Las tres mujeres se miraron entre sí, parecían discutir silenciosamente quién abriría la puerta, los golpes en la puerta se hicieron más firmes y continuos, finalmente Patricia se levantó de su silla y se dirigió lentamente a abrir la puerta, al abrirla quedó durante unos segundos sorprendida, el hombre frente a ella era bastante apuesto y ligeramente imponente, desprendía un aura similar a la de Marta pero con algo diferente, este hombre parecía ser más agradable que Marta a simple vista, Patricia recupero el control de si misma y con un gesto serio y gentil al mismo tiempo dijo:
- ¿Puedo ayudarle, caballero?
- Estoy buscando a Marta Díaz, ¿está aquí?
Patricia no pudo evitar abrir los ojos como platos por la sorpresa, Carol, en cambio, miro a Marta de una manera acusadora y traviesa, Marta tenía una cara impasible pero inconscientemente su piel pálida recupero rápidamente cierto color natural después de escuchar la voz de ese hombre, Carol claramente lo notó y le lanzó una mirada cómplice a Marta, antes de hacerle una ceña a Patricia para que dejara entrar al visitante. Patricia se apartó al instante de la puerta, se dirigió al lado de Marta y se sentó a su lado. Miguel entró en el cálido apartamento, llevaba ropa informal y esto lo hacía ver aún más guapo de lo que ya era, en sus manos llevaba una caja de chocolates de tamaño considerable, cuando vio a Marta su rostro perdió todo indicio de frialdad dando lugar a una bella sonrisa, Patricia por poco muestra su gran sorpresa ya que hace un momento ese hombre ejercía cierta presión y algo de frialdad, en cambio en el momento que vio a Marta su expresión se suavizó y tomó cierto brillo de cariño.
- ¡Hola! - saludo Marta con una brillante sonrisa.
- ¿Estás en mejor condición que ayer? - preguntó él con una mirada de sincera preocupación.
- Estoy bien ahora - respondió Marta señalándole a Miguel el asiento frente a ella, cuando notó la caja en sus manos no pudo evitar preguntar:
- ¿Qué es eso?
- Oh, esto... te los traje para animarte - dijo Miguel pasándole la caja.
- Pero a ella no le gusta el choc... ¡Auuuch! - Carol intento intervenir pero se detuvo a mitad de frase por un fuerte pisotón que le dió Marta.
- No me gusta comer chocolates sola, prefiero compartirlos con mis amigos y familiares...
Miguel le sonrió dulcemente a Marta mientras discretamente analizaba su estado, parecía estar mejor, seguía un poco pálida y sus ojos estaban levemente hinchados, en realidad tenía un aspecto frágil y verla así hizo que un ligero brillo de tristeza pasara por sus ojos castaños y profundos. Hablaron durante un tiempo, ella le explicó superficialmente lo que le había ocurrido, ocultando algunos detalles que quería mantener en secreto, Miguel simplemente se dedicó a asentir y escuchar con atención. Carol y Patricia casi no participaron en la conversación, estaban ocupadas mirando fijamente las reacciones de Marta, su mirada interrogante pasaba de él a ella y de regreso, una y otra vez, Miguel lo notó y se sintió incómodo casi al instante, su cara, de tez color melocoton, tomó un ligero tinte rojizo, paró la conversación en seco, se disculpó y se dirigió al baño. Marta notó la incomodidad de Miguel, al momento de que él entró en el baño, ella se giró con una mirada cortante y dijo:
- ¿Me pueden explicar qué es lo que les pasa a ustedes dos?
Patricia bajo la cabeza, la voz seca y cortante de Marta la aterraba, Carol desvió la mirada incomoda.
- Na... na-nada - dijo Patricia tartamudeando.
Marta frunció aún más el ceño, lo que hizo que Patricia empezará a temblar de miedo, en el momento que sintieron que el ambiente se helaba, supieron qué tal vez sus minutos de vida estaban contados. Cuando sintieron el miedo a flor de piel alguien llamo a la puerta, lo que hizo que soltaran un suspiro de alivio. Patricia brinco del asiento y corrió a abrir la puerta, Carol simplemente ocultó su pequeño rostro. Patricia abrió impulsivamente la puerta, pero al ver a la persona que tocaba inmediatamente quiso regresar con Marta, era Manuel, ella sabía por experiencia que estar con él era mil veces peor que estar con su hermana.
- Tengo una cosa que hablar con mis hermanas, ¿están despiertas aún?
- Oh... S-si, adelante - respondió tímidamente la chica de ojos azules.
El hombre, de casi dos metros de altura, ojos negros y cabello castaño, entró rápidamente en el apartamento.
- ¡Hermanito! - grito Carol lanzándose a los brazos de Manuel.
- ¡Nos honras con tu visita! - bromeó Marta levantándose lentamente para abrazarlo, la diferencia de altura era considerable, ellas median entre 1,60 y 1,75 metros y él entre 1.90 y 1,95 metros, sus expresiones faciales eran similares aunque su complexión y apariencia física eran diferentes. Después de un cariñoso saludo Marta dijo:
- ¿Qué te trae por aquí?
- ¿Aparte de ver cómo estás?
- Si, aparte de eso.
- Venía a advertirte sobre los planes de madre...
- ¿Qué planea hacer la Tía Ana?
- Abrió la cena familiar a otros aristócratas de la ciudad.
- ¿Y?
- No te gustará quienes fueron invitadas.
Marta miró a Manuel con interrogación, en el momento en que abrió la boca para decir algo Miguel regreso del baño, y el aire se congeló.
- ¡¿Tú?! - grito Manuel frunciendo los labios.
La tensión entre los hombres era palpable, Carol pensó acertadamente "Aqui hay gato encerrado... Así que así es cuando hermano y cuñado se encuentran... "