Download Chereads APP
Chereads App StoreGoogle Play
Chereads

El amor de mi vida es un ángel

DaoistRqLFKV
28
chs / week
The average realized release rate over the past 30 days is 28 chs / week.
--
NOT RATINGS
284
Views
Synopsis
La historia de Alex y Bruna se remonta a sus años de instituto, ella es magnética y muy diferente al resto, parece leerle la mente solo con mirarle a los ojos. Aunque sufren varios desencuentros Alex nunca se olvida de ella y veinte años más tarde de reencuentran, con vidas completamente diferentes, aunque su vínculo es innegable. Bruna, sin quererlo, pone la vida de Alex patas arriba, y él, que ahora es un hombre de éxito, CEO de un importante despacho de abogados, decide que está vez va conseguir conocer sus secretos más profundos para llegar a su corazón y quedarse para siempre.
VIEW MORE

Chapter 1 - El nuevo comienzo

Septiembre 2006

Alex aún recordaba ese día como si no hubiesen pasado veinte años, cuando entró como alumno nuevo a un instituto cerca del apartamento donde se había mudado con su madre y su hermano mayor... y la conoció a ella.

Era el primer día del curso y él sería "el nuevo", no es que normalmente le importasen mucho las apariencias pero queria dar una buena imagen. Su nuevo hogar estaba muy lejos del anterior y aquí no conocía a nadie... Y él sabía bien lo importante que son las primeras impresiones. Este día podía ser decisivo, según como se presentase ante sus profesores y compañeros su estancia en esta nueva ciudad podría ser más o menos agradable. Y Dios sabía que Alex necesitaba una tregua.

Su madre había insistido en pedirse la mañana en el trabajo para poder llevarle en coche y acompañarle, pero él prefirió llegar por su cuenta en transporte público.

Este era el penúltimo curso de instituto, eso significaba que tenía que hacer un gran esfuerzo, no quería cerrarse puertas y para ello era imprescindible un buen expediente académico. No es que su familia fuese pobre ni nada de eso, pero a su madre no le sobraba el dinero y él, hacía ya mucho tiempo, se había dado cuenta de que no le iban a regalar nada en la vida.

Estaba sumergido en sus propios pensamientos cuando se dió cuenta de que el autobús acababa de pasar su parada y no se había bajado a tiempo... Ahora le tocaría correr para no llegar tarde en su maldito primer día.

Una vez llegó a la puerta exterior atravesó rápidamente el amplio patio delantero, dirigiéndose al edificio de ladrillos oscuros donde se le había indicado que estarían las aulas y buscó ansioso su nombre en las listas que había colgadas en una de las paredes del hall de entrada. El sudor le resbalaba por la frente y aún luchaba contra su respiración agitada debido a la carrera desde la parada de autobús, deseó encontrar unos aseos cerca o de camino para poder llegar medianamente decente a clase.

Recordaba perfectamente la sensación que le inundó al comenzar a recorrer esos pasillos aún desconocidos para él. Se sentía completamente fuera de lugar, como si nunca fuese a ser capaz de encajar ahí. El pasillo por el que estaba caminando dio paso a un amplio rellano lleno de taquillas metálicas y con varias puertas. Era un edificio sobrio pero con materiales nobles, los suelos parecían de mármol y las puertas dobles eran de oscura madera maciza, se notaba algo decadente, como si hubiese pasado por tiempos mejores, pero desde luego era mucho más elegante que su antiguo instituto.

Le alivió ver qué aún había compañeros llegando detrás de él, otros entrando en las aulas, la mayoría dándose abrazos y saludandose amistosamente tras las vacaciones de verano. Decidió aprovechar para ir rápidamente al aseo, para al menos lavarse la cara y beber un poco de agua. El aseo de las chicas tenía la puerta abierta y parecía bastante lleno, con un grupo de chicas chillonas retocandose el maquillaje y el cabello, peleándose por mirarse en el espejo. Entró en el de chicos, que estaba vacío, y tras lavarse la cara se quedó mirando su reflejo, y volvió a sentirse completamente fuera de lugar. Entonces entró un grupo de chavales riendo y dándose palmadas en la espalda unos a otros. Cuando le vieron dejaron de hablar para mirarse entre ellos, uno de ellos, un chico moreno vestido demasiado elegante como para ir al instituto, se encogió de hombros e hizo un gesto con la mano de indiferencia antes de dirigirse al urinario. Los otros dos miraron a Alex curiosos.

- ¿Y este pavo?- preguntó un chico rubio al otro mientras le señalaba descaradamente.

- Y yo que sé macho, pues será el nuevo- contestó el otro chico, también iba vestido con ropa de marca, y aún que no tan elegante como el moreno que estaba orinando, llevaba un reloj con pinta de costar más que todos los ahorros de Alex de un año.

Alex pensó que tenía que intervenir para no parecer un imbécil que dejaba que hablasen de él como si no estuviera delante.

- Hola, me llamó Alex- Se presentó de la forma más neutra e inexpresiva, pero no queriendo parecer maleducado. - Si, soy nuevo aquí.

Por algún motivo, los dos chicos se miraron como si hubiese dicho algo gracioso y empezaron a reírse.

- ¿Y este? Se cree que nos puede hablar tío...- Dijo el chico del reloj caro mientras el otro se reía apoyándose en el hombro de su amigo.

- Bueno a ver, no os paséis con el chaval, que su primer día, y vosotros sois muy gilipollas- Intervino el moreno elegante. Se acercó a lavabavo y mientras se lavaba las manos miró a Alex a través del espejo añadiendo- Yo soy Rober, encantado, nos vemos en clase- Después se giró, seco sus manos despectivamente en la sudadera de Alex y salió del aseo, seguido de sus dos amigos que contenían la risa.

Alex salió del baño, aún sin entender bien qué acababa de suceder (y con la confianza un poco dañada) y se dirigió a su aula.

Cuando entró en el aula pudo ver qué la mayoría de sus compañeros estaban ya ocupando sus pupitres, que estaban organizados por parejas y formando tres filas de de cuatro pupitres dobles, creando dos pasillos en el medio del aula. En la parte frontal del aula había un pequeño estrado elevado delante de una gran pizarra verde y aún lado una mesa mas grande, de madera oscura y con cajones, la del profesor.

De pie, con las manos en la espalda, en una postura rígida prácticamente militar se situaba una señora de mediana edad imponentemente alta, con el cabello muy corto color naranja. - Espero que en menos de treinta segundos estén todos ustedes sentados en sus pupitres. Elijan rápida pero sabiamente porque serán sus asientos para el resto del curso- Sentenció con un extraño acento y una voz ronca.