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Chapter 37 - Peligro

"Desde ese momento creo en los milagros, y por eso te dijo que no te preocupes, estaré bien, ya verás que lograré vencer a esta enfermedad."

"No lo sé, esto es diferente, ¿O no?"

"¿A qué te refieres?"

"Es que, tal vez él les salvó porque andaba cerca de donde ustedes estaban, y, además, esa persona era fuerte, pero tal vez él no pueda salvar a alguien enfermo, ¿O no?"

"Hm, puede ser, pero, aun así, no te preocupes, yo…" – Don Armando paró de hablar. – "¡Ah!"

"¡Don Armando!"

Don Armando gritó de dolor, mientras se retorcía un poco hasta que se desmayó por el dolor.

"No… ¡No!" – gritó Luciel que salió corriendo de allí.

"¿Luciel?" – Doña Julieta vio preocupada a Luciel quien salía corriendo del cuarto de Don Armando, ella entró y vio a su esposo inconsciente, en el rostro de ella, se notaba que había llorado, y es que, en estos días ella lloraba mucho al ver a su querido esposo enfermo.

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"No." – bajo la lluvia, Luciel veía la única entrada y salida del pueblo. En el rostro de él había duda, incertidumbre, miedo y confusión.

Él no sabía sí lo que haría estaba bien, pero, él ya no aguantaba más.

'Sino hago algo, él morirá.' – pensó Luciel. – 'No lo permitiré.'

Luciel se armó de valor, y entonces salió corriendo a las afueras del pueblo, y una persona que conocía a Luciel le vio correr.

"…"

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En la clínica del doctor Aris.

"Cuídese." – dijo Aris mientras veía a un paciente irse.

"Gracias doctor." – dijo la señora que se llevo a su hijo pequeño a casa.

"Hm, este día sí que ha llovido mucho." – dijo Aris al ver la lluvia caer, pues como él dijo, en todo el día había llovido.

En ese momento una persona entró a la clínica.

"Liz, has vuelto."

"Sí." – dijo ella que dejo las cosas que compró sobre una mesa.

"Toma." – dijo Aris que le dio una toalla a Liz para que se secará.

"Gracias."

"En serio, sí sigue lloviendo así todos los días, no me sorprendería que este sitio se inunde, ¿No lo crees?"

"…"

"Hm, ¿Todo bien?"

"…"

"Liz." – Aris se acercó a Liz, él se encontraba preocupado, pues, aunque según era cierto lo que Luciel pensaba, que Liz era una persona muy callada, eso solo era con casi todas las personas, excepto con las que ella quería, y una de las personas con las que ella siempre hablaba era con Aris. – "¿Liz?"

"Lo vi corre." – dijo Liz.

"¿Hm?"

"Vi a Luciel corriendo a las afueras del pueblo." – respondió Liz.

"¿Cómo? ¿Luciel saliendo del pueblo? Pero ¿Por qué?"

"No lo sé, solo se le veía muy preocupado."

"¡Demonios! Debe de ser Don Armando, debe de estar empeorando." – dijo Aris. – "Y con esta lluvia, ningún aventurero se atrevería a ir al Gran Bosque Oscuro a buscar la Hierba de Mil Años."

"S���

"…" – Aris se detuvo por un momento. – "Ah…"

"…"

"Cierra la clínica." – dijo Aris.

"¿A dónde vas?"

"A por Luciel, es muy peligroso allá afuera en estos momentos, y sí el piensa ir al Gran Bosque Oscuro… él puede…"

"Morir."

"Sí…" – dijo Aris, quien en ese momento se disponía a ir tras de Luciel.

"Espera." – Liz agarró el brazo derecho de Aris. – "No vayas."

"¿Eh? Liz, suéltame."

"No." – dijo Liz con firmeza.

"…"

Liz ponía más fuerza en su agarre, no dejando que Aris se marchara.

"Liz, habló en serio, suéltame."

"No."

"Liz, ¿Qué intentas hacer? Suéltame ahora, sí no me apresuró, algo le puede suceder a Luciel."

"¿Qué te sucede?" – preguntó Liz.

"¿A qué te refieres?"

"¿Por qué te importa tanto ese mocoso? Él es un simple…"

"Liz."

"…"

"Luciel no es un habitante de este mundo, y no solo eso, es un niño��� y para agregar algo más, es alguien débil que todos los días debe de cuidarse de no salir lastimado."

"Aun así, él no es tú responsabilidad."

"Lo sé." – dijo Aris. – "Pero, la persona responsable de cuidarlo ahora mismo está enfermo, y mi deber como médico es el cuidar a mis pacientes, y uno de mis pacientes más importantes y habituales ahora esta en peligro, por lo que no me quedaré a esperar."

"Por favor, puedes dejar ya la farsa Aris, tú no eres un doctor, y lo sabemos."

"…"

"Sabes por lo que estamos viajando, no venimos a encariñarnos con las personas de este…"

"Liz, sé porque estamos viajando, pero, aun así, no dejaré que un amigo mío sufra."

"…"

"Y, yo considero amigo a Luciel, por lo que más te vale que me sueltes y me dejes ir, quédate aquí a esperar, no tardaré mucho."

"No."

"¿No qué?"

"No irás solo, te acompañare."

"¿Liz?"

"Es mi culpa por no haberle detenido… lo siento." – dijo Liz que soltó a Aris.

"…"

"Vamos." – dijo ella.

"Sí."

Y, de esa manera, los dos fueron tras de Luciel.