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Chapter 32 - Amenaza (1ª parte)

Tarde mas de lo que hubiera deseado para reaccionar, mi mente continuaba preguntándose, ¿Por qué no había puesto los seguros?, ¿Por qué deshabilite la función normal del auto, para ponerlos cuando este avanzaba?

—Señorita Tullir—llamo el guardia de seguridad al ver que el paramédico estaba hablándome y yo continuaba perdida en mis pensamientos. —Señorita Tullor…—dijo con voz mas fuerte y por fin mi cerebro pareció registrar que me llamaban.

—Estoy bien—susurre y mire al paramédico —. Por favor, llamen a la policía y esperen a que llegue el perito, necesitare que avale la revisión para poder entablar la denuncia.

El paramédico sonrió y tomo mi muñeca para terminar de tomar mi pulso.

—Señorita… usted podría tener una costilla rota—informo en tono solemne.

—Estoy bien—repetí en un tono mas agudo, efectivamente mi costado izquierdo dolía… y mucho —. En verdad necesito que esto quede en las actas, por favor… solo espere a que llegue el perito.

El paramédico pareció rendirse y llamo por la radio para solicitar una patrulla, siendo la ambulancia quien los llamo, los policías tardaron menos de diez minutos en llegar al sitio; lo primero que hicieron fue interrogar a los vigilantes y a los guardias de seguridad del edificio. Después tomaron la declaración del paramédico y por ultimo la mía, les dije todo lo que podía recordar, y fui sumamente especifica en el asunto de los documentos robados. Solo omite algunos detalles del desarrollo de mi mañana para evitar malas interpretaciones o peor aun; rumores.

—Señorita Tullor, le sugerimos que acuda al hospital por una valoración medica completa—dijo el policía con seriedad, mientras observaba con detenimiento mi mejilla hinchada.

—Por supuesto que si, les agradezco mucho oficiales, le pediré a mi asistente o a mi compañero que acuda a recoger el acta y firme los documentos que sean necesarios.

Los patrullaron me observaron confundidos, supongo que esperaban que fuera yo quien esperara el tramite en la oficina, y quizá, bajo otras circunstancias lo habría hecho pero no podía permitir que esta situación cumpliera con su cometido.

—Señorita Tullor…—comenzó el patrullero.

—Lo lamento, debo estar en una hora en los juzgados y con la perdida de las copias de los documentos debo volver a tomar apuntes de los originales. Si me disculpan caballeros.

Como pude me levante de la camilla en la que me habían recostado después de que llegaran los oficiales y el perito. Mi apariencia era todo un caso, mis medias estaban rotas al igual que la costura posterior de mi saco, mi cabello era un desastre, mi pómulo estaba tan inflamado que mi ojo izquierdo se cerraba levemente y de mis costillas y cuello mejor ni hablar. Permanecí serena y controlando el dolor hasta que las puertas del elevador se cerraron tras de mi. Una vez que estuve sola me mire en el espejo del elevador, levante un poco mi blusa y vi con horror que mi estomago y la parte baja de mis costillas tenían moretones enormes de un verde azulado. Toque levemente el moretón de mi costado y apreté los dientes al sentir el dolor correr hasta mi nuca.

Una vez que llegue al piso, continúe caminando como si nada ocurriera hasta mi oficina, Stephen me miro horrorizado y corrió tras de mi al verme pasar frente a el, sin siquiera saludar.

—Jefa… ¿Se encuentra bien?, ¿No seria mejor que fuera al hospital? —pregunto mientras me observaba sentarme con mucho esfuerzo en la silla detrás de mi escritorio.

—Necesito que vuelvas a fotocopiar los documentos para el juicio de hoy—pedí con la voz entre cortada —. También, llama a Alex y dile que vaya a la jefatura de policía y recoja mi acta sobre el robo y firme lo necesario.

Stephen me observo con ojos llenos de preocupación, pero al ver que yo continuaba intentando recuperar el aliento, salió de la oficina sin decir nada. Respire profundo al ver que salía de mi oficina y me relaje.

Debía pensar como hacer para recoger a los niños sin preocuparse por mi apariencia, y sin pedirle a alguien mas que fuera por ellos al colegio. Por fortuna, mientras pensaba en ello mi teléfono sonó, mire la pantalla y sonreí aliviada.

—Hola, extraño—salude a Derek fingiendo estar mejor que bien; un silencio sepulcral se apodero de la llamada.

—¿Te encuentras bien? —pregunto en tono serio, trague saliva e hice todo lo posible por contener el llanto que se aglomeraba en mi garganta —. Estas en las noticias, dicen que sufriste de un ataque en el estacionamiento del edificio de tu firma.

—Estoy bien—respondí de inmediato y con un tono tan casual que parecía ser verdad lo que decía—. Solo un poco aturdida, pero, eso no me impedirá ir al juicio y defender a esa chica, si el productor de quinta ese, imagina que me ha asustado y dejare el caso de lado… no tiene idea de con quien trata—dije en tono seguro.

—Elaine… —El modo que dijo mi nombre me hizo sentir escalofríos.

—Estoy bien, en verdad… lo juro Derek, no hay necesidad de preocuparse—dije intentando reconfortarlo. De pronto la puerta de mi oficina se abrió de par en par y Derek entro lentamente aun con el teléfono en su mano derecha y pegado a su oreja, lo mire fijamente terminar de entrar, cerrar la puerta tras de si y colgar. Sin decir palabra alguna se acerco a mi, intente ponerme de pie, pero en verdad estaba adolorida. Él lo noto por que literalmente a travesó mi oficina con un par de zancadas. Sus ojos estaban fijos en mi pómulo; se agazapo frente a la silla y acaricio con la punta de su dedo pulgar la parte baja de mi pómulo.

—No necesitas fingir fortaleza frente a mi… no pude protegerte, déjame consolarte.

Enganche mi brazo alrededor de su cuello y me abrace a el con fuerza, sentir su calor hizo que mi cuerpo comenzara a temblar y las lagrimas derramaran por mis ojos, comencé a sollozar mientras el acariciaba mi cabello y mi espalda con sus manos. Su respiración era lenta y tranquila, aunque podía sentir su corazón golpear en mi pecho.

—Estoy asustada—confesé en susurro —. ¿Qué hubiera pasado si, ese hombre hubiera intentado atacarme después de recoger a los niños del colegio?

Derek sacudió la cabeza.

—No pienses en eso—dijo mientras acunaba mi rostro entre sus manos haciendo que lo mirara directamente a los ojos. Al observarlo por fin, note que llevaba un conjunto de ropa muy peculiar que parecía tener pintura roja, asemejando sangre en su rostro, fue hasta entonces que recordé que él debía estar grabando.

—Derek… ¿Y tu filmación? —pregunte, temiendo que él tuviera problemas por mi causa.

—Tenia mucha energía acumulada, así que las termine en tiempo record, estaba en el camerino a punto de cambiarme de ropa, cuando escuche la noticia de tu ataque, así que salí volando del estudio y vine tan rápido como pude.

Sonreí y atrape sus labios con los míos. Fue un roce suave, un tierno e inocente beso de agradecimiento.

—¡Gracias! —susurre —. Tenia tantos deseos de llamarte después de que todo paso, pero me dije a mi misma que no podía dejar que mi estúpida debilidad te perjudicara.

Derek sonrió y sacudió la cabeza.

—Elaine, no tienes por que sufrir nada sola, a partir de ahora, en tanto tu me lo permitas, yo estaré contigo y para ti… siempre—Sonreí y acaricie su mejilla, ya no podía volver a darle las gracias, solo pude tomar nota mental de lo que acaba de decir, para después enterrar mi rostro en su cuello—. Ahora ve y demuéstrale a ese infeliz que su miedo hacia ti esta muy bien fundamentado.

Sonreí y me puse de pie con mayor facilidad. Derek sonrió y me ofreció una bolsa con ropa.

—¿Qué es esto? —pregunte al echar un vistazo al contenido de la bolsa.

—Ropa, creí que después de incidente necesitarías cambiarte de ropa, así que fui a casa de tu tía, y le pedí una muda de ropa.

Ya no supe si reír o llorar de emoción; "Oh… Derek, estoy… total y completamente enamorada de ti" pensé para mis adentros y apreté la bolsa contra mi pecho.

—Gracias… cariño.

Derek abrió los ojos al escucharme llamarlo de esa forma y sonrió.

—Estaré a fuera mientras te cambias de ropa.

Asentí y lo observe salir de mi oficina.

Me cambie tan rápido como pude y tras acicalarme salí de la oficina, lista para luchar el segundo round.

—Yo iré por los niños al colegio… ¿nos vemos en tu casa para cenar?

—Si.

Derek se dirigió hacia el elevador y se fue. Yo respire profundo y mire a Stephen.

—¿Ya tienes un nuevo juego de documentos? —El chico asintió con satisfacción —. Bien, prepárate… salimos hacia el juzgado en cinco minutos.

No quería aceptarlo pero el ataque me había afectado mas de lo que me gustaría admitir, conducir hasta los juzgados fue realmente una proeza en mi condición, pero, una vez llegamos al edificio, la guerra comenzó, pues al parecer, aquella noticia en la que reportaron el asalto que sufrí, había atraído muchas mas atención al caso, provocando que una multitud de fanáticos, reporteros y activistas feministas se dieran cita en la entrada del edificio de los juzgados.

Había manejado reporteros antes, pero la herida de mi pómulo era lo bastante grande y llamativa como para enardecerlos por obtener información a como diera lugar.

—Abogada Tullor, ¿Podría por favor decirnos si es verdad que ya no tiene las evidencias para sustentar el caso?

Mire al reportero y sonreí; sabia que todo estaba conectado.

—Sin comentarios—respondí con voz grave y firme, me abrí paso entre la multitud de reporteros y entre al edificio con la frente muy en alto. Me dirigí a la sala donde se reuniría el jurado, al entrar note que el abogado defensor me miraba con satisfacción, sin decir nada tome mi sitio, Christina debía llegar en cualquier momento, tomando en cuenta lo sucedido conmigo le solicite a los guardias de seguridad de la firma que fueran a recogerla. Los guardias del edificio hicieron pasar a los miembros del jurado, poco tiempo después el señor Cliffor entro en compañía de su otro abogado, sus ojos se centraron en mi rostro.

Mire mi reloj, faltaban solo unos segundos para que el juicio diera inicio pero Christina aun no había llegado, intentando no parecer preocupada camine hacia el final de la sala y llame a los guardias. Estaba comenzando a ponerme nerviosa al ver que el teléfono sonaba, sonaba y nadie respondía, levante el rostro y vi que Christina se acercaba a la sala, tenia un yeso en el brazo derecho, un collarín y el ojo izquierdo morado. Camine rápido hacia ella.

—¡Dios! ¿Qué te ocurrió? —pregunte mientras miraba de cerca los moretones en su rostro. Ella sonrió y miro también mi rostro.

—Parece que los asaltos están a la orden del día—susurro —. Ese maldito infeliz, parece que esta dispuesto a todo con tal de detener el juicio.

—No te preocupes, hare que pague lo que hizo—dije en tono grave y camine con ella de regreso a la sala. Al entrar el juez ya se encontraba ahí, ignore los susurros de los presentes al ver la condición de Christina y la mía.

—Señoría… antes de comenzar con la sesión quisiera recalcar que, según la declaración de la abogada Tullor, el día de hoy le fueron robadas las "supuestas" pruebas con las que se sustentaba este caso, por lo que me gustaría solicitarle a su señoría desestimara el caso.

El juez nos miro alternativamente.

—Abogados al estrado.

Ambos caminamos hacia el estrado, intercambiábamos miradas series mientras esperábamos que el juez terminara de leer la moción del abogado defensor, estos pequeños hombrecillos cobardes eran tan predecibles que tomar mis previsiones fue sencillo.

—Abogado, espero que entienda las consecuencias que esta moción podría traer a su cliente, si la señorita Tullor revira la situación.

El abogado sonrió de forma siniestra y tras enarcar la ceja me miro.

—Su señoría, no creo que haya tal cosa como consecuencias en esta situación.

La puerta de la sala se abrió de par en par; ahora era yo quien tenia una sonrisa guasona en mi rostro. Stephen entro caminando con pasos seguros, acompañado por el fiscal Wilson y con un sobre color amarillo bajo el brazo.

"Muy bien… que inicie la batalla"