanos legales —continuó mi papá.

—Pero…

—Fleur, no hay más opciones. Si sus padres no se divorcian, tendrán que terminar su relación o despedirse de su carrera.

—Debe haber más opciones…

—Tal vez si damos a conocer que ustedes se conocían antes de que sus padres se casaran, su relación dejaría de tener ese toque de incesto y podrían vivir en paz, sin tener que renunciar a nada. Pero es solo una posibilidad.

—Haremos eso. Cita a una rueda de prensa lo más pronto posible —dijo Yori en tono seguro.

—No podremos hacer mucho para ayudarlos durante la entrevista —advirtió Liam. Nos miramos el uno al otro.

—No importa —respondimos al mismo tiempo.

—Hablaré con tu agente y los avisaré cuando tengamos todo arreglado.

La eficiencia de Liam en su trabajo no dejaba de sorprenderme. Salió de la casa con el celular y su agenda en mano, hecho todo un magnate de la música.

—Gracias por estar dispuestos a sacrificarse de ese modo por nosotros —dije a nuestros padres.

—Fleur, cuando se hace algo por amor no es un sacrificio —dijo Yoko.

—Solo esperamos ser capaces de protegerlos —finalizó mi papá. Sonreí y comenzamos a comer en silencio.

Estaba recostada en la cama cuando el timbre de mi celular me asustó. Me puse de pie para contestar.

—¿Liam?

—Fleur, ¿está Yori contigo?

—No.

—Estoy con Rose. ¿Podemos hablar? —Me quedé pensativa un segundo, tenía un mal presentimiento al respecto.

—Claro. ¿En dónde? —Liam me dictó una dirección que anoté rápidamente en el dorso de mi mano—. Llegaré en una hora —dije y colgué el teléfono.

Saqué ropa limpia del clóset y me cambié. Amarré mi cabello en un moño y salí caminando lo más sigilosamente posible. Por fortuna, no había nadie en la sala. Tomé las llaves de mi auto y salí hacia aquel café en el que había quedado para ver a Liam y Rose. Al llegar, los vi sentados en una mesa al fondo. La gente que estaba comiendo me miraba insistentemente cuando entré al establecimiento, respiré profundo y caminé hasta la mesa. Mi mirada pasó de Liam a Rose, quien se puso de pie y me extendió la mano para saludarme de una manera demasiado formal.

—Hola. ¿Cómo está Yori?

—Recuperándose. ¿Cómo te encuentras? —pregunté.

—De maravilla. Perdona por llamarte y pedirte que vinieras cuando acabas de salir del hospital.

—No hay problema. ¿Sobre qué quieren hablar conmigo? —Liam carraspeó para aclararse la garganta antes de comenzar.

—Primero necesito que me prometas que escucharás hasta el final antes de sacar conclusiones. Te conozco muy bien, Fleur, y sé que impulsividad es no solo tu segundo nombre, sino que lo usas como sobrenombre también. —Sonreí por la severidad de su acusación. Levanté mi mano derecha con la palma hacia él.

—Lo juro —dije imitando el tono de alguien que está a punto de rendir declaración en un juicio.

—Primero debes saber que la disquera decidio terminar el contrato de Kenya, ella ha vuelto a Estados Unidos con sus padres. —Asenti como respuesta, la noticia no me sorprendió en absoluto.

—Pero no es por ella que te llame. Necesitas saber algo mas. Rose. —Liam le cedió la palabra a la chica quien me miro fijamente de pronto.

—Conozco a Yori y sé que no te dijo nada, pero bajo las circunstancias actuales es algo que necesitas saber.

—¿De qué hablas? —pregunté.

—Fleur, en realidad la única carrera que pende de un hilo por esta situación es la de Yori —dijo Liam—. El contrato de Yori especifica que él no debe tener ningún tipo de relación amorosa ni meterse en rumores que dañen su imagen como artista. Los artistas en Japón deben tener una imagen limpia y respetable, ellos se convierten en un ejemplo a seguir. Yori habló con su discográfica respecto a tu existencia y su relación. La discográfica aceptó no entrometerse siempre y cuando no se diera a conocer públicamente, pero Yori no les dijo que eras su hermanastra.

—¿Podrías ir al grano, por favor?

—Yori perderá su carrera si no termina contigo. Su contrato será cancelado y él deberá pagar las amonestaciones por ser él quien provocará el término anticipado del contrato. —Abrí los ojos como platos.

—Si eso fuera cierto… Yori me lo habría dicho —mascullé.

—Fleur —musitó Liam, ambos me observaban con pesar en sus ojos.

—¿Qué quieren que haga? ¿Que decida por él? —Ambos guardaron silencio—. Gracias por decírmelo. —Fue lo mejor que se me ocurrió decir.

Liam subió conmigo al auto después de despedir a Rose en un taxi. Me acomodé en el asiento del copiloto y permanecí mirando por la ventanilla, inmersa en mis pensamientos.

—¿Qué es lo que debería hacer, Liam? —El interpelado suspiró.

—No lo sé, Fleur. Quizá deberías pensar que tus prioridades están bien definidas, amas la música pero lo amas más a él. Creo que deberías hablarlo con Yori y preguntarle en qué orden tiene él definidas sus prioridades. Pero si lo haces, deberás estar preparada para recibir una respuesta que quizá no te agrade o no sea la que esperas.

—¿Crees que él elegirá su carrera sobre mí?

—La rueda de prensa está programada para pasado mañana. Habla con él…

—Gracias por responder de forma tan sutil.

Dejé a Liam en su hotel y conduje despacio hasta casa.

—¿Adónde fuiste? —preguntó mi papá. Todos estaban sentados cenando.

—Quería tomar el aire —respondí.

—¿No vas a cenar? —preguntó Yoko.

—No, mamá, no tengo apetito, pero gracias. —Caminé sin dirigirle la mirada a nadie y subí las escaleras para encerrarme en mi habitación.

Sabía que debía hablar con Yori directamente, pero no tenía el valor para escuchar de su boca que preferiría continuar con su carrera. Yori tenía derecho a tener sus propias esperanzas y sueños y, si realmente lo amaba, era mi deber ayudarlo y darle ánimos para seguir adelante y no convertirme en un lastre o un ancla para él. Alguien tocó a la puerta.

—Adelante —dije y me senté en la cama.

—¿Qué sucede? —Yori parecía preocupado, no lo culpaba. Parecía que últimamente era lo primero que nos preguntábamos el uno al otro. Caminó hasta sentarse junto a mí en la cama—. La familia decidió que querían comer helado, así que salieron todos, les dije que me quedaría contigo. Aparentemente quisieron darnos un poco de intimidad para que pudiéramos hablar sobre la rueda de prensa —dijo de forma coloquial.

—Yori, ¿me amas? —Mi pregunta lo tomó por sorpresa.

—Claro que sí. ¿Por qué lo preguntas de ese modo?

—¿Quieres continuar con tu carrera? —Me miró con los ojos entrecerrados, parecía estar escogiendo correctamente las palabras para responderme.

—Sí —susurró—. Jamás imaginé que podría llegar a sentirme tan bien sobre un escenario, pero sería capaz de dejarlo por estar contigo. Hay muchas cosas que puedo hacer, por ejemplo tomar el control de los hoteles.

Sonreí y lo abracé tan fuerte que creí que los brazos se me caerían. Nunca le pediría que hiciera eso, no podía dejar que tirara así sus sueños. Las palabras de Yoko retumbaron en mi cabeza con un eco ensordecedor: «No es un sacrificio cuando se hace por amor».

—Yo también te amo —susurré en su oído.

—Fleur, no te preocupes, hallaremos el modo de sacar esto adelante, siempre lo hacemos. —Sonreí y volví a acurrucarme contra su pecho. Escuchaba los latidos de su corazón, latía al mismo ritmo que el mío.

—¿Puedo quedarme contigo? —preguntó. Asentí. Y ambos nos recostamos sobre la cama.

—Estaba muy asustada… creí que no despertarías… pensé que tal vez te irías a un lugar donde yo no podría seguirte —musité.

—Lo sé… aun estando inconsciente podía sentir tu desesperación… fue como estar en dos sitios al mismo tiempo, podía escucharte y sentirte, pero no podía salir. —Yori giró sobre su costado y sostuvo su cabeza en su codo.

—Lo lamento —susurré tan bajo que esperaba que él no me hubiese escuchado. Aunque por la sonrisa que se dibujó en su rostro supe que sí me había oído.

Acarició mi cabello con su mano libre, recorrió cada rizo con lentitud hasta que llegó a la base de mi cuello, abrió espacio y entonces acarició la piel desnuda de mis hombros y mi clavícula.

—Yo también estaba asustado. En alguna parte de mi mente comencé a vislumbrar la posibilidad de que tal vez no despertaría, y entonces no podría volver a acariciarte o… —Su mano se detuvo en mi mejilla y acarició mi labio inferior con su dedo—. Besarte.

Se acercó a mi rostro y rozó sus labios con los míos. Suspiré al probar su sabor, al sentir su aliento a través de mi garganta. Apreté mi cuerpo al suyo de forma instintiva y él colocó su mano en mi espalda para profundizar el beso. Gemí cuando su lengua acarició mi labio inferior. Cada caricia con la que él adoraba mi cuerpo parecía expresar lo mucho que se había asustado de perderme. ¿Pero eso significaba que tenía derecho a hacerlo renunciar a sus sueños? Desearía haber podido tener el valor de preguntárselo y no tomar la decisión por ambos.

—Quiero sentirte cerca… no perderte de vista —susurré contra su boca.

No quería pensar en que me estaba despidiendo de él, más bien quería saciarme y saciarlo, sentir su cercanía y desaparecer todo aquello que nos separaba, y simplemente comencé con la ropa. Desabroché con torpeza la hebilla de su cinturón y él rio por lo bajo. Después solo fue dejarnos llevar.

—¿Listos? —preguntó Liam.

—Sí —respondí por los dos. Entramos en la habitación donde nos esperaban los periodistas. Los flashes de las cámaras no se hicieron esperar. La sala se llenó de murmullos cuando los presentes vieron que Yori y yo caminábamos de la mano.

—Muchas gracias por venir —dijo Liam—. Comencemos.

Las preguntas estaban resultando sencillas de responder; pero el tema principal estaba siendo reservado para el gran final. Liam quería que primero los reporteros se relajaran haciendo preguntas triviales, para después aclarar el asunto. Al fondo de la habitación observaba a los representantes de la discográfica de Yori murmurar y mirarnos a los dos con un dejo oscuro en sus miradas. Pedí la palabra y apreté la mano de Yori para tomar valor.

—Quisiera… decir… algo… —dije tartamudeando—. Me gustaría aclarar que Yori y yo nos conocimos mucho antes de que nuestros padres se casaran, pero debido a varias circunstancias tuve que viajar a París y no me enteré cuando mi padre se casó.

»La mayoría de ustedes juzga solo la superficie, diciendo que es moralmente incorrecto que estemos enamorados porque somos hermanos legalmente. Permítanme decirles que no coincido con ese criterio, si bien es cierto que hemos sido conscientes de que la gente no lo entendería.

»El amor no es algo para avergonzarse, no me arrepiento de amarlo. Pero soy consciente de que ambos tenemos nuestras metas y sueños, por esa razón ambos elegimos convertirnos en cantantes. Amamos la música y ninguno quiere perderla. Yo… estuve pensando mucho al respecto y creo que lo mejor sería que… termináramos nuestra relación. —La mirada atónita de Yori se clavó en mi rostro y apretó mi mano con más fuerza.

»Ambos amamos más la música que al otro. Por favor, olviden que alguna vez fuimos pareja y sigan apoyando nuestras carreras, para Yori y para mí la música es lo único a lo que vale la pena amar en esta vida.

Solté la mano de Yori y me puse de pie, hice una reverencia y salí caminando como pude. El piso se movía, estaba mareada, tenía náuseas y estaba a punto de soltarme a llorar. «Estás haciendo lo correcto», me repetí en susurros intentando convencerme de que no había cometido el peor error de mi vida. Liam salió corriendo detrás de mí y jaló de mi codo para que detuviera mi trastabillante marcha.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó. Mi rostro estaba rojo como un tomate y, a pesar de no emitir ningún sonido, las lágrimas rodaban por mis mejillas. Jamás había visto una expresión así en mi rostro—. Esta no es la forma correcta de hacer las cosas. ¿Lo consultaste con él primero? —dijo suavizando su tono.

—No fue necesario, lo conozco y él ama más a la música que a mí. No quiero que pierda sus sueños por mi causa.

—Pero lo obligas a perderte a ti y sin habérselo preguntado. —Solté mi brazo con violencia.

—Dime, ¿por qué no salió él a buscarme? —Liam torció el entrecejo y se llevó las manos al rostro.

—Fleur.

Caminé tan rápido como el dolor de mi pierna lo permitió, pues a pesar de ya no usar el yeso, aún dolía cuando me movía de forma violenta. Me subí a mi auto y conduje a casa. Al entrar me encontré con el rostro confundido del resto de la familia, quienes aún observaban el televisor. La entrevista acababa de terminar.

—¿Qué haces? —preguntó mi padre. Lo ignoré y subí a mi habitación. Tomé las cajas donde Yoko había guardado todo cuando nos mudamos y arrojé todo lo que me pertenecía en esa habitación. Bajé las escaleras con las cajas en la mano y cojeando.

—¿A dónde vas? —preguntó Reira al ver que estaba vaciando la habitación.

—Volveré a París. Tengo mucho trabajo por hacer —respondí.

—Pero… —La miré con la mayor paciencia que pude, pero la adolescente retrocedió un paso al encontrarse con mi mirada.

—Déjame tranquila —pedí y continué con mi mudanza. Cuando todo estaba en el auto, saqué de mi bolso un sobre blanco y se lo entregué a mi padre.

—¿Podrías dárselo a Yori? —Mi padre lo tomó y le dedicó una mirada rápida.

—Fleur, no creo que esta sea la forma de resolver esta situación —susurró. Me acerqué a él y le di un beso en la frente. Abracé a Yoko y Reira.

—Los llamaré cuando llegue a Francia —dije. Me preparaba para salir cuando la voz de Reira me detuvo.

—¿Vendrás a visitarnos? —dijo conteniendo las lágrimas.

—Jamás volveré aquí, pero son bienvenidos en mi casa siempre —respondí sin siquiera mirarla. Cerré la puerta detrás de mí y subí al auto.

Al llegar a París los rumores comenzaban a disiparse. Volver a mi antigua rutina de trabajo no fue difícil. Aunque mi carácter se transformó, se tornó agrio y no era muy paciente con absolutamente nadie. Quizá era porque una parte de mí se encontraba en otro sitio.

Yori llamó durante toda la semana siguiente, pero nunca contesté a sus llamadas. Con frecuencia me sorprendía pensando solo en él. Quería verlo, pero me decía a mí misma que era lo mejor, y me concentraba en convencerme de que esto solo era hasta que cumpliéramos con nuestras metas y la madurez nos permitiera cuidar del otro sin hacernos daño en el proceso. Fue la decisión más difícil que jamás había tomado y, aunque no quería admitirlo abiertamente, sabía que no había sido la correcta para ambos. Sin embargo, no había otra solución, era dejarlo o permitir que él dejara aquello que amaba. No podía ser tan egoísta, no había sido un adiós, solo fue un momentáneo hasta pronto.