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Chapter 2 - Accidente

Megaflota localizada en el mar Atlántico.

República independiente de Templaria.

Edificio principal.

En una habitación sin ventanas y con una sola puerta de metal blindado. Estaba una chica jadeando.

Le salía sangre de los oídos y a través de lo que parecían ser unos anteojos con muchos tipos de cables conectados. Se veía que también por allí votaba sangre. Sus jadeos interrumpidos por punzones de dolor en su cabeza era lo único que se escuchaba en aquella habitación blanca. En el centro de la habitación estaba ella sola, sobre sus rodillas jadeando. En un aparente sufrimiento.

La puerta blindada se abrió de un golpe. Y un hombre Moreno y con una sudadera y un pantalón deportivo, no parecía tener más de 20 años. Él entró muy preocupado, tenia sudor todavía en su rostro. Era evidente que había corrido hasta la habitación. Se arrodilló junto a ella y le quitó el casco con los cables.

—¡Teresa! ¿Qué pasó? En los monitores decía que perdiste la señal y luego tu condición se elevó a un estado crítico.- El hombre le limpió la sangre del rostro con la manga de su sudadera.

—Aleja tus sudorosas manos de mi Teresa.- Esta vez, un hombre joven, muy parecido a Teresa, entró a la habitación disgustado. —¿Qué pasó del otro lado?- Inquirió sin siquiera preguntar por su bienestar.

Teresa enderezo su espalda y aun con una expresión de dolor en el rostro se preparó para informar, pero fallo un par de veces antes de poder lograrlo. Aun le dolía mucho la cabeza y le fue difícil organizar sus palabras de manera concisa.

—El… hizo contacto con los oscuros… estaban hablando normal, hice varios intentos de comunicación, pero era interceptada.- Hizo una pausa, ya se sentía un poco mejor. — Luego, de alguna manera fui expulsada a la fuerza.

—¿Eso es todo? Que decepcionante.- El joven se dio la vuelta y estaba a punto de salir. Puso su mano en el marco de la puerta y se detuvo. —Sabes qué le pasará al alma de esa cosa si me sigues decepcionando ¿No? – Sus ojos azules, fríos como el hielo la miraron. Congelándola en el suelo, pero un escalofrío en la espalda la hizo volver en sí.

—Hermano… hay algo más.- Sin voltearse, con su silencio la instó a continuar. —Lo que me sacó de su mente no fueron ninguno de los oscuros, tampoco eran ellos quienes interferían con mi comunicación.

—¿En qué te basas? – Su hermano inquirió..

—Las expresiones en sus rostros, cuando Lo… el objetivo sufrió la separación forzada de nuestras mentes, ellos no tenían idea de lo que ocurría. – Su hermano chasqueo con su lengua y golpeó con fuerza el marco de la puerta. Para luego desaparecer a través de esta.

○ ○ ○

En la oscuridad de la noche, donde solo unas pocas farolas la mantenían apenas iluminada la calle, una chica rubia iba corriendo a una velocidad sobre humana. Luego de que Ohtsuki invocara a Izanami, ella aprovechó para huir con Loreto y Crelia.

Anna ya había llamado a la secretaria de Loreto, le puso al tanto de lo ocurrido. Y aunque en un inicio no se lo creyó.

—Oh no... podría ser que no pudo más… y se tomó algo…- Anna no tenia tiempo para explicar cosas, y tampoco es como si ella misma supiera lo que pasó allá. Pero el que ella misma se inventara su versión de lo ocurrido le venia muy bien.

—Sí, necesito ayuda él… se enveneno y está muy mal. – A ella no le podía dar más igual el chico, pero lo que le pasase a Crelia era otra cosa. Tiene que hacer algo por ella. Y la única opción era optar por la oportunidad que Loreto y Ohtsuki les dio.

—¡Llévalo al Hospital México inmediatamente! ¡Yo me encargo de ingresarlo, Voy para allá!- Silvia colgó el teléfono luego de decirle a Anna qué hacer.

—Si supiera que hasta estoy perdida…- Suspiró mientras sacaba su celular y comenzó a orientarse usando un mapa digital o GPS. Como su celular no tenia señal, por que estaba lejos de su país, tuvo que ingresarlo manualmente, por lo que le tomó más tiempo del que desearía.

—…..ungh- Anna se volteó asustada al escuchar el extraño gemido, pero nadie estaba cerca de ella. Aun así, decidió ponerse atenta y sacar su amada pistola, y agudizó sus sentidos. Todo se volvió más claro ante sus ojos, escuchaba en el Oeste la lucha entre Ohtsuki y las Deidades a 2Km. Incluso sentía las presencias que no pertenecían a este mundo. Esta técnica era común entre quiénes pertenecían a aquellos mundos. O quienes mantienen conexión con estos. Ellos pertenecían a estos últimos.

—¡Ah!- Anna se esperaba todo menos esto.

—Agh… Morí.- La apenas iluminada calle, en un instante se encendió. Llamaradas ardientes e inmensas se extendieron por mas de cien metros en todas las direcciones. Anna se cubrió instintivamente el rostro y se preparó para ser abrasada en cualquier momento. Pero el calor abrasador nunca llegó. En su lugar, la envolvió una sensación cálida y muy reconfortante. Como el calor que desprende una persona al abrazarte. Las llamas del purgatorio, erradicando todo mal con firmeza y amor.

La luz de Dios Estaba impresa en su piel y tres pares de alas. Y aún así sus llamas, eran solo residuos de lo que eran las verdaderas, del todo poderoso.

Anna se descubrió, luego de sentirse avergonzada tras haberse cubierto instintivamente. Aun sabiendo bien de quien eran esas amables y poderosas llamas, que solo arden a aquellos que el portador categoriza como no aptos del amor de Dios.

—Crelia, no. Su santidad, Serafín Iblis…- Anna se postró ante aquella figura conocida, la Chica con aspecto de niña, envuelta en llamas, vestía ahora una armadura de un metal de color blanco, que parecía ser plata, pero su pureza casi gritaba ser incluso mas duro y valioso que el oro o el Diamante. La pechera en su torso, le quedaba perfectamente, y era hecha a su medida, no era ni más grande, ni le era incómoda para moverse libremente. La parte de abajo, era una falda que le llegaba hasta un par de centímetros bajo la rodilla, y estaba hecha del mismo metal puro y flexible que el resto. Sus pies y manos desnudas estaban cubiertos solamente por las puntas de cuatro de sus alas. Blancas y por cada pluma, exudaba llamas del purgatorio sin arder una sola fibra.

Dichas alas hechas específicamente para resistir la luz que puede hacer arder incluso a los más santos. En toda la jerarquía de Dios si el quisiera.

Pero por qué un ser tan alto en la jerarquía divina, se aparecería frente a ellos. Es lo que estaba pensando Loreto. Quien había despertado hace unos minutos atrás, cuando sucedió la explosión de llamas.

Su cabeza aun le daba vueltas y palpitaba de dolor. Pero tales llamas le despejaron y curaron del estupor. Loreto no era ateo, por lo contrario le apasionaba tanto la Teología y la demonología, y por lo tanto sabia de jerarquías, pedro su conocimiento solamente se limitaba a eso.

Y los seres que más misteriosos le parecieron fueron los Serafines, quienes sostenían el altar de Dios y a Dios. Resistiendo la luz cegadora y capaz de eliminar o crear todo con sus alas.

Recordó que Teresa, su esposa, era una reportera de Templaria, que en uno de sus viajes, llegó a Costa Rica y le conoció a el. Siempre pensé que fue tan de novela, la manera en que nos conocimos…

Ella llegó a investigar reportes en los que, ciertos padres y obispos del país estaban infringiendo sus reglas, incluso se veían involucrados en políticas, cosas de las que hubo mucha revuelta, y por lo tanto la enviaron. Pero mientras ella estuvo aquí, ella tubo un "accidente".

Y así se conocieron, en el hospital en el cual Loreto estaba haciendo su campo clínico.

Un SUV le dio al automóvil en el que ella iba. Su carro quedó irreconocible, por lo contrario del auto, ella salió ilesa prácticamente de milagro.

Fractura de la clavícula, varios falanges y de la ulna (cúbito).

En su rotación por ortopedia, tubo que hacerse cargo de ella. Como los médicos en rotación son tratados como enfermeros, estuvo todo el tiempo junto a ella hasta su dada de alta. Ella era muy simpática y a Loreto le pareció una persona muy genuina. Pero cuando le dieron de alta, él, sin poder decir más que adiós. Se despidió con una sonrisa en su rostro. Pero Teresa, no quería que acabase ahí. Así que le jaló del brazo y le robó un beso. Tirando así la profesionalidad que Loreto había luchado tanto por mantener impecable. Se siguieron viendo, esta vez como hombre y mujer y no como doctor y paciente.

Ella le contaba de su trabajo, y el mostraba interés en el mundo religioso. Su actitud pasiva y introvertida se esfumaba cuando hablaba con ella.

Todo era tan idílico, hasta que cuando ella quedó embarazada, su personalidad cambió un poco. Su personalidad Aventurera y sin temor alguno, comenzó a convertirse en una niña cuyo mundo se extendía a solo la casa, temía por cada pequeña cosa que le pasase a Loreto o a Thomas. Cuando Thomas cumplió 2 años y se celebró en la casa, sin invitados. Solamente ellos tres y el viejo Sabas.

Luego de que su esquizofrenia llegase a su cúspide, Loreto la llevó a un psiquiatra quien era muy buen amigo suyo y a pesar de que lucho con uñas y dientes logró llevarla.

Mi amigo Lenil, identificó su miedo era por algo que le amenazaba con la seguridad de su familia, por lo cual era su cambio de actitud de una persona extrovertida a una con temor a todo. O al menos eso dijo ella. Lenil, era muy profesional y me dijo que realmente dudaba que se tratase de esquizofrenia, sino de un hecho. Y que algo la amenazaba, pero no le dijo el qué. Le recetó unos calmantes, pues su miedo comenzaba a afectar su salud y en ocasiones se lastimaba a si misma y me recomendó hablar seriamente de lo qué ocurría.

Pero ese momento de charla seria, jamás llegó. El siguiente día, ella desapareció. Como si jamás hubiese existido. Pero eso no era así, pues el fruto del amor de ambos aun estaba ahí.

Pero este no duró mucho, pues también se le fue arrebatado de sus manos, esta vez por Dios.

Y a pesar de ser algo escéptico, la… criatura frente a él era un ser allegado a Dios. Todas las fibras de su cuerpo lo sentían, sentía que era real.

—¡Tú! ¿Serafín, dijo la chica norteamericana? ¡Sé qué es, lo leí en documentos que mi esposa me conseguía, sois los seres más cercanos a Dios! ¡Dime! ¿¡Por qué... por qué se llevaron a mi hijo!?-La voz de Loreto se desafino y al final, se escuchó mas que un rugido o desgarro de voz. Pero Crelia le entendió. Cerro sus ojos, extendió sus brazos y dijo. —El trabajo de llevarnos a las personas al Edén, no es nuestro.- El rostro de Loreto, distorsionado en rabia hasta no poder más, se preparo para soltar otro alarido inteligible. —Mas si tenemos acceso a las escrituras de Dios, que solo Azrael, aparte de Dios, él posee.

Frente a ella, una llamarada de fuego se condenso en un pergamino pequeño.

Loreto, un poco más calmado, pero aun rojo de ira la miró atentamente mientras sacaba el pergamino y dijo unas palabras, incapaces de ser percibidas por el oído humano, pero aun así Loreto entendió lo que significaban. Thomas Elivetez, el nombre de su hijo.

Conmovido, por que por fin escucharía algo, al menos una razón del por qué de su muerte. Acto seguido Crelia pasó su mano encima del papiro y este se prendió en llamas, desapareciendo sin dejar ni cenizas.

—Tu hijo, no debió de haber nacido. Mucho menos haber muerto. Así esta escrito.

——¿Eh?- Anna y Loreto quedaron atónitos ante tal enigmáticas palabras.

—¡Agh! Cambiando de tema- Anna estallo y miró a Loreto y luego a Crelia. —¿¡Soy yo acaso la única que se pregunta el por qué Crelia sí murió y Este chico no!?- Loreto frunció el ceño y volteó a ver al cuerpo de Crelia, más pálida de lo que la había visto antes en la discoteca. Al entrar en razón. Loreto se mareo. Una oleada de emociones le subieron por el estomago y salieron por su boca en una mezcla de bilis y comida.

—Por que yo… no morí en el sentido de la palabra. Fui separada de mi cuerpo físico. Y él…- Crelia miró a Loreto, quien seguía llamando a Hugo. —Había otra mente junto a él todo el rato ¿Lo sentiste verdad? En lugar de separar su cuerpo y alma, separó las dos mentes unidas. Yo… fui una victima inesperada para quien planeó todo eso.

—Entonces… con los que está luchando Ohtsuki ¿Son los que hicieron ese veneno separador de almas? Pero… ¿Por qué no lo sentimos?

—Es un brebaje mágico… una mezcla, logré identificarlo apenas cuando logró hacer efecto en mí. Pero estaba muy bien lograda.

—Una poción venenosa mágica. Y lo suficientemente bien hecho como para que ninguno de nosotros detectásemos su existencia… tengo un muy mal presentimiento Crelia…- Loreto había terminado hace rato, y a pesar de que aun se sentía un poco mareado y débil. Se paró junto a ellas para formar parte de la conversación.

—No logro terminar de entender todo esto… no, si lo hago, lo que no termino es de digerírmelo…- Loreto miró a los ojos a Crelia, su forma angelical era de otro mundo, y era difícil mantener los ojos ante tanta luz. Pero él le miro a los ojos, y el a los suyos.

Crelia observo tenacidad, determinación y furia en sus ojos.

Ella asintió, sabía por qué estaba así, después de todo, ella le dejó en misterio. Sobre la realidad de lo que estaba pasando, o pasó con su hijo.

—Hay infinitas posibilidades en los escritos de Dios, en ninguno, tu hijo ha de nacer. Pero hay excepciones. Cuando algo, fuera del poder de Dios, actúa. Ocurren estas excepciones. Pero Dios también las tiene contempladas, y por lo tanto escritas. Y en esas pocas excepciones en la que tu hijo llega a nacer, nunca muere.

—¿Nunca…muere? ¿ni siquiera de viejo…? -La voz de Loreto temblaba ante la palabra en especial que Crelia escogió. Le era difícil ya el procesar que hablaba con el espíritu de un muerto, que este espíritu, fuese un Serafín y que ahora le dijeran que su hijo, no debía existir y en el caso de existir debido a un poder al mismo nivel o mas poderoso que Dios, naciese, mi hijo seria inmortal. Loreto se golpeó la cara con todas sus fuerzas.

Crelia y Anna le miraron atónitas como se golpeaba una y otra vez. Anna reaccionó de su estupor y le tomó de los brazos. Deteniéndolo.

—¿Qué crees que haces chico?- Le gritó Anna al verle en ese estado.

—¡Otra vez con lo de chico! ¡Creo que soy hasta mayor que tú y me llamas chico!-Loreto perdió el juicio y comenzó a gritarle a la chica rubia que le tenia atrapado.

—Eres 249 años más joven que yo, niño. – Loreto perdió la fuerza de sus piernas y se cayó de rodillas. 249 años... no… no puede ser.

—¡Ja, ja, ja, ja, ja! – Su sanidad al final cedió. El decidió llamar a un transporte privado e ir a casa. Encerrarse y esperar que todo fuese fruto de que se pasó de tragos… Si… ya ni yo me creo mis excusas. Ni si quiera tengo la mente nublada por el alcohol. No quiero aceptarlo, pero… tan surreal como parezca, es verdad. Aun así, Loreto deseaba irse y descansar, la droga de la que hablaron Anna y Crelia le ocasiono un gran cansancio.

Sacó su teléfono y comenzó a navegar entre sus aplicaciones y abrió la de llamar al transporte.

Al ver en donde estaba, Loreto se dio cuenta que aun estaba cerca de la discoteca. Se río para sí y le iba a dar al botón de solicitar transporte.

Pero segundos después, su teléfono no estaba en sus manos. Sin saber que estaba sucediendo, miró a Crelia, quien inclinó la cabeza hacia un lado. Parece un perrito cuando no entiende las ordenes de su dueño. Al confirmar que no fue ella, miró a Anna, pero esta vez, su rostro mostraban una mezcla de sentimientos. Miedo, preocupación y furia.

Loreto sintió que todo su cuerpo era abrumado por una increíble presión. La chica norteamericana de más de 200 años desprendía un aura aterradora. Todo su cuerpo temblaba y le era difícil moverse.

—¿Por qué haces est- Loreto reunió todas sus fuerzas para moverse y decir apenas unas palabras. Para darse cuenta, luego de mirarla a los ojos que esa furia y ganas de matar no eran dirigidas a él. Su atención estaba dirigida hacia un objeto a sus pies, su celular. No, eso tampoco era. Un objeto estaba atravesando el celular de Loreto. Un objeto afilado. Su hoja era negra y en esta, tenía caracteres japoneses. Los caracteres parpadeaban, como una luz o un foco a punto de terminar su ciclo de vida. Hasta que los caracteres desaparecieron por completo, dejando solamente una hoja quebrada, completamente negra.

Loreto no lograba entender qué significaba eso, o de donde salió la hoja rota de una espada. Pero las dos chicas junto a él si lo entendían muy bien.

Como si se le hubiese prendido una bombilla. Loreto recordó algo, o mejor dicho, a alguien. Había una persona más con ellos en la discoteca. Esa persona le había amenazado con una cuchilla, y aunque no era la misma, sentía una familiaridad entre las dos. Eran de-

—¡Ohtsukii!- Anna gritó tan fuerte que hizo que Loreto se tambaleara y cayera al suelo.

—Ahora, quienes quiera que sean los que están detrás del ataque a Loreto y a Ohtsuki, debería temblar de miedo. Pues no sólo hizo enojar a un ser divino, sino que también a una elegida de los Dioses.

—¡Oh! Qué coincidencia, también somos Dioses caminando sobre la tierra.- Loreto escuchó una voz justo a su lado, y ciertamente, allí, donde antes no había nada ahora estaban tres personas, no. Dos y un… ¿Cuerpo?