# **CAPÍTULO 5 – Ecos del Destino**
La sensación de mi piel ardiendo no desaparece. **Desde el sueño de anoche, todo ha cambiado.**
Siento mi loba inquieta, susurrando en lo más profundo de mi mente. Su voz es baja, insistente, pero ininteligible.
Algo está despertando en mí, algo que no comprendo del todo… y que no puedo controlar.
### **La Mañana en la Manada**
Cuando bajo al salón principal, el ambiente se siente diferente. Las miradas sobre mí son más intensas, como si todos sintieran que algo ha cambiado.
Axel es el primero en acercarse.
—Alfa —su voz suena extrañamente cautelosa—. ¿Estás bien?
Mis ojos se clavan en los suyos, y de inmediato siento **ese cosquilleo recorrer mi piel**.
—Estoy perfectamente —respondo con firmeza, aunque ni yo misma lo creo.
Axel entrecierra los ojos.
—Tu olor… es diferente.
Me tenso.
—¿Diferente cómo?
Antes de que pueda responder, Liam se acerca, interrumpiendo la conversación.
—Yo también lo noté. No es solo su olor, es su presencia. Es más fuerte.
Frunzo el ceño.
—No digan estupideces.
Pero entonces, sin previo aviso, Liam alza una mano y la mueve bruscamente frente a mi rostro.
Mis reflejos reaccionan antes de que mi mente procese lo que hace. **Atrapo su muñeca en el aire con una rapidez sobrehumana.**
Un silencio helado llena la habitación.
Mis dedos se hunden en su piel con más fuerza de la necesaria. **Mis sentidos están… afilados. Demasiado afilados.**
Liam me observa con asombro.
—Eso fue rápido. Más de lo normal.
Lo suelto al instante y doy un paso atrás, confundida. **Yo también lo sentí. Fue como si mi cuerpo se moviera solo.**
—No es nada —murmuro, tratando de convencerme a mí misma.
Pero entonces, la voz de Dante corta el aire como una cuchilla.
—No es nada… o no quieres admitir lo que está pasando.
Lo miro, y mi loba reacciona de inmediato. **Su presencia me enerva y me atrae al mismo tiempo.**
Doy un paso hacia él sin pensarlo, sintiendo mi piel estremecerse.
—¿Qué crees que está pasando, Dante?
Su expresión es inescrutable. **Pero sus ojos… hay algo en su mirada que me perturba.**
—Que estás cambiando. Y no puedes evitarlo.
Mi respiración se acelera.
No quiero mostrar debilidad, pero **hay algo en sus palabras que me hiela el alma.**
### **La Reunión con los Ancianos**
Horas después, los ancianos me llaman a su reunión. Me reciben en la gran sala de piedra del consejo, donde el aroma a incienso impregna el aire.
Mi madre está allí, con el ceño fruncido, los brazos cruzados. **Su mirada es de advertencia, pero también de preocupación.**
—Selene —su voz es firme—. Algo está ocurriendo contigo, y no puedes ignorarlo.
—No es nada —respondo automáticamente.
Uno de los ancianos, Oren, carraspea.
—No mientas, Alfa. Tu energía ha cambiado. Lo hemos sentido.
Aprieto los puños.
—No entiendo qué quieren que diga.
Otro anciano, Eliseo, me observa con gravedad.
—¿Has soñado con ella?
Me congelo.
—¿Con quién?
—Con tu loba.
La pregunta hace que un escalofrío me recorra la espalda.
Mi madre da un paso adelante.
—No es normal que una Alfa tenga este tipo de… cambios a tu edad. Algo está despertando en ti antes de tiempo.
Las palabras me golpean con fuerza.
—¿Antes de tiempo?
Los ancianos intercambian miradas, pero es Dante, apoyado contra la pared con los brazos cruzados, quien habla.
—Esto no es solo una transición. Algo más está pasando con Selene.
Su tono hace que todos le presten atención.
Mi madre lo fulmina con la mirada.
—¿Y tú qué sabes de esto?
Dante mantiene la calma, pero sus ojos brillan con intensidad.
—Más de lo que crees.
Silencio.
Mi madre vuelve a mirarme.
—Si sientes algo… fuera de lo normal, debes decírnoslo.
Pienso en la voz en mi cabeza, en mis reflejos, en mis ojos cambiando de color.
Pero no puedo decirlo en voz alta.
—Estoy bien —miento.
Nadie parece creerme.
### **El Dolor del Cambio**
Esa noche, el dolor llega sin previo aviso.
Me despierto con el cuerpo ardiendo, la piel hirviendo, la respiración entrecortada.
Me levanto tambaleante, tratando de estabilizarme.
*"Falta poco, Selene."*
La voz vuelve, suave pero inconfundible.
Siento mi loba **rugir en mi interior, como si estuviera intentando salir.**
Camino con dificultad hacia el espejo y me miro…
Mis ojos.
Por un instante, **no son grises.**
**Brillan con un dorado intenso, salvaje, indomable.**
Y entonces, un golpe en la puerta.
—Selene, abre.
Es Dante. **Y su voz suena diferente.**
Tomo aire, tratando de calmarme. Pero cuando abro la puerta y nuestros ojos se encuentran, veo algo en él que nunca había visto antes.
**Reconocimiento.**
Como si, de alguna manera, **supiera exactamente lo que me está pasando.**