Capítulo 2: El Torneo de los Malditos
Una vez haber tenido esa rara interacción con esa tipa llamada la muerte, porque según yo en todos los mangas que leí, pensé que la muerte iba hacer algo más terrorífico, dejando eso de lado me he puesto a pensar por varios minutos y he llegado a una pequeña conclusión, si no estoy en el paraíso ni en el infierno, lo único que me separa de esas dos cosas es el Limbo.
El caos era el único orden en el Limbo. Ryuusei abrió los ojos y se encontró rodeado por cientos o miles de almas perdidas, todas con la misma mirada de confusión y miedo que él. Voces resonaban a su alrededor, llantos de desesperación y gritos de enojo. Sin embargo, en el centro de todo, una figura se mantenía erguida con una sonrisa burlona en el rostro: la Muerte.
-Bienvenidos, almas descarriadas -dijo la figura encapuchada con una voz profunda y burlona-. Felicidades, han muerto. Pero no se preocupen, no todo está perdido. Hoy tienen una oportunidad de renacer.
Un escalofrío recorrió la espalda de Ryuusei. Por un momento, pensó que estaba soñando, pero el dolor en su cuerpo le recordaba que lo que había sucedido era real. El terremoto, los gritos, su propia sangre...
-¿De qué demonios hablas? ¿Qué es este lugar? ¿Dónde mierda estamos?-gritaron varios hombres a su lado, pero antes de que pudieran decir algo más, la Muerte chasqueó los dedos, y los hombres se desplomaron en el suelo como si sus almas hubieran sido arrancadas de sus cuerpos.
-Las interrupciones no serán toleradas -dijo la Muerte con desinterés-. Ahora, presten atención, porque no repetiré las reglas.
Ryuusei tragó saliva. La atmósfera se volvió más densa, y una sensación de desesperación se apoderó del ambiente.
-Este es un torneo -continuó la Muerte-. Un torneo para decidir quién de ustedes merece regresar al mundo de los vivos. Pero no se equivoquen... No será sencillo.
La oscuridad a su alrededor se agitó y cinco reglas aparecieron flotando en el aire, escritas en un idioma que, de alguna forma, todos podían entender:
Reglas del Torneo del Limbo:
Solo cinco personas podrán salir con vida. Los demás... desaparecerán para siempre.
Las armas estarán limitadas a herramientas medievales. Nada de armas de fuego ni explosivos.
No hay aliados, solo enemigos. La traición será parte del juego.
El dolor que sientan aquí será tan real como en el mundo de los vivos. Morir duele, y lo harán una y otra vez si es necesario.
Solo aquellos con verdadera voluntad de vivir podrán avanzar.
Ryuusei sintió un escalofrío. Cada una de esas reglas era una sentencia de muerte disfrazada.
-Así que... una masacre -murmuró con una sonrisa nerviosa.
La Muerte aplaudió con entusiasmo.
-¡Exacto! Y sin más preámbulos... ¡Que comience el torneo!
El suelo bajo sus pies se desvaneció, y Ryuusei sintió cómo su cuerpo caía en un abismo sin fin. El grito de los demás competidores se mezclaba con el suyo mientras descendían a una arena envuelta en sombras.
Ryuusei se incorporó con dificultad, su cuerpo entumecido por el impacto. A su alrededor, la arena estaba dividida en diferentes secciones, con armas medievales esparcidas por el suelo. Espadas, lanzas, hachas, dagas... todo lo necesario para la carnicería que estaba a punto de comenzar.
No pasó mucho tiempo antes de que el primer grito de agonía resonara en el aire.
-¡¡MI BRAZO, MALDITA SEA, MI BRAZO!!
Un hombre caía de rodillas, sujetando con desesperación el muñón ensangrentado donde antes había tenido un brazo. Su agresor, un joven con una lanza, no se detuvo. Con un movimiento brutal, perforó su garganta, ahogando su grito en un chorro de sangre.
-Joder... esto no es un torneo... es un matadero -murmuró Ryuusei, retrocediendo mientras esquivaba a un hombre con una espada rota.
-¡AAAAHHH, MI PIERNA, NO, NO, NOOOO! -gritó otra persona, arrastrándose en el suelo mientras la sangre manaba de su muslo.
Ryuusei respiró hondo y buscó un arma. No podía quedarse quieto o sería el siguiente en caer.
Mientras avanzaba, un destello llamó su atención. Una pequeña figura temblaba detrás de una pila de cadáveres, abrazándose las rodillas. Era una niña.
-¿Eh? -frunció el ceño y se acercó con cautela.
La pequeña levantó la mirada y sus grandes ojos carmesíes lo miraron fijamente. Su cabello plateado estaba sucio y enredado, y su vestido desgarrado mostraba varias heridas en su piel pálida.
-¿Qué demonios hace una niña aquí...? -susurró Ryuusei.
-... Aiko... -murmuró la niña con voz temblorosa.
Ryuusei suspiró. No tenía tiempo para jugar a la niñera, pero dejarla ahí significaba su muerte segura.
-Mira, no sé quién eres ni cómo terminaste aquí, pero si quieres vivir, será mejor que vengas conmigo -dijo, extendiendo su mano.
Aiko dudó por un momento, pero finalmente la tomó.
-Bien, ahora vamos a-
-¡JAJAJAJA! ¡MÁS, MÁS SANGRE! -Un hombre cubierto de heridas y con una sonrisa demente corrió hacia ellos con un hacha en alto.
-¡Joder! -Ryuusei empujó a Aiko y se lanzó hacia un escudo en el suelo.
El hacha cayó con un impacto brutal, y la sangre salpicó su rostro. Pero no era su sangre...
El hombre miró sorprendido su propio torso. Un filo atravesaba su pecho, y detrás de él, un joven con el cabello negro y una katana ensangrentada lo empujó sin esfuerzo.
-No te confíes demasiado -dijo el recién llegado con una expresión fría.
-Ryuusei sonrió.
-¿Y tú quién demonios eres? ¿Mi salvador?
El joven guardó silencio por un momento antes de responder.
-Daichi. Daichi Mokuren. Y parece que ahora somos aliados.
Ryuusei soltó una risa seca.
-Tsk... qué cliché.
Pronto, otros dos individuos se acercaron. Un hombre alto de cabello plateado que portaba una gran alabarda y una mujer con dagas en ambas manos.
-Si queremos salir de aquí, será mejor que unamos fuerzas -dijo el hombre con voz seria.
Ryuusei suspiró y miró a Aiko, que lo sujetaba de la manga con fuerza.
-Cinco personas, ¿eh? Bueno... supongo que no está mal empezar con esto.
Desde lejos la Muerte como veía como miles de personas se mataban entre si solo para volver patéticamente al mundo de los vivos, pero noto algo extraño 5 individuos haciendo grupo, sin mencionar que ya había mencionado las reglas.
"Oh, qué interesante... alianzas en mi torneo de muerte. Veamos cuánto duran antes de apuñalarse por la espalda."
El torneo aún no había terminado, pero la verdadera masacre apenas comenzaba.