Aunque no quería hacerlo, Marta tuvo que dejar entrar a la señora Muñoz a su casa, además de ofrecerle un café por cortesía, que ella rechazaría. Después de terminar su cena y dejar el plato en la cocina, Marta se sentó en la sala de estar y dijo con un gesto casi apresurado a la señora Muñoz:
- ¿Quería decirme algo importante, señora?
Ella puso su habitual cara malhumorada y le respondió a Marta:
- Vengo a pedirte que firmes unos documentos que necesito.
- ¿De qué se trata? - dijo Marta con una voz fría y distante.
- Necesito que los firmes para transferir la casa que le pertenecía a Michael por derecho, a nombre de Leidy mi otra nieta.
- ¡Oh ya entiendo!. Quiere quitarme lo único que me queda de Mateo, lo que él se esforzó por darnos a Michael y a mi - Marta puso énfasis a propósito en las últimas dos palabras para ver cómo la ira lentamente se acentuaba en su receptora.
- Eso le pertenece a la familia Flórez Muñoz, ¡y lo sabes!
- Si, lo se, al igual que sé que usted se casó por interés y no por amor con el señor Flórez, debería darle vergüenza Mireya Muñoz.
- ¡No te permito que me hables así, guionista de pacotilla! He venido para que me firmes el documento y lo quieras o no, lo vas a firmar, es tu deber con nuestra familia.
- Fíjese que ese no es mi deber. Mateo me dejó esa casa y no es mi problema si la puso a nombre de MI hijo y no a su nombre.
- Precisamente, porque está a nombre de mi nieto y el heredero de la familia tiene que pertenecer a nosotros.
- Me parece que usted se le olvida lo legal de la situación. Lea el testamento de su hijo y ahí se dará cuenta que también dicta que la casa me pertenece a mí, por igual, como a mi hijo Michael y al haber muerto el legítimo heredero, la casa legalmente pasaría a nombre MIO, Marta Díaz de Flórez. Y si tiene algún problema con eso, puede charlarlo con mi abogado.
Mireya quedo estupefacta con la repentina agresividad de Marta y se quedó sin habla durante un momento, Marta tomo la delantera y le dijo con un tono agresivo en su voz:
- Si eso era todo lo que tenía que decirme puede retirarse a su lujosa casa, no tiene nada más que hacer aquí, ¡váyase o llamaré a seguridad!
- La pagarás - dijo Mireya entre dientes mientras salía del apartamento de Marta.
Marta le cerró la puerta en las narices y luego se apoyó en ella suspirando. "¿Cómo podría dejar que me quiten lo último que me queda de Mateo?" pensó ella mientras iba a la cocina a fregar el plato que había traído antes. Cómo era de esperarse, por darle tantas vueltas al asunto no pudo dormir bien, aunque verdaderamente no había dormido bien desde el accidente.