"¡Ah!" – Reus había sido mordido por un perro salvaje en su pierna, y Tom rápidamente mató al monstruo. – "¡Maldición!"
"¿Estas bien Reus?" – Mía se acercó preocupada.
"No, pero al menos no logró arrancarme la piel la maldita criatura."
"Mía, retrocede con Reus." – dijo Alec. – "Vosotros ya no podéis seguir."
"Claro que puedo." – dijo Mía.
"Yo también." – dijo Reus mientras trataba de no quejarse por el dolor.
"No, tú estar hedido, y Mía ya te encuentras cansada, si siguen, pronto algo peor os puede suceder." – dijo Alec.
"…" – Tom estaba de acuerdo.
"Tch." – Reus se quejó, furioso por haberse dejado herir.
"Ven." – dijo Mía que ayudaba a Reus. – "Y ustedes dos, tampoco hagáis una locura."
"Claro que no." – contestó Alec, mientras que Tom solo les sonrió, Mía y Reus se marcharon, y al igual que ellos, otras personas heridas o cansadas entraban al pueblo, mientras que los demás seguían combatiendo.
"¡Muere!" – Glover grito mientras finalmente acababa con el alfa, haciendo que los demás perros salvajes ya no se coordinaran al atacar, haciendo que las bajas del lado de los guardias y los aventureros disminuyera enormemente.
Pero, ellos todavía no sabían lo que sucedía dentro del pueblo.
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"Auxilio." – la voz era la voz de una joven mujer, la cual Luciel reconocía, pues era la voz de Cindy.
'¿Qué hago?' – pensó Luciel al escuchar la voz de Don Armando. – 'Él me dijo que no le abriera la puerta a nadie, solo a él, pero… sí no la abro…'
[Toc, Toc]
"¡Por favor! ¡Ayuda!" – la voz de Cindy resonaba con histeria y miedo.
'¡No! No puedo abrirte.' – pensó Luciel mientras seguía escuchando a Cindy tocar y gritar. – 'Don Armando me dijo que solo abriese la puerta cuando escuchase su voz.'
"¡Luciel!" – al escuchar a Cindy mencionar su nombre por primera vez, hizo que el joven se levantara y se acercará a la puerta, pero antes de abrir, Luciel le habló a ella.
"¡Vete de aquí Cindy! Yo… yo… yo lo siento, pero no puedo abrirte, ¡Márchate a otro lugar!" – dijo Luciel con lágrimas en sus ojos.
"¡Luciel! ¡Ábreme! ¡Por favor! – suplicó la chica.
"Yo…" – Luciel quería abrir, pero dudaba sí eso era lo correcto.
"¡Por favor Luciel! ¡Ayúdame! ¡Abre la puerta! ¡Por favor!"
[Toc, Toc]
Cindy volvió a rogar y a tocar la puerta, mientras que Luciel debatía sí abrir o no la puerta, no quería desobedecer a Don Armando, además de qué tenía miedo, pero, aun así, él quería ayudar a Cindy, él quería abrir la puerta.
"¡Luciel! ¡No quiero morir!" – al oír tales palabras de Cindy, Luciel reacciono, y finalmente abrió la puerta rápidamente.
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"Reus, ¿Escuchas eso?"
"Sí, viene de la parte norte del pueblo."
"No será…"
"Sí, algo está pasando allá, aunque no sé qué sea."
"…"
"Tengo una idea, hay que ir al edificio del gremio, seguramente allí alguien podrá decirnos lo que sucede, y no será tan peligroso como al ir al norte del pueblo."
"Entendido." – dijo Mía que ayudó a Reus a caminar.
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En la Mansión del Alcalde, Kane apretaba sus puños mientras escuchaba los gritos que venían de afuera.
"Tch, como molestan." – dijo Derka, lo cual causo disgusto entre los guardias que estaban allí.
"Vamos Derka, no seáis tan grosero, gente esta muriendo en este momento."
"Lo sé mi señora, pero son basura débil que no respetan, no ven que sus gritos solo molestan a los demás." – dijo Derka con una sonrisa. – "¿O no lo cree así capitán?"
"…" – Kane no dijo nada, solamente siguió bebiendo té, y tratando de calmarse.
"Capitán…" – dijo uno de los guardias que ya estaba harto de seguir aquí, y que se empezaba a mostrar decepcionado con el Capitán Kane al no hacer nada.
"…" – otro de los guardias puso su mano sobre el hombro de su compañero, y con el rostro le indico que no dijera nada más.
"…" – el guardia apretó sus manos, impotente ante la situación, mientras que Kane poco a poco no aguantaba más.
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La entrada y el segundo edificio de los guardias se encontraban en la parte sur del pueblo, allí la mayoría de los guardias y menos de la mitad de los aventureros del pueblo se encontraban allí enfrentándose a los perros salvajes, en la parte oeste del pueblo se encontraba el gremio de aventureros, allí Joanne junto con los demás miembros del staff del gremio comandaban a los aventureros que se encontraban allí para proteger el edificio y enfrentarse a cualquier persona con armas y vestida de negro, que era la poca información que la gente pudo dar sobre los atacantes que masacraban a las personas y robaban cualquier cosa de valor.
En la parte este se encontraba principalmente los negocios como lo son restaurantes, posadas, tiendas, carpinterías y demás, allí se encontraba el Restaurante del Espadachín Carmesí, aunque el Carmesí estaba muy cerca de la parte norte del pueblo, donde se encontraban principalmente las casas de los habitantes del pueblo, que fue la parte más afectada por los atacantes que atacaron desde un principio la parte norte. Allí algunos aventureros y personas del pueblo combatían contra los atacantes, entre ellos estaba Don Armando que se llevaba a su familia al edificio del gremio.
En la parte central era la zona donde vivián aquellos con más dinero, y también donde se encontraba la Mansión del Alcalde y el Primer Edificio de los Guardias.
Y, ahora mismo, toda la parte norte estaba en caos, decenas de personas morían a manos de los atacantes.
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Luciel finalmente abrió la puerta.
"¡Luciel!" – Cindy hizo una pequeña sonrisa al finalmente ver a Luciel, y cuando ella estaba a punto de entrar…
"Cindy, entra…" – sangre cayó al rostro de Luciel, mientras veía a Cindy caer hacia él.
"Lu… ciel…" – esas fueron las últimas palabras de Cindy.
"…" – Luciel abrazó su cuerpo, y al tocar la espalda de ella, sintió un arma, y sobre su otra mano, sentía un flujo brotar, se trataba de la sangre de la chica que murió en los brazos de Luciel. – "Cindy."
"¡Tío! ¡¿Pero que has hecho?!" – se quejo un hombre vestido de pies a cabeza de negro. – "Quería divertirme con la chica."
Al ver a los hombres y a Cindy morir, Luciel dio unos pasos hacia atrás y cayó al suelo en shock, con Cindy aun en sus brazos.
"¡¡Ah!!" – Luciel gritó lleno de histeria y miedo al ver a Cindy morir. Él miraba sus manos llenas de la sangre de la joven, quien había muerto por el ataque de uno de los atacantes. El atacante junto con otros dos entró al establecimiento.
Los tres hombres se acercaron a donde estaba Luciel, y aquel que mató a Cindy habló primero.
"Lo siento tío, pero pensé que sí no la atacaba, cerrarían la puerta y perderíamos a una presa valiosa." – dijo el hombre. – "Aunque, mira, el pequeño héroe que abrió la puerta, creo que está en shock."
"¿Quién no lo estaría?" – dijo el hombre a su izquierda.
"Tch, aun así, pudiste atacar a la chica en su pierna, o tratar de evitar que cerraran la puerta." – dijo el tipo a la derecha que se seguía quejando.
"Bueno, lo hecho, hecho está, y ya no hay forma de arreglarlo." – dijo el asesino de Cindy. – "Ahora, ¿Qué haremos con este chico?"