Marta poco a poco fue recuperando la movilidad de su cuerpo, era consciente de lo que había pasado, pero al momento en que pudo moverse esa situación que había pasado se borró instantáneamente de su mente, no sabía dónde estaba, ni con quién, ni cómo había llegado ahí y casi había olvidado su nombre y quién era, afortunadamente este efecto sólo duraría alrededor de media hora o una hora si se extendía demasiado. una doctora de cabello rubio rojizo y ojos azules le preguntó a ella:
- ¿Cómo te llamas? ¿recuerdas tu nombre?
Algo confusa, la mujer que estaba conectada a una via intravenosa y recostada en una camilla de sábanas blancas, respondió:
- Me... me llamo Marta.
La doctora de ojos azules suspiro de alivio al ver que la mujer podía recordar su nombre, eso significaba que la secuela no había sido tan grave y que pronto pasaría su efecto, lo que más les preocupaba a ellos era que en una de esas secuelas Marta perdiera la memoria totalmente y olvidara toda su vida. Con una actitud más relajada, la doctora empezó a hablarle a Marta:
- Soy la doctora Patricia Villarreal, tú ya me conoces, te he atendido desde tu accidente hace un año, tal vez ahora te sientas confusa pero no debes preocuparte, sólo descansa un rato y verás como todo lo que recuerdas tomará sentido.
Marta estaba sinceramente preocupada porque no recordaba lo que había pasado en los últimos dos días de su vida, pero al escuchar la voz de la doctora Patricia instantáneamente se calmó, esa mujer tenía un talento que otros médicos no tenían, el talento de calmar a la gente, por eso era que su hermano Manuel la había contratado cómo médica personal de ella, a pesar de las negativas de su hermana. Marta se relajo y dejo que sus párpados cayeran lentamente, haciendo que se durmiese, estaba cansada y adolorida.
Patricia hizo su trabajo de rutina, reviso que la intravenosa estuviera bien colocada, controló la presión arterial, además de ver la dilatación de las pupilas de Marta, al ver que todo estaba en orden y que lo que en verdad necesitaba la mujer era descansar, dejó la habitación para informarle a los familiares de ella que en realidad estaba en buen estado. Saber que ella estaba bien, también alivio a Patricia, se había vuelto amiga de Marta y la verdad le tenía cariño.
Afuera de la habitación en la que estaba Marta, dos personas, una mujer de cabello rojizo y ojos verdes, y un hombre de cabello castaño y ojos negros, ambos mostraban sincera preocupación, al ver a Patricia salir de la sala, la abordaron inmediatamente para preguntarle:
- ¿Nuestra hermana está bien, doctora? - preguntó Carol, casi asfixiándose de la preocupación.
- Ella está bien, necesita descansar para recuperarse, no parece haber sufrido un efecto secundario de la secuela, pero la verdad se veía desorientada, tal vez será mejor que ahora esté en un ambiente tranquilo.
- Bien, gracias Patricia - dijo Manuel que estaba parado al lado de Carol. Él conocía a Patricia, de hecho Patricia era la hija de un empresario con el que recientemente se había asociado y la verdad era muy agradable, por lo que no había ninguna necesidad de actuar frío con ella. Ella entendía que ellos se preocupaban mucho por su hermana y eso le conmovía mucho, tal vez hacer notar ese sentimiento la había hecho ganar la confianza de los tres hermanos.
Dos horas después, Marta despertó, sus hermanos estaban sentados a los dos lados de la gran cama, al ver que ella abría lentamente los ojos se alegraron inmediatamente de que estuviera bien.
- ¿Te sientes bien, hermanita? - preguntó Manuel con ojos embelesados, la verdad quería mucho a sus hermanas, las había conocido tras la muerte de sus padres, Marta tenía 12 cuando paso y Carol tenía 7, los padres de Manuel las habían recibido con gusto, no eran rencorosos con ellas ni con los padres muertos por balas perdidas, las cuidaron como a sus propias hijas y las apoyaron en sus estudios universitarios también, además de querer cederles parte de la herencia de la familia Narváez.
- Estoy bien, Manuelito - respondió ella con un gesto travieso en su rostro, ya que sabía que a su hermano no le gustaba que lo llamasen así.
- Definitivamente estás bien - dijo Manuel con un gesto de fingido enojo.
Carol, que estaba sentada del otro lado de la cama, se río tímidamente, su risa transparente resonó en la habitación junto con la suave y dulce risa de Marta, y después con la firme risa de Manuel.
- ¡Vaya! Veo que el ambiente es animado por aquí - Patricia entró en la habitación privada donde solo estaban ellos tres, además de dos o tres enfermeras de confianza de la familia Narváez, después de controlar rápidamente el estado de la vía intravenosa de Marta, Patricia dijo:
- ¿Cómo te sientes, cariño?
- Mejor, gracias por estar al pendiente de mi Patty - dijo Marta poniendo una sonrisa radiante ante su amiga.
- Hey, no hay cuidado, ese es mi trabajo, linda - respondió Patricia igualmente con un gesto de alegría en su rostro.
- Entonces... cuando le darán de alta a mi hermana mayor - preguntó Carol.
- Si no hay más complicaciones, mañana podrá irse a casa, pero tendrá que guardar reposo durante al menos cinco días... mmmm... yo diría hasta el viernes - dijo Patricia revisando la historia clínica de Marta.
- Bien... después de eso, irá directo al edificio Narváez para que personalmente pueda cuidarte - intervino Manuel con un gesto serio en su rostro bien esculpido.
- Eso no es necesario... de verdad me siento bien, además tú siempre estás muy ocupado con tus negocios... no quiero molestarte. Me sentiré más cómoda en mi casa - dijo Marta poniendo el gesto más inocente, tierno y suplicante que se le ocurría, parecido a un gatito pidiendo comida. Marta vio como su hermano dudaba ante su petición y entonces con una mirada le pidió ayuda a Patricia.
- Marta tiene razón, es necesario que esté en un ambiente que a ella le resulte cómodo y tranquilizante... si usted quiere, yo personalmente la cuidaré hasta que esté completamente recuperada.
- ¿De verdad lo harías, doctora Patricia? - dijo Carol con un gesto de agradecimiento, la verdad, ella jamás actuaba demasiado familiar con Patricia porque aún no le tenía total confianza, pero si estaba consciente de que era la persona adecuada para confiarle el cuidado de su hermana.
- Por supuesto, estaría encantada de hacerlo - dijo Patricia mirando con unos ojos suplicantes al Señor Manuel.
Finalmente Manuel aceptó, esto hizo sonreír a las tres mujeres, que sabían perfectamente que él era muy sobreprotector con sus hermanas, especialmente con Marta debido a su aún reciénte accidente.