Chapter 5 - Primeros meses

Astalris se encontraba reposando en su cuna, había poco que pudiese hacer en su condición.

Su día a día consistía en meditar y en absorber mana para agrandar su centro de mana.

Sus madre, Aeris lo cargaba a todos lados y de esta manera podía observar mejor la casa donde vivían, era de tamaño mediano, ni muy pequeña para ser considerada humilde ni tan grande para ser ostentosa.

Su padre llegaba todas las noches y se sentaban junto a su cuna a contarle su día, historias y hacer chistes mientras intentaba hacerlo reír.

Dado que la situación en la que un elfo de 2500 años de edad intentaba hacer reír a un legendario emperador de casi 900 000 años de edad era un poco extrañada. Astalris nunca se optó por reírse de los chistes o de las cosquillas, pero si escuchaba muy atentamente las historias de su padre, de ellas pudo descubrir muchas cosas.

En primer lugar desde su muerte habían pasado aproximadamente 400 000 años.

La ciudad donde residían no era una ciudad élfica, sino humana. En los tiempos de Astalris eso hubiera sido extremadamente peculiar, Astalris fundó el Imperio para reunir a las dispersas facciones élficas y sus respectivas casas, con el fin de concentrarlos en una sola nación.

Al parecer el desarrollo del Imperio no se había llevado como él lo esperaba, pero debía aceptar que no logró dejar de la mejor manera el tema de su gobernación, dado la inesperada falta de sucesores.

Asimismo se sorprendió que se le habían puesto su mismo nombre, Astalris. No sabía si era coincidencia o designio divino, pero hacía las cosas más sencillas y no tenia que acostumbrarse a un nuevo nombre.

También entendió de las conversaciones de sus padres que la situación familiar no era del todo óptima, al parecer su padre tenía algunas confrontaciones con otros herreros por la calidad y utilización de los insumos para la forja de armas. De lo que pudo entender la mayoría de los herreros habían formado una alianza, creando una especie de gremio independiente no supeditado a las órdenes del duque, habían empezado a controlar y regular los precios de las armas y armaduras en el mercado inflando desproporcionalmente los precios y reduciendo la calidad para obtener mayores ingresos.

Dado que la importación de armas de otras ciudades era extremadamente costosa los residentes de la ciudad no habían tenido otra opción que pagar lo requerido.

El duque había intentando usar su poder para suprimir a este nuevo gremio de herreros pero la influencia de estos era muy elevada y se alargaba a otras ocupaciones haciendo imposible imponerse por la fuerza.

Ante lo ocurrido el Duque acudió con Aeris para solicitar el apoyo de su esposo, Krenalis. El elfo herrero no compartía la visión de sus compañeros humanos, creyendo que el precio debería ser justo y equitativo, y en afán de pagar los varios favores y apoyo que le duque les había dado durante su permanencia en la ciudad, Krenalis optó por trabajar para el duque y formar un nuevo taller donde empezó a reclutar muchos aprendices, formando de esta manera una pequeña facción Herrera al servicio del duque y la ciudad, logrando de esta manera poder competir con el gremio hasta cierto punto.

Obviamente el gremio había intentado suprimir indirectamente a Krenalis en varias oportunidades, ninguna evidente o usando la fuerza pues ello daría motivo a que el duque ordene la detención y ejecución de ellos.

Pero aun así todo esto significaba una amenaza para la familia de Astalris.

Sin embargo, de una u otra manera el tiempo pasó y llegó la hora de celebrar. El cumpleaños número de uno de Astalris se acercaba. Pero lo más importante su núcleo de Maná había alcanzado un tamaño idea para poder empezar a utilizar magia, y El Emperador había estado esperando este momento con ansias.