El Reino Helado de Runturias era un reino externo. Eso quería decir que no estaba fijado en el mismo plano terrenal del mundo sino que se situaba en un plano alterno.
Los reinos alternos eran obra y creación de usuarios de Nivel Dios de altas capacidades que podían crear planos alternos y fijar entradas en el plano terrenal.
Muchos usuarios de Nivel Dios en la cima de su vida preferirían crear planos alternos y mover sus reinos, dado que eran más seguros. De está manera podían controlar la única entrada y protegerse mejor de posibles ataques, de está manera si por alguna razón el usuario Nivel Dios muriese o no estuviese presente su descendencia podría cuidarse y sellar la entrada para entrenar en reclusión hasta conseguir nutrir otros expertos del mismo calibre.
Sin embargo, el Reino Helado de Runturias era diferente, no solo abría sus puertas anualmente sino que realizaba una famosa competencia llamada la Búsqueda de la Nieve Primordial con no otro límite para el ingreso que el talento.
Esto llamaba mucho la atención de los genios de clanes no tan poderosos y guerreros o magos independientes, ya que significaba una oportunidad.
Los ganadores recibían diferentes premios y apoyo, a algunos incluso la oportunidad de ser parte del Reino y recibir su legado.
Un crucero de batalla se dirigía al mar congelado de Runturias donde se ubicaba la entrada al plano alterno del reino.
Ahí nueve jóvenes se encontraban reunidos, cada uno de ellos emanaba una presencia poderosa correspondiente a usuarios de Nivel Santo, eran los prodigios que su secta había elegido para la competencia.
Uno de ellos miro con rencor a otro y exclamó, -"Uran está vez no caeré en tu trampa, limpiare el suelo contigo."-
El joven llamado Uran sonrió y respondió, -"Eres patético Saran, inténtalo si quieres, obtendrás el mismo resultado."-
De repente otro agregó, -"¿Pero El Reino Helado no había sufrido hace como diez años un ataque por parte del Nivel Dios de la secta del Qilin de Hielo? Pensé que permanecerían en reclusión mucho más tiempo, su Nivel Dios no es especialista en combate."-
Existían varios usuarios de Nivel Dios, pero entre ellos también habían diferencias, aunque no lo pareciese no muchos eran expertos en batalla, por ejemplo el usuario Nivel Dios del Reino Helado era una experta en adivinación y leyes del tiempo, pero su capacidad de combate era muy reducida.
Hace años en una de las búsquedas de la nieve primordial el reino sufrió un ataque de la secta del Qili de Hielo, sufriendo grabes daños, se esperaba que estuvieran en reclusión por un centeno pero para sorpresa de todos abrieron sus puertas al cabo de once años.
-"¿No lo sabías Yun? El ancestro del reino invitó personalmente al Dios del Relámpago a que presencie la competencia, con él observando solo los dementes se atreverían a causar problemas."-, dijo otro joven de apariencia sencilla.
-"!¿Qué?!, ¿El Emperador del Imperio Vanar'lar ha venido en persona?"-, exclamaron Uran y Saran al mismo tiempo.
El Emperador de Vanar'lar era un Nivel Dios de la Espada, especialista en batalla y de los más fuertes. Muy pocas personas podían seguirle en batalla y no se sabía de alguien que lo pudiera vencer.
-"¿Te imaginas que reconozca nuestro talento y nos tome aprendices?"-, dijo uno de los jóvenes emocionado.
-"Estás loco Liu, somos genios en nuestra secta pero aquí estamos a las justa en el intermedio, probablemente tu sueño este reservado para los caballos negros de esta competencia."-, haciendo referencia a aquellas personas que sin clan o familia alguna respaldándolos llegaban a ser inmensamente fuertes por su esfuerzo propio.
En ese momento el crucero de batalla cruzo el portal y al ingresar al nuevo plano observaron un mundo de hielo en el que nevaba constantemente.
Había un inmenso mar congelado y a lo largo se divisaba un impresionante palacio hecho completamente de hielo.
Diferentes bestias de hielo y nieve revoloteaban por doquier junto a los otros miles de cruceros que ingresaban por los portales.
Pero lo más llamativo era que en el centro del mar las nubles se conglomeraban y estrepitosamente relampagueaban entre ellas, como si la furia de los cielos quisiera decender sobre la tierra.
En el centro del mar de relámpagos formado por las nubes había un elfo que vestía una armadura muy simple y bebía de una botella un liquido azul muy llamativo que producía su propia aurora.
A su alrededor miles de lobos de diferentes colores descansaban y observaban los cruceros.
De repente junto al elfo un pequeño portal apareció y una mujer avanzó a través de el. Su apariencia solo podría ser describía como divina. Sus facciones eran perfectas como si de porcelana se tratase y su piel era casi transparente como un cristal.
Se acercó lentamente al elfo y agacho la cabeza antes de hablar, -"Su Excelencia, espero que nuestra hospitalidad sea de su agrado, ¿Puedo servirle en algo?-"
-"Mei, solo accedí a ayudarte a proteger tu reino en esta oportunidad porque hiciste un juramento de sangre, me dijiste que aquí estarían presentes dos personas conectadas a mi por el destino."-, dijo el Dios del Relámpago.
Luego voltio verla y continuo, -"Sé que por tu habilidad no puedes interferir en el curso del destino siendo incapaz comentarme lo que viste, pero puedes escapar a los ojos de los cielos en ciertas situaciones así que no te pediré nada más que señalarme a las personas en mención, yo me encargaré del resto."-
Mei asintió, luego voltio y con su cristalino dedo señalo el crucero donde los jóvenes habían estado conversando. Al realizar esta simple acción su cuerpo empezó a resquebrajarse y a sangrar, pero todo esto parecía no afectarla, luego de un momento concluyó, -"Las dos personas en mención tiene la marca de los olvidados, son enemigos destinado, elige sabiamente a quién apoyaras, muchas cosas pueden variar dependiendo de tu elección."-
Mei cayó al suelo exhausta y escupió un poco de sangre, luego sacó unas píldoras de su bolsillo y se las tragó.
El Emperador del Relámpago asintió y empezó a observar a las personas que en un futuro influenciarían su destino.