Chereads / Entre Tensiones y Deseos / Chapter 6 - #6 Lo que no dices

Chapter 6 - #6 Lo que no dices

A la mañana siguiente, la casa estaba en silencio. Me desperté sintiendo aún el eco de la noche anterior, esa tensión entre Charlotte y yo que parecía haberse quedado en el aire.

Bajé a la cocina y la encontré allí, sentada en la mesa con una taza de café entre las manos. No dijo nada al verme, solo levantó la mirada por un instante antes de volver a concentrarse en su café.

-Buenos días -dije, rompiendo el silencio.

-Buenos días -respondió, con una voz más neutral de lo habitual.

Por un momento, todo pareció normal. Pero cuando pasé a su lado para servirme café, sentí su mirada sobre mí, como si esperara que dijera algo más... o como si estuviera pensando en la noche anterior tanto como yo.

El silencio se alargó mientras me servía el café. Intenté actuar con normalidad, pero era imposible ignorar la sensación de que algo había cambiado entre nosotros.

Me senté frente a ella y tomé un sorbo de café, sintiendo el calor de la taza en mis manos. Charlotte seguía con la vista fija en su bebida, removiéndola con la cucharilla sin mucho interés.

-¿Dormiste bien? -pregunté, intentando medir su reacción.

Ella tardó un segundo en responder. -Sí... ¿y tú?

-Más o menos.

Charlotte asintió, como si entendiera el peso detrás de mis palabras. Luego, dejó la cucharilla sobre el plato con un leve tintineo y se inclinó un poco hacia adelante.

-Sobre anoche... -empezó a decir, pero luego se detuvo.

Mi pecho se tensó ligeramente. Sabía exactamente a qué se refería, pero no estaba seguro de qué decirle.

-¿Qué hay con anoche? -pregunté, manteniendo la voz calmada.

Charlotte me miró por un momento, como si evaluara si debía seguir con la conversación o dejarlo pasar. Finalmente, soltó un suspiro y tomó su taza con ambas manos.

-Nada... olvídalo.

Intenté descifrar su expresión, pero no decía mucho. Solo bebió un poco de café y desvió la mirada hacia la ventana, como si el tema ya estuviera cerrado.

Pero no lo estaba.

Podía sentirlo en el aire, en la forma en que evitaba mirarme directamente.

Dos días después, al regresar del campus, noté algo inusual en la cocina. Había una caja pequeña con una etiqueta que decía: "Para George". Al abrirla, encontré un paquete de té negro con un aroma fuerte y especiado. Parpadeé, confundido.

-¿Te gusta? -preguntó Charlotte, entrando a la cocina con una taza en la mano. Su cabello estaba suelto, cayendo en ondas que enmarcaban su rostro.

-¿Esto es para mí? -pregunté, levantando la caja.

Ella se encogió de hombros. -Te vi tomar té el otro día y pensé que podrías disfrutar algo mejor que las bolsas baratas que usas.

-Gracias... -dije, todavía sorprendido. -No tenías que hacerlo.

Charlotte se apoyó en la isla de la cocina, observándome con una pequeña sonrisa. -No es gran cosa. Pero no te acostumbres. No soy de esas personas que miman a los demás.

Solté una risa breve. -No lo habría imaginado.

Mientras ponía agua a calentar, noté cómo Charlotte seguía ahí, viéndome con esa expresión que siempre parecía ocultar algo más. Por primera vez, no sentí la necesidad de responder con sarcasmo.

-Te invito a probarlo si quieres -dije, levantando la taza una vez lista.

Charlotte alzó una ceja, como si estuviera evaluando mi invitación. Luego tomó asiento en la barra.

-Por esta vez, acepto.

Nos quedamos allí, sentados en la cocina, compartiendo un momento de inesperada tranquilidad. Por primera vez, nuestras conversaciones no estaban cargadas de sarcasmo o tensión, sino de algo más ligero, casi natural.

Esa misma tarde, mientras Charlotte limpiaba la casa , yo la observaba con detenimiento luego algo me impulsó a acercarme.

Me acerqué detrás de ella, pareció sentir mi presencia, antes de que evocará palabra alguna

- George me asustaste - dio un paso hacia atrás - que haces?

-solo vine a ayudarte -dije tomando un trapo para secar los platos.

-Pensé que no eras de los que hacían estas cosas -respondió con una sonrisa burlona.

- Hay mucho que no sabes de mi

El espacio entre nosotros era reducido. Mientras movía un plato hacia el lado para que lo secara, mi codo rozó el suyo. Fue un contacto breve, insignificante, pero que me hizo consciente de lo cerca que estaba de mí.

Charlotte no se apartó, pero tampoco dijo nada. Cuando levanté la vista, sus ojos se encontraron con los míos. Por un momento, la atmósfera cambió. La cocina, normalmente llena de sarcasmos y comentarios punzantes, se sintió extrañamente íntima.

-¿Qué pasa? -preguntó finalmente, con una sonrisa que parecía esconder su propia incomodidad.

-Nada... -respondí, bajando la mirada. Pero incluso mientras continuábamos lavando los platos, esa sensación de cercanía persistió.

Eran las 4:30 de la tarde. Alice, Jeremy y yo estábamos en la sala de mi casa, avanzando con unos trabajos de campo. Como era habitual, Charlotte estaba en el gimnasio haciendo su rutina.

- Oye, viejo, qué pena que tu niñera no esté aquí -dijo Jeremy con tono decepcionado.

- ¿Tú la conoces? -preguntó Alice sorprendida.

- Oh, sí, la última vez que la vi tenía como doce años.

Rodé los ojos. Otra vez el tema de Charlotte.

- Podemos dejar de hablar de ella y hacer algo divertido -dije con un suspiro.

- ¡Ya sé! -Alice dio un brinco del sofá, con esa energía suya que nunca desaparecía-. Juguemos a escaleras, y el que pierda tiene que tomar un shot.

Me pregunté si esta chica podía hacer algo sin involucrar alcohol.

- Genial, me gusta la idea -dijo Jeremy, levantándose para buscar algo en la nevera-. Viejo, no tienes nada aquí ?

- En la alacena hay una botella de vino -respondí, mientras buscaba las cartas.

El juego comenzó, y después de varias rondas, Jeremy terminó completamente fuera de combate. Algo me decía que Alice lo había planeado todo; rara vez perdía en este tipo de juegos. Y ahí estábamos, solo ella y yo, con la botella casi vacía y el ambiente cargado de algo que no sabía describir.

Alice me miraba fijamente, sus ojos que reflejaban un brillo que mezclaba travesura e intención.

- George, dime... ¿alguna vez has tenido novia?

Su pregunta me tomó por sorpresa. ¿A qué venía eso ahora?

- Bueno, sí... alguna que otra -respondí, con cautela.

- ¿Y hay alguna chica que te guste?

Fruncí el ceño. Algo en su tono me hizo sentir que esta conversación iba en una dirección peligrosa.

- No sé... creo que no.

Alice sonrió y se inclinó hacia mí, apoyando sus manos en mis rodillas. Su proximidad hizo que mi cuerpo se tensara de inmediato.

- Sabes, hay alguien que me gusta.

Intenté mantener la compostura, pero la incomodidad era evidente.

- ¿Ah, sí? ¿Y quién es? -pregunté, esperando que cambiara de tema.

- Oh, es un chico encantador

Me miro con una pizca de maldad

- pero no capta ni las indirectas más obvias. ¿Puedes creerlo?

Cada vez había menos espacio entre nosotros. Su mirada bajó a mis labios, y su aliento, mezclado con el aroma del vino, me envolvió.

- Alice... -Mi voz sonó más débil de lo que esperaba-. Creo que no deberíamos hacer esto.

- Vamos, George... ¿acaso no te parezco atractiva? Solo un beso...

Alice se acercó más, y justo cuando sentí que las cosas podían salirse de control, la puerta se abrió.

Charlotte entró.

El ambiente cambió en un segundo. Alice se apartó de golpe, y yo me enderecé, sintiendo un nudo en el estómago.

Charlotte nos miró, su expresión era difícil de descifrar, pero había algo en sus ojos... un destello de disgusto que intentaba ocultar tras una máscara de indiferencia.

- Oh, George... tienes visitas.

Alice se apresuró a presentarse, como si quisiera suavizar la situación.

- Mucho gusto, señora. Soy Alice, una amiga de George.

Charlotte apenas le dirigió una mirada antes de posar sus ojos en el sofá.

- ¿Quién es el vago que está durmiendo ahí?

- Oh, es Jeremy. ¿Lo recuerdas?

Su expresión cambió ligeramente.

- ¿Ese es Jeremy? Ha crecido bastante...

Después de que Alice y Jeremy se marcharon, el aire en la casa se volvió denso. Charlotte estaba extrañamente hostil.

Respiré hondo. Lo mejor era disculparme, aunque no estaba seguro de por qué.

- Charlotte, perdóname por... lo que pasó con Alice.

Ella soltó una risa seca, sin rastro de humor.

- ¿Por qué me pides perdón? Por traer a tus amigos? No soy tu madre.

Su tono era desinteresado, pero algo en su mirada me decía que no era del todo cierto.

- Lo sé, es solo que... debí decirte que tenía visitas.

Charlotte se encogió de hombros y empezó a caminar hacia su habitación. Pero a mitad de camino, se detuvo sin voltear.

- ¿Es tu novia?

La pregunta me tomó por sorpresa.

- No, es solo una amiga.

Silencio.

- Parece que no te ve como un simple amigo. ¿Por qué no sales con ella?

Su voz sonaba como si tuviera Rabia contenida.

Inspiré profundamente antes de responder.

- Imposible. Parece que mi corazón ha elegido a otra persona.

Charlotte se quedó quieta por un momento. Luego, sin girarse, respondió con una voz más baja.

- Si es así... entonces no deberías dejar que se te acerquen tanto.

Y sin más, se marchó a su habitación, dejándome con una sensación de inquietud clavada en el pecho.