Luciel se encontraba dentro del Gran Bosque Oscuro, al llover, tenía la suerte de que muchos de los animales, monstruos y bestias mágicas que odiaban mojarse no se encontraban cerca de donde él pasaba.
Él finalmente llego a un punto en él que se encontraba perdido.
"¿Dónde estoy?"
Aun así, él siguió mirando por el suelo, para ver sí encontraba la Hierba de los Mil Años.
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En una zona más adentro del bosque, Luciel se encontraba mirando algo en el suelo, cuando de pronto, un chillido le hizo voltear hacia arriba.
"¡¿Qué?!" – Luciel entonces miró a una criatura con alas, se trataba de un Halcón de la Tempestad, un monstruo que le gustaba salir a volar en días de lluvia, por lo que era un monstruo muy activo en el Mes de la Lluvia.
"¡Ah!" – gritó Luciel que fue lanzado contra un árbol por el monstruo que con solo un movimiento de su ala logró lanzar una onda de aire sobre el joven que ahora sobre el suelo, se encontraba herido.
"¡Luciel!" – en ese momento dos personas aparecieron.
"¿Doctor?" – Luciel estaba sorprendido de verlos aquí, el doctor Aris se acercó a Luciel, y empezó a checarlo.
"Uf, que bien, parece que no estas herido de gravedad." – dijo Aris aliviado.
"Tenemos que escapar, esa criatura…"
"No te preocupes, Liz se encargará de ese monstruo." – dijo Aris quien confiaba en que Liz lograría acabar con el monstruo.
Y, tal y como lo dijo Aris, el monstruo no era rival para Liz, que aun sin armas, ella lograba esquivar todos los ataques del monstruo y asestarle golpes y patadas que le dejaban muy herido.
"Pan comido." – dijo Liz con arrogancia, cuando de pronto, una fuerte onda de viento golpeó su rostro, se trataba de otro Halcón de la Tempestad más grande y poderoso.
"¡¿Tú?!" – grito Liz con furia al sentirse ofendida que un monstruo que consideraba débil logrará atacarle.
Al final, los dos Halcones de la Tempestad escaparon, y Liz volteó a ver a Aris y Luciel
"¡!" – Luciel se sorprendió enormemente al ver el rostro de Liz, mientras que Aris estampo su mano contra su frente al ver a Liz.
"¿Qué?" – pregunto Liz extrañada por la reacción de los dos.
"Liz." – dijo Aris. – "Tú máscara."
"¿Qué hay con mi mascara…?" – preguntó Liz que finalmente se dio cuenta de lo que ocurría.
Al estar en medio del combate, y enfurecerse, Liz no se dio cuenta que ese ataque que el Halcón de la Tempestad más grande logró asestarle hizo que la máscara se cayera al suelo, y en ese momento, tanto Luciel como Aris veían el rostro de Liz.
Piel blanca, pelo azul y ojos verdes, el rostro de ella era muy bello, pero la enorme belleza de ella no sorprendió a Luciel tanto, sino que fueron sus orejas puntiagudas, orejas muy diferentes a las de un humano.
"¿Elfo?"
"Ah… en serio Luciel, llevamos años en este continente, y, muchas cosas han sucedido tan solo con conocerte." – dijo Aris que se acercó a Liz, recogiendo su máscara y poniéndosela de nuevo.
"…" – Luciel no sabía que decir, él estaba muy sorprendido por lo que había sucedido.
"Sí, tal y como lo dijiste, Liz es una Elfa, y yo, yo soy un Elfo." – dijo Aris.
"¿En serio?" – preguntó Luciel.
"Sí." – dijo Aris.
"Sorprendente." – dijo con emoción Luciel.
"¿Eh?"
"Es realmente sorprendente, nunca creí conocer a Elfos, esto… ¡Es increíble!"
"…" – Aris volteó a ver a Liz, y ella tampoco sabía que decir. – "Luciel."
"¡¿Sí?!"
"No estas asustado."
"¿Eh? ¿Por qué?"
"Pues somos diferentes a ti, no somos humanos, y por lo poco que he logrado descubrir sobre ustedes los terrícolas, en su mundo los elfos o las otras razas no existían."
"Bueno, en eso tienes razón, no existían físicamente, pero en la literatura y en las películas sí lo hacían."
"¿Películas?" – preguntó Aris que no tenía idea de lo que era eso.
"Whoa, esto es increíble… y, no, no estoy asustado, es increíble, quien diría que usted doctor Aris y Liz serían elfos, ahora veo porque usan máscaras, no quieren que los demás lo descubran, ¿Verdad?"
"Así es." – dijo Aris.
"Pero ¿Por qué?"
"Bueno, digamos que en este continente no esta muy bien visto la presencia de las otras razas."
"¿Por qué?"
"Un evento que paso hace mucho tiempo… ahora, sí se descubre a seres de otros continentes, se les atrapa y mata." – dijo Aris.
"O peor, se les esclaviza." – dijo Liz quien finalmente habló.
"Sí." – dijo Aris.
"…" – Luciel no entendía porque esto era así.
"Por eso Luciel, te pido que por favor no le cuentes a nadie sobre nuestras verdaderas identidades."
"¿Eh?" – Luciel se sorprendió al ver al doctor Aris arrodillarse y pedirle un favor.
"Atla… Aris, ¿Qué haces?" – preguntó Liz en shock por lo sucedido.
"Pedirle a Luciel que guarde nuestro secreto."
"¡¿Pero…?!"
"Pero nada, por tú descuido él ha descubierto la verdad."
"…" – Liz no tenía nada que decir por eso, ella sabía que realmente fue un descuido de ella que se confió al enfrentarse a un monstruo más débil que ella, además de no poner atención en los alrededores, siendo sorprendida por el compañero del monstruo.
"¿Luciel?"
"No se arrodille doctor Aris, claro que no diré nada." – dijo Luciel.
"¿En serio?" – preguntó Aris.
"Sí, no sé lo diré a nadie y, al contrario, no me debe pedir ningún favor, después de todo, sin ustedes no hubieran llegado, yo ya estaría muerto, por lo que gracias por venir." – dijo Luciel. – "Aunque ¿Cómo sabían que estaba aquí?"
"Liz te vio salir del pueblo, y atando cabos fue que descubrir que lo más probable es que Don Armando haya empeorado y que tú vinieras aquí a buscar la Hierba de los Mil Años."
"Whoa."
"Aun así, gracias Luciel, en serio, muchas gracias por guardar nuestro secreto." – dijo Aris.
"No, como le dije, ustedes me salvaron, y usted siempre me ha ayudado cuando he estado herido, por eso, muchas gracias." – dijo Luciel que asintió.
"Hm, jajaja." – y, Aris comenzó a reír.
"…" – Liz veía todo esto en silencio, mientras se reprendía por haber hecho que Aris se arrodillará ante un humano por su culpa.
"Aun así Luciel, esto que has hecho ha sido algo muy estúpido."
"Lo sé." – dijo Luciel. – "Pero ya no soportaba ver a Don Armando tan mal… no soportaba verlo sufrir y… y no soportaría por verlo morir."
"Entiendo." – dijo Aris que al ver que la situación de su identidad ya se había arreglado, se relajó. – "Bien, que tal sí ahora buscamos la Hierba de los Mil Años."
"¿Eh?" – Liz se sorprendió al oír eso.
"Después de todo, ya nos encontramos aquí." – dijo Aris.
"Acerca de eso." – Luciel se acercó a Aris y sacó algo de su bolsillo. – "¿No es está la Hierba de los Mil Años?" – y le entregó una hierba de color amarillo.
"¡!" – Aris se sorprendió al ver el objeto que Luciel le había dado. – "¿Cómo?"
"Antes de atacarme el monstruo, había encontrado esto y lo recogí, ¿Sí es?"
"Sí, ¡Sí! Eres increíble Luciel, has hallado la Hierba de los Mil Años, con esto, no solo Don Armando, sino todos los demás enfermos de la Peste de los Cien Días se curaran y se salvaran." – dijo Aris emocionado.
"Que bueno." – dijo Luciel con alegría. – "En serio, que…"
"¡¿Luciel?!" – dijo Aris que agarró a Luciel antes de que cayera al suelo.
"¿Se desmayó?" – preguntó Liz.
"Sí, debió haber sido mucha la presión y susto que él tenía, que, al calmarse, no pudo aguantar más."
"¿Aris?"
"¿Sí?"
"¿Estas seguro de esto?" – preguntó ella. – "No es mejor acabar con él."
"Claro que no, además, yo creo en Luciel." – dijo Aris que cargó a Luciel.