Discoteca, 30 minutos atrás.
Ohtsuki tomó con fuerza la espada japonesa y se puso a la ofensiva. De un paso redujo a cero los diez metros que lo separaba de la pareja.
Ellos no tardaron en reaccionar. El chico andrógino se colocó entre la chica y Ohtsuki. Recibió la espada con sus puños y desvió su trayectoria, estos se movieron a una velocidad y precisión que sorprendió a Ohtsuki. Al desviar el ataque con la espada el chico ocasionó que él bajara la guardia, él no la desaprovechó. Con esa velocidad que sobrepasaba la barrera del sonido. Le golpeo en el estomago con un gancho. La fuerza le sacó el aire y lo elevó en el aire. Chocó con un soporte de acero y este cedió como si fuese de juguete. Ohtsuki siguió elevándose aun luego de que el techo cediese por completo. Su conciencia volvió y se percató de que estaba volando. Respiró en busca de aire. Dio una vuelta en el aire y se apoyó en la nada. El aire a sus pies se volvió solido por un segundo. Se impulso hacía abajo, donde estaban las dos divinidades.
Ohtsuki apunto su espada a su enemigo y cayó sobre él. Sin alterar un milímetro su trayectoria. Sintió como su espada le cortaba, pero no lo suficiente como para ser letal. Al caer, logro colocarse en medio de los dos. Era una gran oportunidad para atacar y matar a ambos de una sola vez. Giró sobre sus talones y con todas sus fuerzas movió su espada lo más rápido que él podía.
—300万カット! (¡Tres millones de cortes!). - Su mano se convirtió en nada mas que una mancha. Los cortes iban si precisión, pero en cambio con mucha velocidad, y con ello mucha fuerza.
Su brazo se detuvo en seco. Él no planeaba detenerse aun, pero por más fuerza que hiciese, su brazo no se movía. Sintió presión en su muñeca y volteo a ver que había pasado.
Una mano pálida y delicada, sus uñas estaban bien cuidadas y recortadas. No tenía ni una pizca de suciedad. Era como las manos de una chica.
—Me sorprende no solo que haya sobrevivido mi primer ataque, sino que te colocases entre nosotros y atacases. – El chico andrógino le tenia el brazo con su mano mientras se miraba el brazo con el que le había golpeado antes. Su cuerpo se veía tan delicado, pero la fuerza que poseía era increíble. Ohtsuki chasqueo con su lengua. Intentó soltarse, pero era imposible.
—Creí haber puesto bastante fuerza en mi golpe ¿Cómo así estás en una sola pieza? Usé un 20 % de mi fuerza…
—Me estás subestimando… - Ohtsuki cerró sus ojos y se concentró en su espada. Es hora de que me des un poco de tu poder, Izanami.
Como si su espada tuviera conciencia, esta le respondió liberando un aura teñida de colores rojos oscuros y violetas. Ese aura se extendió por su brazo y subió hasta detenerse en el hombro.
Abrió los ojos, y estos cambiaron de color. Sus antes negros irises ahora eran rojos.
Como si la fuerza de aquel chico no fuese nada. Ohtsuki se soltó y con un solo movimiento de la muñeca a una velocidad imperceptible. Cortó su brazo desde base.
—Oh… planeaba partirte en dos. Parece que un 10% no fue suficiente. – El chico logró esquivar la muerte, pero aun así le cortó su brazo.
Con disgusto aparente su rostro se llenó de furia.
—¡Selene!- Él llamó a su pareja de un grito. La chica, a quien él llamó Selene, abrió sus ojos los cuales mantuvo cerrados en todo momento. Sus irises eran blancos en su totalidad. Parecía ser ciega, pero con la intensidad que miraba la herida del brazo de su amado. Daba a pensar que no era cierto.
Selene extendió sus brazos a los costados y de sus manos emanaba una luz blanca.
Ohtsuki, sintió un escalofrío subir por su espalda. Sentía un mal augurio proviniendo de esa mujer. Se puso de pie y se dispuso a atacarla. Pero el joven se interpuso entre ambos. Se lanzo hacia Ohtsuki listo para atacarle con su brazo izquierdo. El que Ohtsuki le cortó. Sin dudar o preguntarse si se equivocó o el miembro fantasma le confundió. Aquí se acaba, cortaré a ambos de un solo ataque. Con el aura en su brazo derecho, alzó la katana con ambas manos. No podía tomarse el lujo de pedirle más fuerza a Izanami en un momento tan crítico, por lo que decidió atacar así.
La luz en ambas manos de Selene llegó brillaban tanto que Ohtsuki tuvo que entornar sus párpados. Pero no se atrevía, no debía a quitarle la vista ni un solo segundo. Acto seguido, unió sus manos y las dos bolas de luz se unieron y crearon, aunque imposible una luz aun más brillante. Sus parpados se cerraron. Su cuerpo decidió que ya no podía soportar tal luz, y si lo hacía podría dañar su vista. Pero eso no era nada para él. Magnífico sus sentidos les percibió. Su calor, el distintivo olor y el aura única de energía que poseían. Escuchó cada movimiento que su cuerpo físico realizaba y les localizó. Y atacó a ambos. Trazó con su espada de arriba hacia abajo diagonalmente. Sintió un poco de resistencia y luego todos sus sentidos se apagaron.
Selene lanzó aquella bola de luz hacia adelante. Mientras que el joven de bello rostro y de baja estatura lanzaba un golpe con un brazo que no estaba. La luz muto su forma. Los rallos de luz que iban hacia todos lados y hacia que aquella luz fuese amorfa. Se unió y formó una clase de líquido, se adhirió al cuerpo del chico y tomó forma de brazo. Con el mismo impulso que iba y ahora con un nuevo brazo. Intercepto, y rompió en dos la negra katana japonesa de Ohtsuki. Continuó y conectó con el 100% de su fuerza en el rostro de Ohtsuki. El brazo de luz liquida, tomó su forma original y liberó toda su energía a quemarropa.
La discoteca, Ohtsuki y todos dentro de ella se vieron afectados en su explosión.
Solo tres personas quedaron en el páramo que Selene causó.
—Recibió La luz del sol que es reflejada en la Luna
—Parece estar inconsciente… vámonos, Ya te divertiste suficiente Endimión, ahora tenemos que ir a por lo que nos pidió mi padre.
—¡Aghh! Que buen ejercicio luego de dormir más de dos mil años.- Endimión se desperezo estirando su único brazo. Los dos comenzaron su marcha hacia su objetivo.
—Cariño… ¿Por qué lo traes contigo?- Endimión le sonrió y dijo. —Si despierta, quiero luchar con él, y esta vez en serio. Ojalá el también luche con todo.- La chica le miró, con sus parpados entrecerrados.
—¿Quieres hacer desaparecer este país? Te recuerdo que pertenece mayormente a la iglesia romana. Hacer micho caos nos traerá atención innecesaria.
—¿No crees que expulsar a su espía de uno de los mayores tesoros de la iglesia es llamar bastante la atención?- Selene no pudo contestar a eso, tenía razón. Seguramente ya estaban actuando o tomando medidas para recuperarle.
Un objeto llamó la atención de la chica. Ella se acercó a este y lo recogió.
—Juraría que sentí aquí la presencia de una Diosa…
—¡Vamos! También necesito que me cures, que andar manco no me hace nada bien. Arruina mi estilo.- Endimión la apresuró. Ella guardó el pedazo de metal, suspiró y fue detrás de él .
● ● ●
Ella aun no podía creer que Ohtsuki perdiese. Aquel quien junto a Crelia la sacaron del mar viscoso y oscuro en el que se encontraba sumergida en desesperación y agonía. Ohtsuki y Crelia le dieron una razón de ser. Un objetivo por el que luchar. Pero justo frente a sus ojos, estaban tres personas. Dos eran rubias. Una chica que mantenía los ojos cerrados y una expresión seria y distante. Y el chico, que a pesar de lo perfecto que era su aspecto, a Anna solo le causaba repulsión. En sus brazos cargaba con el cuerpo de Ohtsuki. Ella no podía identificar en qué estado se encontraba. No era difícil, pero su estado actual le impedía concentrarse y detectar cualquier indicio de vida, como su calor corporal o si sus centros de energía seguían funcionando.
El cuerpo de Ohtsuki se encontraba desnudo parcialmente. No quedaba nada de la camisa elegante que llevaba. Tenia la piel quemada en ciertas partes, pero nada lo suficientemente grave como para indicarle que estuviera muerto. Y aun así, el verle inconsciente y en brazos del enemigo le enfurecía.
—Tranquila, sé como te debes de sentir. -Crelia se le acerco y le colocó su pequeña mano sobre su hombro. Todo su cuerpo estaba envuelto en llamas, y a esa distancia, con el fulgor de sus llamas a esa distancia haría mucho más que solo quemarla, pero lo único que ella sentía era el calor de su cuerpo.
Anna suspiro y les apunto a ambos con su arma.
—Será mejor que me entregues a Ohtsuki.- Colocó su dedo sobre el gatillo.
—Claro, te lo entrego.- Endimión lo alzó del cabello y le mostró el rostro.
Anna se relajó al ver que solo estaba inconsciente.
—Si nos dais a él.- Terminó su frase. Ella se había relajado demasiado rápido. Volvió a ver a Loreto, a quien Endimión señalaba.
—¡Eh! ¿Yo?.- Loreto abrió mucho los ojos. Ya estaba hastiado de lo que sucedía alrededor de él durante la última hora y aun no acababa.
—¿Qué es lo que quieres de mi niño? ¡Ah, sí! Me fui sin pagar, mierda. Toma. – Loreto hurgo en sus bolsillos en busca de su billetera, la encontró hizo una cuenta del aproximado y saco unos cuantos billetes..
—¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja! En serio no sabe nada ¿Eh?- Endimión se rio desquiciadamente. Loreto no entendía el por qué de su risa, pero lr causaba escalofríos.
—Loreto, será mejor si te alejas de él.- Le recomendó Crelia. Él no sabía por qué pero estaba de acuerdo con ella. Algo en él le incomodaba. Y el cuerpo inconsciente del compañero de Crelia y Anna le preocupaba.
—Anna.
—Sí, señora.- Crelia solamente dijo su nombre. Pero Anna sabia bien lo que ella quería.
Tomó el arma con ambas manos y apuntó.
—¿Crees que una simple pistola hará algo?- Endimión la provocó.
Ella sonrió. Siete puntos de luz azul aparecieron a su alrededor. Sacó el cargador de la pistola y estas siete luces se colocaron en el cartucho. Recargó y apuntó una vez más con ambas manos.
—0,8 segundos… aún no mejoro el tiempo.- Sus ojos azules voltearon a ver a su enemigo. Su determinación era algo que si había mejorado. Pero su falta de experiencia le cegaba y no veía cuánto había mejorado.
Sin advertencia alguna, disparó. Presionó el gatillo dos veces y las balas de energía siguieron trayectorias imposibles para balas comunes. Una arqueo su trayectoria y le dio en el costado derecho de su pecho y la otra bala fue directa a la cabeza. No eran sorprendentemente rápidas, pero el no las esquivó. Ella no supo si fue por que no pudo o no quiso.
Los disparos conectaron en él y explotaron. Una nube de humo se alzó y lo cubrió por completo. Ella no lo podía ver. Pero no quiso pararse a ver si funcionaron y disparó el resto del cargador.
Unas fueron directas y otras arqueadas. Pero todas dieron en su objetivo. Se escucharon cinco explosiones más. Anna sabia que, de alguna manera u otra, él había logrado salir ileso En su enfrentamiento con Ohtsuki. No podía darse el lujo de subestimarlo. Invocó otras siete bolas de energía y las recargo en su Desert Eagle.
Una vez más descargó el cargador en Endimión dando paso a más y más explosiones.
—Interesante.- Ella logró escuchar que alguien hablaba dentro de la columna de humo que sus continuos disparos causó. —Me confíe en que no me haría daño en lo absoluto.- Anna sabia que el no se iba a quedar quieto y recibir todos aquellos disparos como un tonto.
Endimión sacudió su brazo y despejó el humo con una corriente de aire.
—¿Qué?- Se le calló el alma a los pies al ver en la condición qué él estaba. Sabia que no moriría, pero ¿Esto?
Endimión estaba casi ileso. Se cubrió de los disparos con una burbuja transparente. Y ningún disparo lo atravesó.
Él estaba frotándose la frente como cuando a un niño le daban un cosco en la frente. Allí, en su frente donde ella apuntó su primer disparo. Su piel estaba abultada y rojiza. Una chichota fue lo máximo que su disparo le hizo a Endimión.
—¡Tch!-. Anna se preparó para recargar de nuevo su pistola.
—¡Cuidado!- Loreto gritó a su lado. Ella se preguntó el por qué estaba tan alterado. Pero su mejilla pronto lo supo.
Él se había movido al contraataque y ella no lo pudo ver hasta que recibió su puñetazo.
Sintió como perdía el equilibrio y su vista se nublaba. Su cuerpo dio vueltas en el aire. Rebotó en la acera y chocó con el portón de una casa y las barras de este se incrustaron en su cuerpo.
Caliente. Su cuerpo estaba ardiendo. Sentía cómo la sangre abandonaba su cuerpo. Pero no podía hacer nada. Con un solo golpe. Un solo golpe le bastó a Endimión para dejarla en esa situación. Quería darse pena a sí misma. Pero su mente se deslizaba entre la inconciencia y la conciencia. Bien era cierto que había vivido mucho tiempo. Pero no por su propia voluntad y poder. Su contrato con Sedna le permitía vivir mucho tiempo y utilizar sus poderes. Pero aquella persona era muy distinta a ella. Sintió como por sus mejilla bajaban un par de lágrimas. Le costaba respirar y sentía un nudo en la garganta, aunque ella dudaba que eso tuviera algo que ver con el estado en el que se encontraba.
—¡Oye, tú! ¡Crelia, dijiste que eras un ser divino, un ángel o lo que sea! ¡Haz algo, no te quedes ahí mirando como la matan!-. Anna, con su conciencia difusa escuchaba como Loreto le reclamaba a Crelia que hiciera algo. Ella sabía bien que la señorita Crelia no podía hacer nada sin un cuerpo físico. Es por eso que le pidió a Anna que hiciera un poco de tiempo hasta poder recuperarlo.
Ella miró a donde Crelia y Loreto estaban. Ella estaba quemando su cuerpo con sus cálidas llamas. Cada parte que era quemada se trocaba y volvía parte de su cuerpo. Su alma comenzaba a tener forma física. Crelia en ningún momento le dijo lo que haría, ni Anna la había visto antes en su forma angelical. Pero eso no cambiaba cual era su misión actualmente. Y por la que daría la vida sin dudar.
Invocó una vez más las luces de energía. Aunque esta vez la absorbió su cuerpo. En cuestión de segundos su conciencia se aclaró y la fuerza le volvió a su cuerpo. A ese paso sus heridas sanarían. Pero no era una cura milagrosa. Tenía sus efectos secundarios y condiciones. La primera, era que la sangre perdida no se recuperaba a la misma velocidad que sus heridas. La segunda, es que el absorber energía del exterior, le causaba una gran sobrecarga a sus músculos y órganos al hacerlos trabajar sobre los limites del cuerpo humano. Y por ultimo, si no se retiraba los barrotes incrustados, sanarían sus heridas con los objetos dentro y las infecciones no serian lo que más importase.
Habiendo recuperado sus fuerzas, Anna se levantó poco a poco. La sensación y el dolor que sintió no era algo agradable. Pero peor era tener que lidiar con objetos encarnados a su piel.
—¿¡Qué haces!? ¡Tal vez no sientas nada por la adrenalina, pero puedo ver muy bien que estás en tu límite! ¡Tu cuerpo está al borde del colapso y podrías morir!- Anna le escuchó mientras jadeaba del cansancio. Se volteó a Loreto.
—Dudo que lo entiendas… mi vida se acabó hace mucho. Ahora que estoy al servicio de Iblis, daría con gusto mi vida si ella me lo pidiese.- Ella analizó el rostro de Loreto. Su expresión le dijo de que él la lograba entender.
—Sé muy bien es el querer dar tu vida por una razón. Yo mismo la daría sin dudarlo si eso trajera a mi hijo de vuelta. – Loreto la miró con los ojos empapados en lágrima. —¡Pero es imposible!
—¿Estás seguro de eso? – Detrás de Loreto, una voz desagradable, que sonaba casi como el chirrido de un pájaro sufriendo.
Anna levantó la mirada a donde creyó que venía la voz y no vio nada.
En su espalda solamente estaba el celular roto de Loreto. Incrustado por lo que quedaba de la espada de Ohtsuki.
El color de la piel de Anna comenzó a palidecerse. En su rostro se pinto el pánico y el miedo. Recordó de quien esa voz. Nunca la había escuchado en persona. Pero Ohtsuki se la describió de una manera tan grafica que en ese entonces le dio escalofríos.
"Cuando la luz del ocaso haya ocultado su luz del mundo. Y los pájaros hayan ido a dormir. Despertarán los nocturnos y se comerán a los que hayan ido a dormir. Los chirridos de las pobres e inocentes aves y la de las aves nocturnas, sus aleteos y rasguños, harán de tono, su voz."El cuento no eclipsó la realidad, por lo contrario. Era peor.
Sus piernas cedieron y su cuerpo comenzó a temblar.
¿Cómo Ohtsuki pudo llegar a un trato con semejante abominación?
—Parece que por fin llega alguien que me pueda liberar de este aburrimiento.-Endimión sonrió entre dientes. —Estaba por pedirle a Selene que me pusiera a dormir por otros 2000 años a ver si para entonces habría alguien con quien valiese la pena luchar.- Descruzó sus brazos y se dirigió hacia la voz.
—Niño impertinente. Joven, te doy mi fuerza si me permites usar tu cuerpo un segundo. – El dueño de dicha voz apareció entre una nube oscura y densa.
Su piel era pálida y su cabello negro azabache. Era largo y lo tenia liso, un poco desgreñado. Tenia unas gran ojeras purpuras que contrastaban con su níveo tono de piel. Sus labios estaban pintados de negro. Y sus ojos rojos, penetraban con intensidad, mandando escalofríos a aquellos en quien se posaba. Una belleza japonesa.
—¿Mi… cuerpo? – Loreto la miró a los ojos, pero los desvió inmediatamente mientras jadeaba por aire.
Es fuerte… el aguantar ante la presencia de un Dios maligno e incluso resistir su mirada. Pensó Anna, mientras intentaba calmarse. Debía hacer algo. No podía dejar que hiciera un pacto. Sería malo para Loreto.
Se incorporó lentamente apoyándose con los brazos.
—Loreto… escúchame. Aléjate de ella, vete de aquí. Esto se puso demasiado complicado. Incluso Ohtsuki tendrá problemas si se despierta.- Su cuerpo se balanceaba inestablemente por cada paso que daba. Sus ojos y oídos sangraban debido a la gran carga que le ejerció el impulso de energía. Su vista volvió a nublarse. No veía a más de tres metros de distancia. Pero aun así seguía.
De un pronto a otro su cuerpo le dejó de responder. Todo se tornó negro, sintió como perdía el balanceo. Iba a caer al suelo.
Sus sentidos volvieron. Ella no sabía cuanto había pasado, pero no sentía como si su cuerpo estuviese sobre el frio y duro suelo. Sentía el calor y la suavidad de una persona.
—¿Señorita Crelia?- Abrió sus ojos y vio el rostro de quien la tenía en brazos.
—No exactamente. – Loreto recibió su mirada con una sonrisa.
—¿Qué haces aquí? Debes huir. – Las palabras salían distorsionadas. Apenas podía mantenerse consiente, era un gran trabajo extenuante para ella el sólo decir una palabra.
—Mi vocación como doctor me lo impidió… hace mucho no actuaba de esta manera. Ignorando mi propio bien y arriesgarme por los demás. Pero la situación me hizo recordar mi vieja maña.
—Tonto… gracias. - Loreto sonrió con amabilidad.
—¿Crees que es sensato ignorar lo que sucede? Te recuerdo que vienen a por ti. – Anna insistió.
—Tu amigo despertó. – Fue todo lo que dijo.
Anna intentó levantarse. Pero su cuerpo se quejó y se lo impidió. Se quejó gimiendo del dolor. Su conciencia casi se le escapa una vez más.
—Tranquila, Crelia al ver que se despertó, sonrió aliviada y me dijo que me encargara de ti. No se que sucede, pero después de analizarlo tranquilamente. Me doy cuenta de que esto no es un sueño. Y que ustedes no son el bando malo.- Anna abrió mucho los ojos. Loreto la miraba con esperanza. A lo que ella desvió su mirada.
Si supieras ¿No me habrías abandonado aun así?