# **CAPÍTULO 8 – Ecos de lo Cotidiano**
El resto del día transcurre en una bruma de conversaciones, risas y clases que apenas registro. Mi mente se debate entre dos mundos: el de la Alfa, esa figura que debe mantener el control en la manada, y el de la joven loba que arde por dentro, atrapada en la atracción peligrosa que Dante despierta en mí. Y en medio de todo esto, Kaela, mi loba interior, se hace cada vez más presente, reclamando su lugar en mi alma.
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### **El Peso del Cambio**
En el almuerzo, me reúno con mis amigas, quienes siempre han sido mi refugio. La atmósfera es a la vez cálida y llena de curiosidad adolescente.
—Selene, te veo rara —dice Sofía, observándome con ojos entrecerrados mientras se sienta a mi lado.
Trato de disimular, pero mi voz se quiebra un poco.
—Solo estoy cansada —miento, intentando sonar casual.
—Eso es mentira —interviene Valeria, señalándome con su tenedor como si pudiera leer mis pensamientos—. Siempre tienes energía, incluso cuando apenas duermes.
Clara, con una sonrisa pícara, se une al comentario:
—Tal vez se debe a cierto lobo misterioso que te anda rondando, ¿no crees?
Sofía frunce el ceño y bromea:
—¿Lobo misterioso? ¡No me digas que finalmente le das una oportunidad a Liam o Axel!
Suelto una risa seca, pero mi mente se niega a aceptar la broma. La verdad es que no puedo contarles sobre Dante; es algo demasiado complejo y peligroso para explicarlo en términos simples.
—No es ninguno de ellos —digo en voz baja, dejando entrever que es algo más… algo complicado.
Clara chasquea la lengua:
—¿Más complicado que elegir entre dos lobos guapos? No lo creo.
Intento sonreír, aunque mi interior retumba:
—Créeme, lo es.
Mis amigas intercambian miradas cómplices mientras Valeria me asegura:
—Sea lo que sea, estamos aquí para ti, ¿vale? No tienes que cargarlo sola.
Aunque sus palabras son reconfortantes, sé que esta carga es mía y mía solamente. Nadie más entiende lo que ocurre dentro de mí, la lucha entre mi deber como Alfa y el despertar imparable de Kaela.
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### **El Encuentro al Anochecer**
Las clases finalmente terminan y el sol se oculta lentamente. Con el corazón latiendo acelerado, me dirijo al claro detrás de la escuela, ese lugar donde el bosque se adueña del terreno y donde mis secretos se sienten un poco más seguros.
Allí, entre la penumbra, Dante ya me espera. Se apoya contra un robusto árbol, con los brazos cruzados y una mirada que parece desentrañar cada rincón de mi interior.
—Viniste —dice, sin mostrar ni una pizca de sorpresa.
Respondo con firmeza, recordando sus palabras de no ignorar lo que siento:
—Dijiste que no lo ignorara esta vez.
Doy un paso adelante. El aire se vuelve espeso, cargado de una energía que hace que mi piel se erice. Dante me observa en silencio, dejando que el momento se extienda como un suspiro.
—Tus ojos —murmura, rompiendo el silencio.
—¿Qué pasa con ellos? —pregunto, tratando de comprender lo que él percibe.
—Se están volviendo dorados con más frecuencia —responde, con una sinceridad inquietante.
Me quedo inmóvil, sintiendo cómo mis pupilas se dilatan ante su revelación.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque lo vi esta mañana. Y también porque… —se detiene, midiendo sus palabras—. Porque ya lo viví.
La respiración se me corta y mi mente se llena de preguntas. Dante se acerca un poco más, su mirada fija en la mía, como buscando confirmar lo inevitable.
—Sé lo que te está pasando, Selene. Sé que no puedes evitarlo.
Su cercanía me nubla los pensamientos y, a la vez, despierta en mí una mezcla de temor y anhelo.
—Explícate —susurro, con la voz temblorosa.
Él levanta una mano lentamente, acercándola a mi rostro sin tocarme, pero lo suficiente para que sienta el calor que emana. El contacto de su energía, aunque a distancia, hace que mi piel hormiguee intensamente.
—Tu loba, Kaela, está despertando por completo. No se trata solo de un cambio físico… es algo más profundo. Es como si Kaela estuviera respondiendo a un llamado.
Sus palabras resuenan en mi interior, tocando una fibra que creí inmutable.
—¿Un llamado a qué? —pregunto, con el corazón acelerado.
Dante sonríe de lado, una sonrisa peligrosa y enigmática.
—A mí.
Un escalofrío recorre mi espalda y, por un instante, todo en mi interior se paraliza.
—Eso no tiene sentido —logro articular, incrédula.
—¿No? —su voz baja, casi provocativa, me envuelve—. Entonces dime, ¿por qué cada vez que estoy cerca, Kaela reacciona de forma tan intensa?
Siento mi cuerpo tensarse; mi mente lucha por negar lo que mi corazón ya siente.
—Eso no significa nada —replico, pero mi voz delata la duda.
Dante inclina la cabeza, evaluándome con intensidad.
—Lo que sea que estés sintiendo, Selene… no lo ignores. Porque si lo haces, te consumirá.
Sus palabras me dejan sin aire. Y, en ese preciso instante, tengo miedo. No de Dante, sino de lo que estoy sintiendo por él, de la fuerza incontrolable de Kaela que amenaza con desbordarse.
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### **Reflexiones en Soledad**
Una vez que Dante se retira, me quedo sola en el claro. La oscuridad del bosque parece susurrar secretos mientras mis pensamientos giran sin descanso. Me pregunto qué significa realmente este despertar precoz de Kaela y cómo afectará mi futuro.
Desde que tenía 12 años, todas las lobas de nuestra manada conocen a su loba interior, un vínculo que se manifiesta a través de visiones y sensaciones. Pero la transformación completa, ese despertar en el que nos convertimos en lo que estamos destinadas a ser, solo ocurre al cumplir los 18.
Yo aún tengo tres meses por delante, pero Kaela se niega a esperar. Cada latido, cada parpadeo de mis ojos, me recuerda que algo está alterando el orden natural. ¿Será este el precio de enfrentar mis emociones y abrazar lo prohibido? ¿O acaso es el destino que me empuja a seguir un camino que jamás imaginé?
Mientras contemplo la penumbra, recuerdo las palabras de Dante, aquellas que aún resuenan en mis oídos: "no lo ignores, porque si lo haces, te consumirá". Y en lo profundo, sé que debo enfrentar esta dualidad: ser la Alfa que lidera y, a la vez, la joven loba que se debate entre el deber y el deseo.
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### **Fin del Capítulo 8**
**¿Podré encontrar respuestas a lo que Kaela me llama a hacer? ¿O me perderé en el abismo de mis propios sentimientos?**
La incertidumbre persiste, y mientras la noche se adueña del claro, sé que este es solo el comienzo de una lucha interna que cambiará mi destino para siempre.