Chapter 2 - Un nuevo comienzo

Astalris había cerrado sus ojos. La oscuridad lo invadió, el vacío se acercó, el comienzo del nuevo ciclo esperaba.

De repente su conciencia se encendió. No entendía donde estaba, no sentía absolutamente nada, solo había oscuridad. Paso el tiempo, días, semanas, Astalris esperaba pacientemente, para un elfo de su edad estos días eran minutos.

Pero de pronto, lo logró sentir, el motivo de todo lo que consiguió en su vida, la razón por la que pudo luchar contra su destino de sirviente y alcanzar la cima del mundo. La felicidad lo inundó.

Sentía mana.

El mana es la fuerza del mundo, existía en todos lados en diferentes proporciones.

El mana tiene diferentes funciones, sin embargo, la principal es la de combustible para el uso de la magia tanto de manera personal, es decir un mango que crea y nutre su centro de mana o de artefactos que con piedras de mana se logran utilizar por cualquier persona, por ejemplo cañones mágicos o rifles elementales.

El descubrimiento dejó pensativo a Astalris, ¿Donde estaba? Aún no lo sabía, pero si podía sentir mana, probablemente no se encontraba muerto. ¿Pero, y su cuerpo? Astalris optó por dejar de lado las preguntas sin respuestas y empezar a juntar mana para nutrir su centro de mana.

El centro de mana para las razas de lo poseían, hacía la función de compartimiento para guardar el mana del ambiente o piedras de mana para su utilización posterior. Mientras más grande el centro de mana más capacidad mágica tendría el mago en un futuro. Astalris provenía de una familia muy humilde así que fue instruido y empezó la nutrición de su centro de mana aproximadamente a los 13, siendo la edad adecuada a los 7.

Si bien los elfos no necesitaba crear su centro de mana como los humanos, pues al ser una raza con afinidad mágica innata y estar bendecidos por la naturaleza nacía con el, de manera similar debían nutrirlo. En otro elfo la nutrición desde los 13 años había suponido una gran desventaja, pero Astalris era un genio y logró suplir los años perdidos a través de esfuerzo duro y talento.

Pasaron meses hasta que Astalris logró su cometido. Su centró de mana era lo suficientemente grande para guardar el mana necesario para utilizar una técnica llamada Visión Sensorial que le permitía ver su alrededor a usando el mana. Quizás no tenía ojos o su situación no le permitía usarlos, pero a través del mana podría entender y conocer donde se encontraba y cual era su estado.

No obstante, su sorpresa fue inmensa cuando al observar su ubicación se dio cuenta que se encontraba en el vientre de una persona, su propio cuerpo era diminuto, ni siquiera estaba formado completamente.

-"¿He reencarnado? ¿ES UNA BROMA? Estoy en el maldito vientre de una mujer y pronto naceré, AHHHHHHHHHH."-, pensó Astalris.

Diferentes emociones lo inundaron, ni siquiera un imbatible emperador de su edad permanecería indiferente ante tal información.

Sabía que la reencarnación era posible, existían diferentes razas y sectas que la utilizaban pero era muy diferente a lo que le estaba sucediendo, se limitaban al reemplazo de cuerpos o suplantación de conciencia, no a literalmente un nuevo nacimiento.

De lo que podía observar la mujer que lo llevaba residía en una pequeña casa, con utensilios y objetos simples, había otro ser, probablemente su padre que permanencia junto a su futura madre la mayor parte del día.

Astalris se quedó en blanco, no sabía que se suponía que hiciese o que debería hacer, en el claro supuesto de que lograse nacer sin complicación alguna.

Una nueva vida, el mundo le estaba dando una nueva oportunidad.

Pero, ¿Qué hacer con ella?

¿Recuperar lo tenía? ¿Para qué? Nunca quiso o necesito lujos o dinero.

¿El Imperio, ser Emperador? Nunca lo quiso, fundó el Imperio porque no deseaba ver más como las casas élficas y los enemigos de su gente los perseguían, como su familia murió, el caos existente en su raza.

¿Conseguir fuerza y poder? Era un Dios de la Espada y un Dios Mago, sin contar sus habilidades en la alquimia y herrería, la restauración de su antiguo poder era solo cuestión de tiempo y entrenamiento, de hecho era muy probable que llegase a ser más poderoso que en su vida pasada, dado que contaba con la oportunidad de nutrir su centro de mana desde el vientre de su madre.

¿Venganza? ¿Contra quien? ¿La secta demoníaca? ¿Su hijo encarcelado? Sentía que era lo correcto, eliminar la secta, si tuviera posibilidad lo haría, pero por alguna extraña sensación no sentía odio ni sed de venganza ya. Decidió que lo pensaría.

Mientras meditaba, las palabras de su primer maestro resonaron en su cabeza, estas fueron dichas cuando su odio irracional que tenía por la raza naga, quienes fueron los autores del ataque que acabó con su familia iba desapareciendo a través de los años.

"En todo caso, deberías ser feliz.

Cuanto más olvides, más cerca estarás de la felicidad.

Llegará un día cuando lo olvides

Y entenderás que olvidar no es algo malo.

Cuando olvides, renacerás.

Es un evento digno de celebración.

El renacimiento es algo que muchas personas desean.

Si tiene éxito, será un milagro a través de los eones, un logro que sería admirado por muchos emperadores.

Desde hace millones de años, muchos lo han intentado simplemente para fracasar."

En ese momento Astalris entendió las palabras de su maestro a un nuevo nivel que solo el podría entender.

Una nueva vida, un nuevo comienzo.

Todo el dolor, el sufrimiento, las perdidas, los lazos, todo se acabó.

No tenía que cargar con nada más.

Había renacido.

Era libre.

Podía hacer lo que quisiese.

En ese momento, Astalris pensó en el único remordimiento que tuvo al partir en su lecho de muerte, pensó en su hija.