Chereads / El Emperador del Relámpago: Un nuevo Comienzo / Chapter 29 - Deben pagar por su ignorancia

Chapter 29 - Deben pagar por su ignorancia

Astarlis se levantó de su asiento y miro desde lo alto a la multitud.

De está manera todos los presentes pudieron tener una mejor vista de él.

Pero el silencio reinaba en el salón y los invitados se miraban entre ellos asombrados.

Todos sabían lo que el Aura de la Espada significaba. Aquel sujeto encapuchado del que nadie había oído hablar tenía un dominio sobre la espada increíble, muy probablemente al Nivel Rey o Nivel Emperador, dado que había herido al ancestro del Clan del Tigre Infernal solo con exhibirla.

Todos miraban nerviosos a Astalris, por sus mentes divagaban suposiciones y pensamientos aleatorios sobre la fuerza del sujeto o la facción que lo respaldaba.

Entonces Astalris preguntó secamente, -"¿Es está la actitud del Clan del Tigre Infernal para conmigo?"-

Su voz ya era potente desde un inicio, pero con la activación del Aura de Espada el solo escucharla daba la sensación de ser cortados con solo oírla.

Algunos de los presentes, en especial los más débiles no pudieron resistir la voz y sus oídos empezaron a sangrar, optando por retirarse del auditorio para evitar pasar vergüenza.

El ancestro del Clan del Tigre Infernal rápidamente se puso de pie con ayuda de sus descendientes, miro con resentimiento a Astarlis pero inmediatamente junto sus puños en forma de saludo y exclamó, -"Mi nombre es Xandris Ignaris y le ofrezco mis más sinceras disculpas señor. Tengo ojos pero no he sabido usarlos, espero que pueda ser mejor persona y olvidar esta vergonzosa actuación de mi parte. Estaríamos más que contentos de indemnizarlo por las molestias ocurridas, el pago del jarrón ira por parte mía como regalo para su señoría."-

Xandris no estaba asustado del experto, si bien era más fuerte que él, actualmente estaban en la Mansión de los Siete Placeres y había varios aliados suyos presentes. Claro que no estar asustado no significaba que deseara tener una mala relación con alguien tan poderoso.

Todos esperaron la respuesta de Astalris, muchos creían que Xandris estaba acabado pues había ofendido a la persona equivocada.

Pero la verdad era otra, Astalris sangraba internamente y empezaba a sentirse mareado. De igual manera si bien el Aura de la Espada era extremadamente poderosa, no era algo que podría usar todo el tiempo, generaban en su cuerpo una presión mental y física difícil de soportar con su condición actual. Debía recuperarse en esté momento, pero si demostraba el mínimo signo de debilidad sería devorado por los presentes.

Debía pensar una forma de poner fin a la disputa pero generar un gran impactó para evitar que intentasen tener problemas con él.

Entonces finalmente dijo, -"Aveces los perros olvidan quienes son los amos, te dejaré ir hoy porque no estoy de humor para derramar sangre."-

La multitud suspiro aliviada al oír las palabras de Astalris. No obstante cuando pensaron que todo había pasado al olvido, Astalris continuo mientras una fría sonrisa recorría su rostro, -"Pero si te dejó ir así nomas, las personas podrían confundir mi benevolencia con debilidad, por eso tú y los demás que creyeron que podrían jugar conmigo deben pagar con sangre por su ignorancia."-

Dicho esto Astalris levantó su mano y de ella brotaron tres pequeñas espadas transparentes formadas de su aura y con un simple gestó volaron rápidamente en direcciones diferentes.

La multitud solo alcanzo a seguir una de ellas que se digirió hacia Xandris y colisiono con su pecho como si intentara apuñalarlo.

Xandris trató de correr pero la espada fue más rápida, al colisionar con su pecho esté cayó al piso y empezó a vomitar sangre.

No tenía heridas visibles o perforación alguna, pero claramente sabía lo que ocurría. La espada había sido dirigida a su alma, la había cortado.

A diferencia de las heridas físicas, el alma era algo muy delicado para los guerreros, quienes a diferencia de los magos no la reforzaban o mejoraban.

Ademas existían pocos tesoros que pudieran curar el alma de uno, lo que implicaría un largo tiempo de recuperación.

Xandris maldijo en silencio, mientras tomaba unas píldoras para compensar la perdida de sangre y activaba su signo divino que al parecer tenía efectos regeneradores.

En ese mismo momento en la habitación oculta, el Gran Anciano al advertir que una de las espadas se dirigía hacia él activo inmediatamente sus signos divinos, las imágenes fantasmales de una enorme serpiente negra y un mamut rojo aparecieron a su espalda, rodeándolo de una energía protectora. Pero todo fue inútil, la espada a travesó como si fuera mantequilla su energía protectora e hirió su alma.

Andrew avanzó rápidamente a ayudarlo, pero el Gran Anciano lo detuvo y procedió a levantarse solo.

-"Tenías razón, desde un principio sabía que estábamos acá, no sé como lo supo pero claramente entiende que pudimos detener a Xandris pero lo permitimos, estamos en una mala situación."-, dijo mientas escupía al suelo un poco de sangre.

Luego miro a Adrew y dijo, -"Busca un buen regalo, en el intermedio del evento iré personalmente a disculparme, también habla mentalmente con Ana, si consigue que Erun esté de buen humor para cuando lleguemos será ascendida."-

Por otro lado, en uno de los palcos blancos reservados para la alta nobleza, Jair también había recibido un de las espadas de Astalris, se encontraba en el piso vomitando sangre.

-"¿Cómo es posible? Solo Andrew sabía que estábamos aquí, ni siquiera hemos prendido las luces exteriores del palco, ¿Qué le diremos a su alteza?"-, gritaba confundido Augusto el consejero del príncipe Robert.

-"Adalía, ¿Conocemos a ese experto? ¿Lo hemos ofendido de alguna forma?"-, preguntó tosiendo Jair.

-"No lo sé, no recuerdo a nadie con ese nombre, muy probablemente sea un disfraz, pero no logró identificarlo"-, dijo Adalía nerviosa.

El grupo empezó a discutir acaloradamente a la par que intentaban ayudara Jair que había sido atacado sin previo aviso y se encontraba en mal estado. Su condición era grave, a diferencia del Gran Anciano y de Xandris que eran usuarios de Nivel Rey, él simplemente era de Nivel Avanzado. Aunque ya contaba con un pie en Nivel Santo la diferencia de poder era simplemente abismal, en verdad tendría que pasar cierto periodo de tiempo hasta que pueda volver a estar en perfectas condiciones.

Finalmente Astalris volvió a su asiento y se sentó tranquilamente. Aunque internamente se desplomó, su condición no era muy diferente a la de los heridos, la presión enviada por Xandris lo había dejado en una condición patética.

-"Debo recuperar mi fuerza lo más rápido posible"-, se dijo asimismo Astalris.

Con respecto a las espadas enviadas, había utilizado toda la fuerza que le quedaba, estaba demasiado agotado.

Sin embargo, el peligro aún no acababa. Estaba seguro que las víctimas de sus espadas tratarían de hablar con el para enmendar sus relaciones, el problema era que ya no tenía fuerza y sería un desastre si alguno de ellos lograba ver a través de su apariencia calmada.

Sería un desastre si se descubriese que se encontraba extremadamente débil, en especial luego de haber actuado tan arrogantemente delante de todos.

Tras haberse calmado la situación Tamaris la anfitriona nerviosamente continuo con la subasta y con el paso del tiempo el auditorio volvió a su animo anterior.

Astalris pujó por alguno de los tesoros que le llamaron la atención y cuando lo hizo el resto de personas no continuaban la puja, dejándolo ganar el artículo.

Era evidente que había sus acciones habían impactado en la mente de los presentes.

El resto de la subasta se llevó acabo con normalidad hasta que finalmente el momento del receso llegó.

-"Estimados invitados, hemos llegado a la conclusión de la primera parte de nuestra subasta, procederemos al receso de media hora y continuaremos con los artículos especiales programados para esté evento. Podéis aprovechar el momento para conversar o probar algunas de las delicadezas gourmet que hemos preparado."- dijo Tamaris con una sonrisa.

Los invitados empezaron a conversar entre ellos cuando al cabo de unos minutos las puertas principales de la entrada volvieron a abrirse.

De repente un sirviente gritó, "Los príncipes Robert, Henry y la princesa Olivia nos honran con su presencia, !Saluden!"-