Al llegar al Pueblo de Esperanza, Glover se sorprendió al ver al doctor llegar mientras cargaba con Luciel, fue así como Aris le explicó a Glover lo que sucedió.
"¿En serio?" – preguntó Glover con sorpresa.
"Sí, con la Hierba de los Mil Años que Luciel encontró, podré realizar la cura necesaria para acabar con la maldita enfermedad que ha azotado este pueblo."
"Esa es una muy buena noticia." – dijo Glover.
"Así es." – dijo Aris que se dirigió a su clínica.
Esa tarde, Aris había logrado hacer una gran cantidad de pastillas que lograrían curar a los enfermos de la Peste de los Cien Días.
Y, con ayuda de Glover, se suministró a todos los enfermos la cura.
En casa de Don Armando, Kyle llegó con la pastilla, entregándosela a Doña Julieta.
Doña Julieta muy feliz por recibir la cura, se la entregó de inmediato a su esposo cuando se despertó.
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Cuando ya estaba por anochecer, Luciel finalmente se despertó.
"Buenas noches." – dijo Aris. – "Me alegró en ver que ya te despertaste."
"¿Doctor Aris? ¿Dónde estoy?"
"En mi clínica, has estado inconsciente por muchas horas."
"¿En serio?"
"Sí, el shock que debiste de tener al encontrarte con ese monstruo debió ser mucho."
"Oh… ¿Y la hierba?"
"No te preocupes, ya logré hacer la cura, los guardias me ayudaron a llevarlas a los enfermos, y yo la suministre en los pacientes que tengo en las camas aquí en la clínica." – dijo Aris.
"¿Y Don Armando?"
"Lo más probable es que ya la tomó."
"¡!" – Luciel se sorprendió al oír eso. – Y… ¿Sí se curará?"
"Claro que sí, no te preocupes, Don Armando estará bien." – dijo Aris al acercarse a Luciel y poner su brazo sobre el hombro izquierdo de Luciel. – "Él ya estará bien."
"Ya veo." – dijo Luciel que empezó a llorar. – "Es bueno… saberlo."
"Sí." – dijo Aris quien entonces sostuvo a Luciel quien comenzó a llorar. Estos días habían sido muy duros para el joven chico, después de todo, de todas las personas que Luciel había conocido, Don Armando se había convertido en la más importante.
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Esa noche, Luciel visitó a Don Armando, quien dijo que ya se sentía mucho mejor, y al verlo ya pudiendo levantarse de su cama, Luciel abrazó a Don Armando.
El hombre acaricio el pelo de Luciel quien lloraba en sus brazos, todo esto mientras Doña Julieta con una sonrisa en su rostro lleno de lágrimas veía con felicidad a su esposo sano otra vez.
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Con todos los enfermos de la Peste de los Cien Días ya curados, la tranquilidad regreso al Pueblo de Esperanza.
Glover esa noche salió con algunos guardias hacia los otros pueblos afectados, para entregar la cura, no se sabía sí era suficiente, pero al menos ayudar��a a los más afectados por la enfermedad.