"Alcalde Rogers, por favor déjenos ir a ayudar." – pidió un hombre de 194 centímetros de altura, un cuerpo musculoso, un rostro que daba algo de miedo al ver, piel clara calvo y con ojos de color café. Él tenía sobre sus manos su casco, y se encontraba arrodillado en frente de una persona.
"¡De ninguna manera Kane!" – dijo un hombre de 183 centímetros de altura, flaco, un aspecto promedio, piel clara, pelo y ojos de color café. Era una persona arrogante y cobarde, él era Malvin Rogers, Alcalde y Lord del Pueblo de Esperanza. – "No dejaré que el Capitán de mis Guardias se marche en estos momentos."
"Pero…" – así es, Kane era el Capitán de los Guardias. – "Alcalde Rogers, ahora mismo acaban de sonar las campanas, Glover no las haría sonar al menos que alguna emergencia de verdad ocurriera, sí no quiere que me marche, al menos deje que mis guardias que se encuentran aquí vayan a ayudar."
"¡No!" – dijo Malvin. – "Te quedaras aquí tú y tus guardias para protegernos a mí y a mi familia, sin nosotros, el Pueblo de Esperanza no existiría, es gracias a mi noble existencia que este pobre pueblo sigue en pie, o acaso olvidas cuando sí no fuera sido por mi llegada, este pueblo hubiera desaparecido del mapa."
"Yo…"
"Así que haréis lo que yo ordeno, y os ordeno que os quedéis a protegerme a mi y a mi familia."
"…" – Kane no podía decir nada, aunque era parte de la Guardia Nacional, él debía de responder al Alcalde del Pueblo de Esperanza, y ese era Lord Malvin Rogers, que llego al Pueblo de Esperanza hace décadas cuando el pueblo casi desaparecía por el mal manejo de su antiguo alcalde, aunque realmente no hubo mucha mejora desde que Malvin llegó, no fue sino hace una década cuando el Dueño del Restaurante y de la Posada del Galeón de Oro que trajo consigo dinero para invertir en el pueblo que la situación mejoró bastante.
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Con la llegada de los otros guardias que se encontraban vigilando alrededor del pueblo, y con Taylor con los aventureros que vinieron a ayudar, la situación de Glover y los demás mejoró, aun así, eran muchos Perros Salvajes los que atacaban.
"¡Vamos!" – gritaba Glover a sus guardias para que siguieran acabando con los monstruos.
Evans apoyaba a Kyle quien tenía problemas con uno de los Perros Salvajes de mayor tamaño, mientras que el equipo de aventureros de Unity apenas y podían con trabajo en equipo acabar con un solo perro salvaje.
"Esto es demasiado peligroso." – dijo Reus.
"Ni que lo digas." – diría Mía que logró esquivar un perro salvaje. – "Aquí viene de nuevo."
"Es mío." – dijo Alec que con la espada que compró hace tiempo quiso degollar al perro salvaje, pero no pudo lograrlo, incrustando su espada en el cuello del monstruo que hizo un chillido al sufrir el ataque de Alec, y en ese momento, otros dos perros salvajes se acercaron.
"…" – Tom se enfrentó a uno, mientras que Reus y Mía iban por el otro.
"Muérete." – dijo Alec quien trato de poner más fuerza y lograr cortar el cuello del monstruo.
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"¡Ah!" – un joven gritaba mientras moría a manos de una persona vestida completamente de negro, todos los atacantes tenían cubiertos sus rostros, por lo que no se podía reconocer de quien se trataba.
Desde la parte trasera del pueblo, un centenar de individuos atacaron, logrando matar a decenas de personas rápidamente, y poniendo en sacos todas las monedas u objetos valiosos que encontrasen.
"¡¿Dónde están los guardias?!" – preguntó un hombre que cargaba a su hijo que se encontraba lastimado.
"¡Muere!" – dijo un atacante que estaba a punto de matar al hombre cuando de pronto alguien apareció para hacerle frente.
"…" – las espadas de ambos chocaron al mismo tiempo, pero el atacante era más débil por lo que se tambaleo hacia atrás, dejando al hombre acabar con él.
"¿Don Armando?" – así es, la persona que rescató al hombre que cargaba con su hijo era Don Armando.
"Vayan a donde el segundo edificio de los guardias, o al gremio de aventureros." – dijo Don Armando.
"Entendido." – dijo el hombre que cargaba a su hijo. – "Gracias."
"Vamos." – dijo Don Armando quien llevaba consigo a su familia rumbo al gremio de aventureros, que era uno de los lugares más seguros en este momento, y así era, pues el staff del gremio y algunos aventureros resguardaban el lugar de los atacantes, mientras que otros aventureros que tenían hogares y familias en el pueblo fueron a sus casas a ayudar y proteger a sus familias.
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"¡Capitán!" – un guardia se dirigió a Kane.
"¿Qué sucede?"
"Bandidos, al parecer bandidos están atacando el pueblo."
"¿Y Glover?"
"En la entrada, Perros Salvajes han atacado la entrada, y los bandidos atacan por atrás."
"Maldición." – se frustró Kane que de nuevo fue a donde el Alcalde estaba.
"¿Qué crees que hacéis?" – le detuvo un sujeto. Con una altura de 193 centímetros, un cuerpo algo musculoso, un rostro que atemorizaba a las personas más sensibles, piel bronceada, pelo de color negro, y ojos de color café. Se trataba de Derka, el Guardaespaldas del Alcalde Rogers.
"Voy a hablar con el Alcalde." – dijo Kane.
"El Alcalde ahora mismo está ocupado con la terrícola." – dijo Derka con una sonrisa.
"…" – a Kane no le encantó oír eso.
"Entonces dile que me marchó a ayudar a la gente del pueblo." – dijo Kane.
"¿Adónde crees que vas?"
"Hm." – Kane miró a una mujer que recién acababa de llegar, solo tenía una bata que ocultaba su cuerpo desnudo de los ojos de los presentes, y al lado de ella, callado le seguía el otro terrícola que había decidido servir al Alcalde y su familia.
"Lady Carmen." – se trataba de la esposa del Alcalde, una mujer de 170 centímetros de altura, pelo café, ojos de color avellana, piel clara y un rostro algo bello.
"Kane, ¿Qué crees que estás haciendo?"
"Me dirijo a realizar mi trabajo cómo guardia."
"Acaso no escuchaste lo que mi esposo, el Alcalde de este pueblo te dijo, os quedáis aquí." – dijo Carmen.
De repente, los gemidos de una mujer se escuchaban desde la recamara del alcalde.
"Hm, parece que mi esposo se está divirtiendo con su juguete." – dijo Carmen algo indignada.
"Jajaja, el alcalde siempre se divierte." – diría Derka con una sonrisa.
"Tch…" – Kane se mostraba molestó por la situación, pero era algo en lo que él no se podía meter, fue decisión de los dos terrícolas en estar bajo el mando del Alcalde y su familia, y aunque él quería ayudarles, ellos se mostraban indiferentes ante la situación, sin decir nada.
"Bueno, porque no tomamos algo para relajarnos." – dijo Carmen. – "Orlando, se un buen chico y tráenos té y galletas."
"…" – el terrícola asintió y se dirigió a la cocina a preparar y traer té junto con galletas.
Los otros guardias en la habitación miraban al Capitán Kane callado, sin poder hacer nada con la situación presente, todos preocupados por el estado de sus otros compañeros y por sus familias.
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En el Restaurante Carmesí, Luciel se encontraba escuchando los gritos de angustia de la gente de afuera, se encontraba cada vez más asustado por la situación.
"Por favor, por favor, por favor, que se acabé, que termine, que dejen de gritar, que todo esto acabe…" – decía Luciel quien tenía tanto miedo en ese momento. – "Don Armando, ¿Dónde está?" – en ese momento, alguien tocaría a la puerta.
[Toc, Toc]
"…" – Luciel se tapaba los oídos mientras se encontraba debajo de una mesa.
[Toc, Toc]
'¡Don Armando, ¿Es usted?' – pensó Luciel.
"¡Auxilio!" – pero no se trataba de Don Armando, pues la voz era de una mujer.
"¿Eh?" – y, era de alguien que Luciel conocía.