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Chapter 35 - El nacimiento de una nueva época

-"Gobernar significa poder, significa tener control sobre tu destino y el del resto. Y con base en ello crear un orden y conseguir gloria eterna."-, dijo Robert confiado.

-"Cuando yo gobierne no solo todos deberán obedecerme, sino que mi nombre alcanzará los confines del continente y seré recordado por todos, mi ascenso marcará el inicio de una nueva época y estableceré una nueva dinastía. Le probare al mundo que nací para reinar y mi nombre perdurara por la eternidad.-"

-"Únete a mi Erun y se parte de mi legado."-, dijo Robert ebrio de emoción. En sus ojos Erun solo tenía una opción lógica, volverse su súbdito. Por ello ya ni siquiera utilizaba ya las palabras Maestro o gran maestro para dirigirse, directamente a su nombre como debía ser con un subordinado.

Todos los presentes mostraron una mirada ligeramente incómoda, la actitud de Robert estaba llegan de arrogancia y seguridad. No era exactamente lo que uno debía demostrar cuando invitabas a un experto a unirte.

La boca de Asltaris permaneció cerrada pero al escuchar las palabras que Robert pronuncio dio un salto y cayó elegantemente al primer piso.

La presión del Aura de La Espada se incremento, todos los presentes tenían la sensación de estar apunto de ser cortados por una filosa espada.

Muchos de los más débiles ya mostraban ligeros cortes en su ropa solo por estar cerca de Astalris.

Entonces Astalris empezó a caminar hacía ellos mientras hablaba calmadamente, -

-"El camino de cada persona es como un sueño, lo que hacemos en nuestra vida puede ser una completa ilusión, realidad o ficción. ¿En verdad importa? Al final todo perece. El tiempo es cruel y vicioso. Incontables Imperios y dinastías yacen en el olvido, nada es eterno, debes entender eso. Solo una voluntad inquebrantable puede perdurar."-

-"Pero hasta que el sueño acabe y debamos despertar, la ilusión es importante para muchos y lo es todo para algunos. El pueblo que gobiernas es el pilar de tu creación, tu verdadero legado. Un Soberano jamás dependerá de sus súbditos, pues para poseer el derecho primero es necesario dominar tu propio camino, pero a su vez nunca olvidará el lugar que ellos ocupan en la batalla que todos seguimos contra los cielos. Si no entiendes esto, no estás preparado."-, Al decir esto miro fijamente por unos segundos a Olivia.

Pero rápidamente continuo mirando a Robert y prosiguió-"Pero si tu deseo es simplemente dejar tu huella en la historia y ser conocido por el mundo, hay formas más sencillas de conseguirlo."-

Robert miró incrédulo a Astalris por su rara respuesta, pero sentía que algo anda mal. Empezó a tranquilizarse y preguntó nerviosamente, -"¿Cuales formas?"-

Astalris sonrío noblemente y respondió, -"Simplemente debes morir. Tu existencia, como querías, marcara el inicio de una nueva época."-

Robert se sorprendió al escuchar la respuesta, pero inmediatamente una furia rabiosa lo inundo. Erun se estaba burlando de él, del próximo Rey.

-"¡INSOLENTE!, te estaba intentando ayudar pero no sabes diferencia lo bueno de lo malo, pudiste servirme, al nuevo Rey, pero ahora morirás!, ¡ATAQUEN!"-, grito Robert furiosamente.

El líder de los encamarados suspiró decepcionado y procedido a avanzar junto a sus compañeros para acorralar a Astalris.

Pero justo cuando estaban por atacar, Astalris dijo fríamente, -"¿Nuevo Rey? No eres digno de llamarte gobernante, ningún de ustedes lo es. Arrodíllense."-

En ese momento un imponente presencia descendió, era mucho más fuerte que la demostrada por el Aura de La Espada y muy distinta.

La presencia anterior se asemejaba a una espada, fría y peligrosa. Rebosaba de la intención de atacar y eliminar a sus enemigos abriéndose paso hacia los cielos.

Pero la nueva presencia era completamente diferente, representada el deber de sumisión absoluta. Todos debían someterse ante él.

Entonces una luz sagrada de color dorado empezó a envolver su cuerpo.

Se veía como un Emperador que observaba el mundo desde su trono santo en la cumbre de la existencia, mientras himnos inmortales descendía desde lo alto.

Parecía que los mismos cielos recibían con los brazos abiertos su ascensión.

Se encontraba libre de las imperfecciones del mundo, la herencia mortal y los deseos mundanos no lo podían tocar, como si transcurriera una eternidad destinada a la conquista del mundo.

El Rey de reyes, el Emperador final, el Soberano absoluto.

Todos los presentes cayeron de rodillas y sus cabezas se postraron contra el suelo. El silencio nuevamente invadió el salón.

Por la mente de todos los usuarios de Nivel Rey un solo pensamiento apareció, -"El Aura del Gobernante"-

Todos empezaron a sudar frío, en especial los miembros del Culto de Sangre.

Robert aún no entendía lo que estaba ocurriendo, por más que lo intentaba no podía levantarse ni cambiar su posición.

La ira en su interior empezaba a revolotear, se supone que él era el Rey, pero ahora se inclinaba ante esté sujeto.

-"No hagas nada estúpido, la situación es crítica. Hemos ofendido a la persona equivocada, es un usuario del Aura del Gobernante. He pedido refuerzos apenas sentí la nueva presencia, debemos resistir"-, le informó mentalmente el líder de los enmascarados.

-"¿Aura del gobernante? ¿Qué es eso? Yo soy quien se convertirá en Rey, ¿Qué significa eso? Exijo que te expliques"-, le contestó furiosamente Robert, pero era claro que se encontraba nervioso también.

-"Idiota, todo lo que has dicho sobre ser un rey y la pregunta que te hizo han sido un burla, una gracia para todos nosotros, ha estado jugando todo este tiempo. Él es un Soberano, un Gobernante por naturaleza, ha sido elegido por los cielos. Comparado con él solo eres un mal chiste. Ahora cállate que harás que nos maten."-, le respondido el líder de los enmascarados fríamente.

Pero cuando el líder de los enmascarados empezaba a contactar mentalmente al restó de sus compañeros para darles ordenes la voz de Astalris volvió a resonar, -"¿Culto de sangre? No importa cuantas veces os cambies el nombre o la estructura que tengáis, nunca podréis escapar de mi, Secta Demoníaca de Kurno"-

Y en ese entonces los ojos de Astalris finalmente se abrieron. Dos rayos rojizos emanaron de ellos y una sed de sangre que hizo temblar al mundo apareció.

Mares de sangre invadieron el salón.

Muchos de los presentes se ahogaron en ella, tratando de respirar inútilmente.

Al cabo de unos segundos el océano de sangre desaparecido, había sido una ilusión causada por la sed de sangre de Astalris.

Y bajo la sangrienta mirada, tanto dioses como demonios solo podrían sentir desesperación y agonía en lo más profundo de sus almas.

En menos de un segundo el puro soberano sentado en su trono santo se volvió la eterna oscuridad de los tiempos, el dios de la masacre definitiva.

Podía fácilmente asesinar a la vida misma y extinguir la eterna esperanza.

Se volvió la representación de la maldad, el eterno demonio. Todos los seres vivos estaba sometidos a sus crueles deseos.

El corazón de los enmascarados se paro por un segundo y la desesperación anido en sus almas.

Principalmente para el líder dado que no podía entender como Astalris había logrado conectarlos con la Secta Demoníaca de Kurno.

Ellos, el Culto de Sangre no eran formalmente parte de la Secta, pero servían como rama secundaria y perros de caza, dado que la secta por diferentes motivos deseaba permanecer oculta.

Cada uno de sus hombres tenía un sello que no le permitía hablar de ello aunque quisiesen y todos eran muy leales, fanáticos sirvientes de Kurno.

Lo que el líder de los enmascarados desconocía, era que Astalris había hace varios minutos efectuado la técnica de lectura de alma en los tres asesinos que fueron enviados a por él cuyos cadáveres fueron lanzados por él posteriormente.

De ellos había extraído la información y había confirmado la conexión entre la Secta Demoníaca de Kurno y el Culto de Sangre.

Dato que aunque no lo pareciese era fundamental en su situación actual, dado que le ofrecía el salvavidas perfecto para controlar la situación.

-"Sectistas de Kurno, morid en silencio y arrepiéntase de vuestros pecados. Solo podéis culpar a vuestros predecesores por generar una deuda de sangre conmigo. Yo siempre pagó mis deudas."-, dijo secamente Astalris.

En ese momento un poderoso aullido resonó en toda la ciudad, seguido por cientos más.

Un enorme lobo emergió de la nada y empezó a avanzar mostrando los dientes ferozmente.

A continuación cientos de lobos de diferentes tamaños y colores empezaron a aparecer en el salón y luego de aullar se lanzaron tras los sectistas, jugando con ellos y arrancándoles las extremidades solo por diversión.

La desesperación reinaba en el salón, los gritos de dolor y sufrimiento por parte de los enmascarados eran devastadores.

-"No, no, NO, NO ESTO NO PUEDE ESTAR PASANDO, YO SOY EL REY, YO GOBERNA..."-, gritaba Robert de manera desquiciada hasta que fue mordido en el cuello por un enorme lobo que se abalanzo sobre él.

Los cadáveres de Jair y Augusto yacían descuartizados en diferentes partes y sus rostros eran apenas reconocibles.

Al ver la situación Adalía empezó a llorar de la desesperación. Su más grande respaldo el príncipe Robert acababa de morir y sus dos compañeros de armas estaba descuartizados.

Rápidamente se dirigió arrastrándose por el piso hacia Astalris y entre lagrimas casi tartamudeando pudo decir, -"Su-su señoría, su alteza, mi nombre es Adalía, dirijo-dirigía, la red de espionaje y asesinato del príncipe Robert, pu-puedo serle de utilidad. Jurare lealtad, nunca lo traicionaré, por favor perdóneme se lo suplicó se lo ruego."-

Astalris la miró fríamente y tras unos segundos sonrío malvadamente, -"Quizás pueda encontrarte algo que hacer, pero igual debes ser castigada o sería injusto para tus compañeros."-

Entonces dos de los lobos se lanzaron inmediatamente y empezaron a desgarrar su rostro y extremidades.

Al cabo de unos minutos la masacre llegó a su fin.

Los lobos silenciosamente desaparecieron como si nunca hubiesen estado ahí y solo quedaban cinco personas concientes.

Los dos ancestros y Olivia se encontraban petrificados temblando de miedo, mientras Adalía yacía en el suelo con el rostro completamente desfigurado gimiendo de dolor con un brazo faltante.

Astalris miro los miró y de manera serena, -"Llevaosla y curad sus heridas, cuando esté estable dejadla ir, yo me encargaré luego."-

Los tres sobrevivientes asintieron rápidamente de manera nerviosa, en sus ojos nacía una pizca de esperanza, parecía que el experto no tenía intención de asesinarlos.

Astalris miro nuevamente a Olivia y dijo, -"La competencia por el trono ha llegado a su fin, eres la ganadora. Espero tus futuras acciones no sigan el camino de tu hermano mayor o compartirás su destino. Pórtate bien."-

Luego miró a los ancestros y dijo riendo con un tono relajado, -"Como buenos mayores espero que puedan apoyar a los jóvenes en sus sueños."-

Los ancestros inmediatamente se agacharon y golpearon su cabeza contra el suelo tres veces, -"Sí su señoría, sí su señoría, sí su señoría."-

Entonces cuando Astalris estaba por desaparecer, Olivia habló nerviosamente, "-Su señoría..."-

Pero no pudo continuar del miedo, sin embargo, sus ojo miraban fijamente el cuerpo de Jez.

Astalris asintió pero en su mente solo se podía escuchar un -"Tch!"- de irritación.

Se acercó y con sus dedos tocó la frente de Jez. Su condición era grave pero se encontraba vivo. No había mucho que Astalris pudiera hacer para ayudar en la presente situación, pero cogió con una mano la falsa reliquia que estaba destruida y logró extraer un poco del mana concentrado que aún tenía y lo redirigido al cuerpo de Jez deteniendo la hemorragia y dándole sustento vital.

-"Con eso sobrevivirá, igual La Mansión de los Siete Pecados no lo dejará morir tan fácilmente, tienen muchos recursos. Cuando despierte díganle que vendré luego a recoger mi dinero."-

Entonces Astalris se desvaneció.

Al cabo de un rato los dos ancestros y la princesa se recuperaron del tornado de emociones que surcaba por sus mentes y se dirigieron hacía la barrera, con un poco de esfuerzo lograron destruir la formación ya que al otro lado estaba la guardia local con varios mercenarios intentando romperla con fuerza bruta y al fin lograron salir.

Obviamente Asltaris permanecía en una esquina escondido totalmente agotado, cuando se desvaneció delante de los sobrevivientes aparentando que se iba, solo se había escondido en una habitación ocultando totalmente su presencia.

No tenía fuerzas para hacer nada y a las justas había conseguido recuperara fuerzas para mantener su disfraz mientras los enmascarados peleaban con los príncipes y ancestros.

Simplemente debía esperara a que la formación se desmoronase y podría salir.

Pero tenía una imagen que aparentar, sería cómico que después de todo lo que había pasado su identidad fuera revelada, nadie tomaría en serio a un niño de ocho años y las últimas palabras que había dicho en favor de Olivia perderían peso.

En un futuro Astalris partiría de la ciudad y del reino, no podía llevarse a su familia con ellos así que ellos permanecerían acá.

Se sentiría más seguro si una reina capaz y justa permaneciese el trono, lo que menos deseaba es otro monarca que tenga negocios con sectas diabólicas.

Luego de escapar se dirigió a su casa y se lanzo en su cama, no quería moverse nunca más.

Su madre se acercó al cabo de unos minutos con un pedazo de carne y arroz, -"¿Ya cenaste cariño?"-, dijo tiernamente.

Astalris recién se dio cuenta que en efecto, no había comido desde el desayuno.

Rápidamente empezó a devorar el plato mientras hablaba con su madre de cosas triviales.

-"¿Y que tal tu día Asta?"-, preguntó finalmente Aeris, mientras recibía el plato de comida totalmente limpio y procedía a retirarse de la habitación.

-"Agotador madre, creó que quiero dormir unos cien años."-, suspiró Astalris antes de caer rendido en su cama y sumergirse en los dominios de Morfeo.