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Chapter 2 - Capítulo 2: Un encuentro inesperado

La imagen de Sebastián seguía grabada en la mente de Ana mientras continuaba con sus tareas de limpieza. Sus ojos azules, su sonrisa amable, la forma en que la había mirado... todo en él la hacía sentir una conexión especial, una chispa que se encendía en su interior cada vez que lo recordaba.Mientras sacudía el polvo de un antiguo jarrón de porcelana, Ana se preguntó qué haría si volviera a encontrarse con Sebastián. ¿Le hablaría de su sueño de ser médica? ¿Le contaría sobre su difícil situación familiar? ¿O simplemente se limitaría a saludarlo y seguir su camino?De repente, la puerta del salón se abrió y Sebastián apareció en el umbral. Ana se sobresaltó y el jarrón resbaló de sus manos, estrellándose contra el suelo en mil pedazos."¡Oh, no!", exclamó Ana, llevándose las manos a la boca. "Lo siento mucho, señor Sebastián. No quería...".Sebastián se acercó rápidamente y la miró con preocupación. "¿Estás bien, Ana? ¿Te has hecho daño?"."No, estoy bien", respondió Ana, agachándose para recoger los fragmentos del jarrón. "Pero el jarrón... era muy valioso, lo siento mucho".Sebastián se arrodilló junto a ella y comenzó a ayudarla a recoger los pedazos rotos. "No te preocupes por el jarrón, Ana", dijo con suavidad. "Lo importante es que tú estés bien".Ana lo miró a los ojos y sintió que su corazón latía con fuerza. La cercanía de Sebastián la ponía nerviosa, pero al mismo tiempo la hacía sentir protegida y segura."Gracias, señor Sebastián", dijo Ana con voz temblorosa. "Es usted muy amable"."Por favor, Ana, no me llames señor Sebastián", dijo él con una sonrisa. "Puedes llamarme Sebastián"."Está bien, Sebastián", respondió Ana, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo al pronunciar su nombre.Sebastián la ayudó a levantarse y juntos terminaron de recoger los fragmentos del jarrón. "Lo siento mucho por lo del jarrón", dijo Ana una vez más."No te preocupes, Ana", respondió Sebastián. "Son cosas que pasan. Lo importante es que no te hayas lastimado".Sebastián se quedó un momento más en el salón, conversando con Ana sobre su trabajo y sus estudios. Ana se sintió cómoda y relajada en su compañía, y por un momento olvidó su difícil situación y se dejó llevar por la magia del momento.Antes de marcharse, Sebastián le sonrió a Ana y le dijo: "Espero verte pronto, Ana"."Yo también lo espero, Sebastián", respondió Ana con una sonrisa.Cuando Sebastián se hubo marchado, Ana se quedó sola en el salón, con el corazón lleno de alegría y esperanza. El encuentro inesperado con Sebastián había sido un soplo de aire fresco en su vida, una luz que se encendía en medio de la oscuridad.A partir de ese momento, Ana esperó con ilusión el momento de volver a ver a Sebastián. Cada vez que lo veía, sentía que su corazón latía con más fuerza y que una chispa se encendía en su interior.Sin embargo, Ana también era consciente de la diferencia de clases que los separaba. Sebastián era el dueño de la casa, un hombre rico y poderoso, mientras que ella era solo una limpiadora, una joven humilde que luchaba por alcanzar sus sueños.A pesar de ello, Ana no podía evitar soñar con un futuro junto a Sebastián. Un futuro en el que ambos pudieran superar los obstáculos y vivir su amor bajo el mismo cielo.