os días siguientes transcurrieron con una mezcla de rutina y anhelo para Ana. Sus labores en la casa de Sebastián se habían vuelto más llevaderas, ahora que tenía la esperanza de volver a verlo. Cada rincón del salón, cada objeto que limpiaba, le recordaba su presencia.Una mañana, mientras organizaba la biblioteca, escuchó la voz de Sebastián que la llamaba desde el pasillo. Su corazón dio un vuelco y sus manos temblaron levemente al dejar un libro en su lugar."Ana, ¿tienes un momento?", preguntó Sebastián asomándose a la biblioteca."Sí, claro, Sebastián", respondió Ana con una sonrisa nerviosa."Quería preguntarte algo", dijo él, entrando en la biblioteca y acercándose a ella. "Me preguntaba si te gustaría acompañarme a un evento esta noche. Es una exposición de arte en el centro de la ciudad".Ana se sorprendió ante la invitación. Nunca se había imaginado que Sebastián la invitaría a salir. Su corazón latió con fuerza y sintió un torbellino de emociones en su interior."Me encantaría, Sebastián", respondió Ana con una sonrisa radiante."Perfecto", dijo él con una sonrisa. "Te recogeré a las siete en punto. ¿Te parece bien?"."Sí, me parece perfecto", respondió Ana, sintiendo una gran emoción y nerviosismo al mismo tiempo.Sebastián se marchó y Ana se quedó sola en la biblioteca, con el corazón lleno de alegría y emoción. ¡Iba a tener una cita con Sebastián! No podía creerlo.Inmediatamente, comenzó a pensar en qué se pondría para la ocasión. No tenía ropa elegante, pero quería verse lo mejor posible para Sebastián.Esa tarde, después de terminar sus labores en la casa de Sebastián, Ana fue rápidamente a su casa. Era una pequeña vivienda que compartía con su familia. Al llegar, su hermana Elena la recibió con una mirada de sorpresa y curiosidad."¿Adónde vas tan arreglada?", preguntó Elena."Voy a salir con un amigo", respondió Ana, tratando de disimular su emoción."¿Con un amigo?", preguntó Elena con incredulidad. "¿Desde cuándo tienes amigos?"."Desde hace poco", respondió Ana con una sonrisa.Elena no insistió y Ana se fue a su habitación para prepararse para su cita. Se puso un vestido sencillo pero elegante que tenía guardado para ocasiones especiales. Se maquilló ligeramente y se peinó el cabello con cuidado.Cuando estuvo lista, se miró al espejo y se sintió nerviosa. ¿Le gustaría a Sebastián? ¿Se vería bien con ese vestido?En ese momento, sonó el timbre. Ana sintió que su corazón se detenía por un instante. Era Sebastián.Bajó las escaleras rápidamente y abrió la puerta. Sebastián estaba allí, vestido con un elegante traje oscuro. Se veía guapo y elegante."Hola, Ana", dijo Sebastián con una sonrisa. "Estás muy guapa"."Gracias, Sebastián", respondió Ana sonriendo. "Tú también estás muy elegante".Sebastián le ofreció su brazo y juntos salieron de la casa. Durante el camino hacia el centro de la ciudad, conversaron sobre diversos temas. Ana se sintió cómoda y relajada en su compañía.Al llegar a la exposición de arte, Ana quedó impresionada por la cantidad de gente y la belleza de las obras expuestas. Sebastián la guio por las diferentes salas, explicándole el significado de cada obra y compartiendo sus conocimientos sobre arte.Durante la velada, Ana y Sebastián disfrutaron de la compañía del otro. Se rieron, conversaron y compartieron momentos especiales. Ana se sintió feliz y afortunada de estar junto a Sebastián.Al final de la noche, Sebastián acompañó a Ana a su casa. Al llegar a la puerta, se detuvieron un momento y se miraron a los ojos."Gracias por una noche maravillosa, Ana", dijo Sebastián con una sonrisa."Gracias a ti, Sebastián", respondió Ana con una sonrisa. "Me lo pasé muy bien".Sebastián se acercó a Ana y le dio un suave beso en la mejilla. "Buenas noches, Ana", dijo él."Buenas noches, Sebastián", respondió Ana con el corazón latiendo con fuerza.Sebastián se marchó y Ana se quedó en la puerta de su casa, con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de felicidad. La noche había sido mágica.