Un hombre encapuchado recorría las oscuras calles de lo más profundo de la ciudad de los Sueños.
La ciudad en antaño tuvo otro nombre pero ahora ya nadie lo recordaba, todo el mundo la conocía por su apodo, La Ciudad de los Sueños.
La primera impresión que el nombre daba, era el de una ciudad hermosa, llena de expectativas y deseos, pero la verdad era muy diferente.
La ciudad fue apodada así porque los sueños eras lo único que quedaba, todo lo demás había parecido, era lo único que los hombres ahí aún conservaban.
El reino al que una vez perteneció la ciudad lo había abandonado, el control yacía ahora en las manos de oscuros poderes que solo seguían sus caprichos sin límite alguno.
Con el paso del tiempo la ciudad se convirtió el principal exportador de esclavos de los reinos que colindaba, así como de quimeras y el hogar de muchas sectas y clanes que no deseaban ser encontrados.
La ciudad, que una vez perteneció a un Imperio de Primer Nivel era inmensa, estaba conformada por diferentes niveles como si de una torre se tratase. Eran conocidos como el bajo mundo, el mundo intermedio, el mundo superior y el mundo exterior.
El mundo exterior era hermoso, los frutos de las riquezas obtenidas a través de los inmorales servicios que las personas de la ciudad proveían se podían observar ahí, parecía una ciudad celestial concebible solo en sueños. Pero claro era que el nivel económico necesario para residir en ella era extremadamente elevado, muy pocos viajeros regulares podrían costearlo, solo estaba destinada para las altas esferas de poder y nobleza junto con los comerciantes que siempre eran bienvenidos.
El mundo superior, era el nivel inferior correlativo al mundo exterior, era el destino de las personas adineradas pero que no podían compararse con los grandes clanes o realeza. Era normal en la vista y aquí se empezaban ya a realizar o ofrecer los servicios inmorales.
El mundo intermedio era terrible, aquí ver esclavos caminar en largas colas para ser vendidos era algo común, cadáveres por doquier, prostitutas muertas y gente enferma era de lo más normal.
Pero el verdadero infierno residía en el bajo mundo, el deposito de basura de la ciudad. Donde la luz del mundo ya no llegaba y la oscuridad reinaba. Aquí se escondían quienes no querían ser encontrados por el mundo, asesinos, ladrones, caníbales, toda clase de monstruos rondaban este sector.
El olor era nauseabundo capaz de hacer vomitar a quien lo oliese por primera vez, en las calles se observaban cerros de cadáveres incendiándose y inclusive habían quimeras defectuosas sueltas que devoraban los cuerpos fríos.
Y es en está oscuridad en donde aquel hombre encapuchado se movía sigilosamente hasta llegar a un edificio parcialmente derrumbado. Silenciosamente entró sin ser detectado y observo a las personas que se reunían ahí.
Diferentes hombres y mujeres se encontraban gritándose unos a otros.
-"¿Por qué no podemos quedárnosla? ¿Por qué debemos entregárselo a ese mocoso?"-, gritaba un hombre de aproximadamente cuarenta años de contextura fornida con el cuerpo lleno de cicatrices.
-"El trabajo fue matar al portador, obtener la bolsa y entregarla al cliente, en ningún momento debimos abrir la bolsa y ver su contenido. No tenemos porque discutir eso, debemos cumplir con el trabajo."-, dijo una chica de apariencia joven que portaba dos dagas rojas en su cintura.
-"Pero el cliente nunca nos dijo que adentro había una semilla original, el precio de esa cosa en el mercado negro sextuplicaría el precio que el mocos nos pago para obtenerla."-, agregó otro hombre de aspecto delgado casi esquelético que se apoyaba con un bastón.
-"No queremos problemas, nadie sabía el contenido de la bolsa, si el cliente pudo conseguir esa información no es cualquier persona, no quiero que pongan precio mi cabeza, debemos cumplir el trabajo y nada más",- insistió la joven de las dagas.
-"¿En verdad tienes miedo Erika? Te estas volviendo débil, es imposible que nos encuentre aquí y con el dinero que ganemos fácilmente podemos cambiarnos de rostro, el cliente no tiene nuestro rastro de mana y el gremio puede ser sobornado, ya no te preocupes."-, dijo un hombre inmensamente gordo con un mazo en su mano.
De pronto una linea roja se formó en el cuelo del hombre gordo, todos miraron la linea de manera curiosa y el hombre gordo sin entender que pasaba frotó con su mano su cuello. De repente de la linea empezó a brotar sangre a cantaros, no era una linea roja era un corte finamente hecho en su cuello. El hombre cayo al piso ahogándose en su propia sangre mientras intentaba pedir ayuda.
Todos sacaron sus armas y se pusieron en posición de combate, alertas buscando al causante del corte.
Sin embargo, en ese instante el hombre encapuchado avanzo desde las sombras lentamente y se saco la capucha.
Era un elfo de cabello blanco de ojos penetrantes como si fueran espadas, llevaba en su mano una espada delgada como una katana pero con adornos dorados y tras dar unos pasos habló, -"Hay que ser muy valientes para querer robarme. Ahora morid en silencio."-
Entonces de su cuerpo empezó a brotar relámpagos salvajes que se movían y su cabello a la par se levanto por la estática y de la nada desapareció.
Todos se quedaron estupefactos, intentaron rápidamente buscarlo pero un grito los despertó, voltearon a ver el motivo del sonido y solo llegaron a ver una cabeza volando tras un curte impecable. La sangre brotaba del cuerpo mutilado.
El hombre esquelético se horrorizo y gritó, -"!Es el Dios del Relámpago, JODER!, ¿Le hemos robado al Dios del Relámpago? Mierda, mierda, mierda, era una trampa, el cliente nos jodió, su Excelencia todo es un mal entendido, nosotros solo aceptamos un tra..."-, pero antes de poder terminar la frase, al intentar levantar sus manos para mostrar que no tenía su arma y no deseaba pelear, vio como sus brazos caían amputados y ante el inmenso dolor quiso gritar, aunque fue inútil, su cabeza ya estaba despegada de su cuello y caía a la par que el resto de sus extremidades.
Lo que continuo fue una masacre que solo duro unos segundos, todo el grupo de casi veinte personas yacían en el suelo descuartizados sobre un charco de sangre.
Ni una gota de sangre había manchado la ropa del elfo.
Lentamente el elfo avanzo hacía uno de ellos y de su mochila retiro una pequeña bolsa, la abrió y dentro se visualizo una semilla dorada que era rodeada de una pequeña aurora multicolor.
El elfo se retiro del edificio y avanzo por las calles camino al mundo intermedio, pero entonces observo una situación muy extraña.
Un ser de baja estatura, completamente sucio y asqueroso pelaba con un perro oscuro por un pedazo de carne. El pedazo en sí era repugnante, estaba lleno de suciedad y de tierra, pero tanto el perro como aquel ser peleaban como si su vida dependiera de ello.
Finalmente el perro mordió al ser en su brazo y corrió con el trozo de carne a unos metros para empezar a devorarlo, el ser sucio empezó a gemir de dolor y sostenía fuertemente su brazo que sangraba gravemente. Pero al cabo de unos minutos el ser se levantó y se abalanzo contra el perro nuevamente.
El elfo se encontraba sorprendido por la fuerza de voluntad del ser, porque con su poder ya había detectado que bajo esa capa de suciedad y mugre había una niña humana. No obstante, cualquier otra persona se habría reído si le hubieran dicho que eso era una chica.
El elfo apareció al frente de la niña como si se hubiese teletransportado y la sostuvo de un brazo levantándola para mirarla fijamente.
La niña no dijo nada, solo lo miro con sus grandes ojos.
Eran celestes y brillaban como estrellas, parecían gemas preciosas. Era difícil de concebir que aquella cosa mugrienta podría tener ojos tan hermosos.
-"¿Cómo te llamas?"-, dijo el Elfo.
-"Rhodena."-, dijo la niña secamente.
El elfo sonrió y preguntó, -"¿Te gustaría acompañarme Rhodena? Hay un mundo más grande que esté pozo, ¿No quieres verlo?"-
La niña lo pensó durante un largo tiempo, el elfo no la presiono o pareció incomodo por la espera, siempre sonreía de una forma muy amable y misteriosa.
Pero finalmente la niña abrió su pequeña boca y artículo las palabras que cambiaron su destino.
En un futuro La Emperatriz De Las Estrellas regresaría a la Ciudad de los Sueños y aniquilaría a todos los inmorales habitantes que ahí residían y trabajaban. Levantaría un inmenso monumento que diría:
"Aquí yace mi inicio, en La Ciudad de los Sueños. Aquí comprendí que en esté mundo los sueños solo son eso, sueños vagos y fantasioso, luciones efímeras. Pues sin decisión y voluntad, solo pueden ser olvidados. Mi camino al trono ha sido sangriento y lleno de dolor, pero jamás me arrepentí de la decisión que aquí tomé. Declaro bajo mi nombre y pongo como testigo a mi misma que posible para cualquier persona luchar contra los cielos, lo único necesario es voluntad."
El monumento y las palabras habían sigo grabadas y creadas con el aura de la Emperatriz y aún en la actualidad muchos guerreros y magos la visitaban como peregrinación y estudio, pues meditar junto al monumento u observar las palabras permitía comprender y entender a profundidad de la voluntad de la Emperatriz, lo que significaba un gran beneficio en el camino hacia la cima para cualquier persona.