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Chapter 4 - Capítulo 1: ¡Reencarné! - Parte 3

Durante unos minutos, el silencio fue abrumador entre los dos, tensaba el ambiente.

Si no fuera por los crujidos de las ramas bajo sus pies y el canto de las aves, este silencio habría sido insoportable para Daiki.

Arata, por su parte, seguía mostrando señales de molestia. Probablemente, aún resentido por el golpe, aunque su rostro al pasar el tiempo se suavizaba gradualmente.

¿No me ha dirigido la palabra en ningún momento?, se preguntó Daiki, observando a su compañero mientras caminaban.

¿De verdad sigue molesto por el golpe? Pero, lo más extraño, ¿por qué está tan calmado ante la situación? Desde que nos encontramos ha estado extrañamente calmado.

No ha hecho ninguna pregunta sobre el lugar, ni sobre cómo llegamos aquí. Ni siquiera ha mencionado nada sobre nuestra muerte... Eso es lo suficientemente importante como para no dejarlo pasar por alto. ¡Menos cuando está al lado de la persona con la que murió!

Podrá sonar tonto, pero al menos esperaba que se alegrara al verme. Pero ni siquiera eso. Solo me dio un sermón, uno que fácilmente podría haber tomado como un monólogo para mis clases de teatro.

Si aún estuviéramos en clases, claro. Pero hacía tiempo que dejé todo eso atrás.

Tal vez, tanto tiempo en mi habitación nublo mi sentido común o algo así.

Daiki observó a su amigo durante algunos segundos más, mostrando sus intentos de distraerse mientras movía las manos, las colocaba en los bolsillos, tronaba los dedos o las abría y cerraba repetidamente.

Todo esto con la esperanza de que Arata fuera el primero en romper el silencio. Sin embargo, nada de eso funcionó. Arata solo lo miraba de reojo, manteniendo una expresión tensa.

¿Qué se supone que está haciendo?, Pensó Arata, desconcertado por los movimientos de Daiki.

Finalmente, después de unos momentos, Daiki dejó de intentar llamar su atención y decidió romper el silencio él mismo.

"Arata, ¿está todo bien?"

Arata finalmente lo miró a los ojos, pero su expresión no mostraba signos de querer conversar.

"¿Qué sucede?"

"Solo me preguntaba... Bueno, quiero saber si recuerdas algo de cómo morimos. Yo solo tengo vagos recuerdos de ese momento."

Arata levantó las cejas en señal de sorpresa ante la pregunta.

Una curva se formó en sus labios, borrando la seriedad que había mantenido hasta ese momento. Una leve risa salió de su boca.

"Entonces, ¿esto no es un sueño? ¿Me estás diciendo que de verdad estamos muertos? Ja, ja. ¿Es esto en serio? ¿Solo bromeas verdad?"

"Todo es parte de un mal sueño Daiki, obviamente no..."

Arata se congeló momentáneamente, sus pupilas se contrajeron y su rostro se paralizó momentáneamente.

"Oye, Arata, ¿estás bien?"

La risa nerviosa de Arata se transformó en una respiración cada vez más acelerada.

Sin previo aviso, cayó de rodillas, cubriéndose la boca con las manos mientras la incredulidad lo consumía.

"¿Arata? ¿Me es... escuchas?"

El sonido de Daiki se desvaneció en los oídos de Arata. Su corazón latía como nunca antes y su respiración se volvía más frenética con cada segundo.

Esto es imposible, no puede ser... ¡De verdad no puede ser! ¡Es estúpido!

Pensaba Arata, mientras se pellizcaba varias veces, con la esperanza de que todo esto fuera solo un mal sueño. Pero el dolor de cada pellizco solo lo alteraba aún más.

Por favor... algo...

Un viento frío abrazo su cuerpo, mientras Daiki lo observaba completamente desconcertado.

¿Qué le pasa? Se preguntó Daiki, sintiendo una creciente inquietud.

¿Acaso Arata realmente pensaba que esto era un sueño? Si es así, puedo entender un poco su comportamiento de antes.

Pero, ¿no le bastó el golpe de antes para darse cuenta? ¿O quizás solo se aferraba a la idea de que todo esto fuera un mal sueño?

Daiki se acercó lentamente, extendiendo el brazo hacia Arata, con la intención de calmarlo. Pero se detuvo, dudando entre intervenir o esperar a que Arata se tranquilizara por sí solo. Aunque, a este punto, eso parecía poco probable.

"Mi abuela..."

El nombre de la mujer que Daiki conocía solo de las historias de Arata se le escapó en un susurro.

En ese momento, comprendió algo importante. Mientras él, al estar en este mundo, sentía que había escapado de su vida anterior, abandonando todo lo que lo atormentaba. Para Arata no era igual.

Daiki había soñado con este "mundo paralelo", como siempre lo vio en los animes, y abandonar todo el infierno en el que se encontraba día tras día.

Cada monótono día en el que sus actividades se basaban en comer frituras, alguna sopa instantánea que se encontrara en el refrigerador y ver anime o jugar videojuegos todo el día.

Para él todo esto fue un escape de aquella triste realidad. Daiki no perdió nada al venir aquí, todo lo contrario. Pero Arata sí lo hizo.

La dejé sola. ¡Dejé sola a mi abuela! ¿Qué se supone que hará ella sola? No puede hacer nada... ¡Yo era quien me encargaba de todo! Sin mí, no podrá mantenerse bien. Sus hijos no quieren hacerse cargo de ella... por eso lo hacía yo. ¡Y sin mí, cómo va a estar bien! Aun después de prometerle que siempre estaría para ella... Sin mí, no...

Arata estaba destrozado, sus ojos brillaban intensamente bajo la luz del sol. Luchaba con todas sus fuerzas para no derramar ni una sola lágrima, pero cada segundo parecía más difícil.

Daiki colocó su mano sobre el hombro de Arata.

La calidez de su toque, aunque fugaz, disipó brevemente el helado torrente de pensamientos que lo atacaban sin cesar. Sabía que eso no sería suficiente para calmar lo que devoraba a Arata desde adentro.

"Escucha "

Dijo, intentando encontrar las palabras correctas.

"¿Dejaste a alguien atrás, cierto?... Pero a este punto, no creo que sirva de algo lamentarnos. Estamos vivos."

"Jamás conocí a tu abuela, pero probablemente se hubiera alegrado mucho de que sigas con vida. Solo desearía lo mejor para ti, y te diría que te cuides."

"No lo sé, pero tal vez, solo tal vez, te diría que no te preocupes por ella, que todo estará bien. Después de todo, es tu abuela. Si tiene algo de ti, encontrará la manera de seguir adelante."

"Te lo prometo."

Arata lo miró con una chispa de esperanza, como si realmente quisiera creer las palabras de su amigo.

Daiki, sin embargo, mantenía una sonrisa genuina, aunque por dentro se sentía inseguro de si esas palabras vacías podrían calmar a Arata.

Son mentiras, después de todo. No puedo prometer nada. Solo pongo todas mis esperanzas en qué... algo de lo que dije sea real.

Aunque Daiki no lo dijera en voz alta, sentía un nudo en el estómago. No le gustaba dar falsas esperanzas, mucho menos a su mejor amigo, alguien que siempre había estado a su lado, desde la época del preescolar.

... Perdón, Arata.

Daiki extendió la mano hacia Arata, con la esperanza de que tomara su gesto como un paso para cerrar ese incómodo momento. Mirándolo mientras trataba de ocultar su inseguridad.

"Vamos, arriba. Reencarnamos juntos, eso es algo de lo que deberíamos alegrarnos. Supongo."

"___"

Arata no estaba en su mejor condición, pero se veía mucho mejor que antes. Al parecer, las palabras "vacías" de Daiki le dieron el impulso suficiente para ponerse de pie.

"Claro", dijo, mientras limpiaba sus ojos con las mangas, sonando un poco congestionado.

Por primera vez en mucho tiempo, Daiki vio una leve sonrisa en Arata, lo cual realmente lo alivió.

Parecía que sus palabras, aunque imperfectas, no habían sido tan malas después de todo.

"Gracias por darme una mano."

Daiki se sorprendió. Incluso estuvo unos segundos sin saber qué decir, dejando un vacío entre ambos mientras pensaba.

"¡Ah! Este... no hay de qué, creo. Eres mi amigo, así que naturalmente te eché una mano... ¡Literalmente! ¡Ja!"

¡Qué mal chiste! ¿De verdad fue lo único que se me ocurrió decir en un momento como este?

"Eh... claro", respondió Arata, forzando una sonrisa.

"Creo que deberíamos movernos ya."

Arata comenzó a caminar, mientras Daiki se encogía de hombros y se golpeaba la cara.

A pesar de la cercanía, no pudo evitar sentir vergüenza por lo que había dicho.

Vaya mierda, no es broma, de verdad... recluirme tanto tiempo en mi cuarto eliminó totalmente mis habilidades sociales. 

Ugh...