No sé por cuánto tiempo estuve caminando, pero ya no estaba cerca de casa. Tenía infinitas llamadas de papá y mamá.
¿Una hermana gemela? ¿Por qué ocultarme la verdad?
Ya había oscurecido. Este barrio era nuevo y solitario. En todo el tiempo que llevo caminando, había visto pasar a una sola persona. Después de eso, nada.
Escuché unos pasos detrás de mí. Me di la vuelta y no había nada, ni nadie. Extraño.
Seguí caminando, sin saber donde ir. Solo queriendo alejarme de todo por un momento.
Pero entonces escuche un pequeño silbido que vino con el viento de invierno. Los pelos se me pusieron de punta. Tomé mi teléfono y le envié un rápido mensaje a Gala con la ubicación. Había un banco al otro lado de la calle, decidí sentarme ahí y esperar.
No pasó mucho tiempo, cuando volví a escuchar un silbido. Esta vez provenía de la casa que estaba justo delante de mi. No, provenía del patio de aquella casa, donde había un árbol. Y en él había algo… con unos ojos enormes y brillantes. Unos ojos que me miraban fijamente.
Todos mis sentidos se pusieron alertas.
Entonces, reflejado por la luz de la casa, veo que esa cosa, se mueve. Unos largos brazos, se despegan de las ramas del árbol. Hace señas para que me acerque.
No me muevo. Ni siquiera pestañeo.
Luego, con unas piernas iguales de largas. Se separa del árbol y se para en cuatro, luciendo como la más horrible pesadilla. Es oscuridad pura.
Abre la boca y millones de dientes puntiagudos y enormes se muestran junto con un agudo grito que sale de ella.
Y empieza a correr en sus cuatro patas como una maldita araña.
Nadie podrá sacar de mi cabeza esta imagen.
"Noah, ¡corre! "
Una voz en mi cabeza me despierta y me hace saltar del banco justo en el momento el que la bestia choca contra el, rompiéndolo en mil pedazos.
"No te quedes ahí parada. ¡Corre!
Y eso hago. Pero esa cosa es aún más rápida y está enojada.
Voy a morir, voy a morir.
Subo por la calle lo más rápido que puedo. Veo una persona pasar, pero no se percata ni de mi ni de la cosa que esta apunto de matarme. Es como si no… existiera.
Ese pensamiento me distrae lo suficiente como para que la cosa consiga alcanzarme. Con una de sus largas extremidades, me golpe con tanta fuerza que soy lanzada por los aires. Ruedo por el pavimento. La sangre ya brotando de las heridas en mi brazos y piernas.
Si hubiera sido humana, esto me habría matado.
Pero no lo soy…
Me levanto dolorosamente. La cosa se prepara para atacar. Decidida a acabarme. Pero esta vez, yo también me preparo. No moriré sin luchar.
Las garras tan parecidas a las de Caleb ya han salido de mi. La sangre hierve dentro de mí como lava espesa.
Entonces la cosa se abalanza sobre mi, pero antes de que pueda destrozarme de un solo mordisco, ruedo sobre un lado, esquivando su ataque. Me aprovecho de su cara enterrada en el pavimento y sin pensarlo dos veces, entierro mi mano en el cuello de la cosa. Está se desgarra con facilidad. Un fuerte quejido sale de su boca, junto con sangre tan negra que parece petróleo. Empapa mi mano.
Las luces de un coche me deslumbran, pero en ese mismo instante una lengua con millones de puntas afiladas sale de la boca de la cosa. Abro mucho mis ojos, no puedo apartarme lo suficientemente rápido.
El coche le pasa encima. A solo cinco centímetros de mi. La cosa se retuerce unos segundos más y finalmente, muere.
Me quedo mirando la criatura. Tratando de procesar lo que acaba de pasar. La puerta del auto se abre.
Dorian sentando en el asiento del conductor. Tiene el rostro serio.
-Sube. -es todo lo que dice; le hago caso.
Entro en el coche, todavía un poco incrédula de lo que acaba de pasar. Nos quedamos en silencio. Sólo se escucha mi respiración pesada. Mis manos están manchadas. Hay sangre oscura debajo de mis uñas. Dorian mira las heridas en mis piernas y brazos. Frunce el ceño.
-¿Estas bien? -su voz inunda el espacio. Una sonrisa amarga sale de mi.
-No, no estoy bien. -aprieta los labios.
-¿Qué dominios era eso?
-Justamente eso, eso era un criatura del infierno. Es la primera vez que veo una en persona. Pero he leído sobre ella en libros.
-Dios, esto es demencial. No sé qué está pasando. Mi vida es una película de terror, monstros me persiguen. Tengo a un loco metido en la cabeza. Yo…
Dorian toma mi mano y la aprieta. Su toque frena mi creciente ataque de ansiedad. Miró su mano encima de la mía. Es reconfortante. Es la primera vez que Dorian me toca de esta manera y a pesar del caos de la situación, mi corazón no puede evitar acelerarse.
-Tranquila, ya paso. Tenía que haber llegado antes. Lo siento. -mi boca se abre al escuchar esas palabras. Dorian diciendo lo siento, es algo que jamás pensé escuchar.
-Esta bien, no es tu culpa. ¿Dónde está Gala? Pensé que ella vendría por mi. -Dorian me mira con esos increíbles ojos grises . Sus ojos bajan un segundo a mis labios, pero lo noto. Vuelve la mirada a la carretera.
-Gala tenía cosas que hacer. Me pidió por favor que te recogiera. -asiento. Incluso en perfil de Dorian es perfecto, lleva el pelo recogido en una media cola. Sus labios entreabiertos y el ceñudo.
Después de eso no digo nada y él tampoco.
En un momento estamos en el castillo. Dorian apaga el coche, pero no sale de él.
-Hoy no habrá entrenamiento. Descansa.
Musito un "de acuerdo".
Entonces se baja del coche y hago lo mismo.
-Deberías ir con Drac para que te cures las heridas.
-Oh no, estoy bien.
-Como quieras. -dice enojado y se marcha.
¿Qué es ese repentino cambio de humor?
Lo veo desaparecer por la puerta, en ningún momento se da la vuelta.
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Llevo dando vueltas en la habitación por aproximadamente una hora. No puedo sacar de mi cabeza lo que dijo Drac. Él dijo que si yo era lo que suponíamos, demonios iban a venir por mí.
Y luego no podía evitar preguntar si Dorian le diría algo de esto a alguien del clan porque empezaría a sacar sus conclusiones y probablemente descubran lo que soy, lo que creo que soy.
Tenía que hablar con él.
Salgo de me habitación en silencio. Camino por el oscuro pasillo. Cuando llego a la habitación de Dorian. Pienso en poner el código, pero me retracto y toco.
Después de varios minutos y no obtengo respuesta. Lucho entre irme o no, al final gana el quedarme.
Sin pensarlo más, pongo el código y la puerta se abre. Me sorprende que no lo haya cambiando aún. No hay nadie en la habitación.
De repente, la puerta del baño se abre y sale un Dorian con nada más que una toalla amarrada a la cintura.
No mentiré. Mire, mire mucho. Directamente.
¿Es posible para un ser humano tener un cuerpo así? Quiero decir, es casi irreal. Ese era cuerpo de un Dios griego. Los cuadros en su abdomen lucían como un muy buen lugar donde podría lavar mi ropa.
¿Cliché? Si, pero jodidamente cierto.
Y el tatuaje que recorre su pectoral. Son letras en otro idioma. Parece Latín
Su pelo estaba mojado, una gotas de agua caían de el.
Sus ojos se abren al percatarse de mi.
Y en ese mismo momento sale Lea del mismo baño, con una toalla cubriendo su cuerpo también mojado.
La sonrisa se borra de su cara apenas me ve.
También mi corazón cruje.
-¿Qué haces tú aquí? -pregunta con obvia irritación. Entonces mira a Dorian -¿Cómo ha entrado? ¿Sabe el código? ¿Se lo has dicho tú?
Dorian suspira y se frota la cara. Esto no es bueno. Ignora a Lea y me pregunta:
-¿Qué ocurre? -coge otra toalla de un armario y empieza a secar su pelo.
Parpadeo una, dos, tres veces. Enserio va a fingir como si está no es la situación más incómoda.
-Yo…solo quería hablar contigo un momento.
-Bueno, obviamente no puede. Esta ocupado conmigo. -resopla Lea, enojada.
Dorian evalúa mi reacción. No dice nada, solo me mira.
-Si, Adiós. -giro sobre mis talones y me precipito hacia la puerta como si de salvar mi vida se tratará.
Pero él me detiene.
-Noah. -no me doy la vuelta. Empieza a hablar, pero entonces se calla.
Cuando me doy cuenta que no va a decir nada, me marcho.