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Chapter 7 - Unlucky [4]

El hombre, sin hacer ruido y con un rostro inexpresivo, se sienta en otro sillón, enfrente de patricia.

"... Aquel día, ¿Qué hubiera sido distinto, si Kevin estaba ahí con nosotros?" 

Pregunta el hombre, con un tono melancólico y triste, Patricia, solo puede dirigir su mirada al suelo, con un tono nervioso y titubeos dice.

"Lo siento, si ese día yo no..."

El hombre mira al suelo, pero no con vergüenza, si no con una mezcla de ira y resentimiento.

"¡Aunque Kevin hubiera estado allí, lo mas seguro es que el también hubiera muerto!"

Dice, Patricia en voz alta, ya con lagrimas en sus ojos.

"¿Con que derecho...?" 

"¡El pudo haber pasado sus últimos momentos con ellos! ¡Así...! Así el no hubiera muerto tan inútilmente..."

Patricia y el hombre, ya con las lagrimas corriendo por ambos rostros se miran el uno al otro sin decir nada, el hombre, es el primero en romper el silencio.

"¿Porque lo convenciste de quedarse?"

Patricia habla con la voz rota.

"Yo lo necesitaba..."

El hombre se levanta de un salto de su sillón y grita con su voz llena de ira.

"¡¿Lo necesitabas?!"

Patricia intenta hablar, pero guarda silencio cuando el hombre la reprende.

"¡¿Y nosotros no?!"

Patricia se estremece ante el grito del hombre. Su cuerpo tiembla, pero no es solo por el miedo o la culpa, sino por el peso de los recuerdos que la atormentan.

"¿Tú crees que fue fácil para mí?"

murmura, su voz temblorosa.

El hombre aprieta los puños, respirando con dificultad. Su rostro está enrojecido por la furia y el dolor.

"¡No quiero escuchar excusas, Patricia! ¡Mi hermano tenía derecho a decidir! ¡Tú no podías arrebatarle eso!"

Patricia se cubre el rostro con ambas manos, sollozando.

"¡Si lo dejaba ir, él no iba a volver! ¡Lo sabía! ¡Lo sentía! Y... y Ren era el que mas iba a sufrir."

El hombre sacude la cabeza, incrédulo.

"¿Y qué pasó al final, Patricia? ¡Dímelo!"

Patricia aprieta los labios, su cuerpo encogido por la culpa.

"Murió de todos modos... lejos de ellos y de nosotros..."

murmura, arrastrando las palabras.

Un silencio pesado cae sobre la habitación. Solo el sonido de su respiración errática de los dos llena la habitación.

"Yo... de verdad lo lamento, Víctor."

Con su voz ya mas calmada y limpiándose la cara, Patricia por fin levanta la miraba hacia Víctor.

El hombre, sorprendido por el nuevo tono de Patricia, se vuelve a sentar, cerrando los ojos intentando calmarse.

"Al final, la decisión fue tomada por el, nunca te perdonare por hacerlo cambiar de opinión, pero, al menos déjame saber... ¿Fue feliz?"

"Eso creo... Cuando vio Ren por primera vez, tenia una gran sonrisa, de lado a lado en su rostro."

Algunas gotas de liquido caían por sus mejillas, ya no de impotencia o vergüenza, si no de alegría y melancolía, cruzaban el rostro ya húmedo de la mujer de pelo castaño.

"Kevin, siempre fue ese tipo de persona... En eso, se parece bastante a su hijo."

"El lo amaba mas que a nada, para el, era la máxima prioridad en su vida."

murmura Patricia, con un tono cálido y calmado, su suave sonrisa característica dibujada en su rostro otra vez.

*****

Los aventureros y mercenarios, al notar el estruendo del edificio, rápidamente se dirigieron hacia las ruinas, yendo de todas partes de la ciudad, cuando llegaron, vacilando un momento al ver la temible bestia saliendo del agujero, después de un momento se lanzaron hacia el Labart.

Jean, viendo que las situación se estaba estabilizando miro a los soldados que la seguían.

"¡Escuadrón 26! ¡Sigan investigando las murallas por su cuenta!" Dice Jean, haciendo un rápido gesto con su brazo.

Los soldados, haciendo una reverencia y despidiéndose con un fuerte '¡Si señor!', asegurando que recibieron la orden, inmediatamente se fueron a recorrer la muralla.

"¡Escuadrón 25! ¡Síganme!" 

Con un tono urgente, se lanza sobre las casas de la ciudad.

Jean fue corriendo por los tejados de las casas con una decena de soldados ligeros a sus espaldas.

'Esperemos que sean pocos...'

Jean, preocupada visiblemente por la situación, dirigió su mirada a las puertas de la ciudad.

*****

Mientras el caos de la ciudad se estabilizaba, Elviroon, todavía pensante sobre la muralla, dirige su mirada a la situación en las puertas de la ciudad, los soldados, todavía manteniendo el ritmo de la lucha, se les veía ya agotados a los mas nuevos, aunque todavía era el inicio de la pelea.

"¡Escuadrón 15 y 16! ¡Refuercen el centro!" Dice Elviroon, con su tono autoritario.

Soldados ligeros en espera, asintieron en respuesta y se dirigieron lo mas rápido que pudieron al centro de la ciudad.

Elviroon volvió a la situación en las puertas, los cadáveres de tanto Labarts como soldados se amontonaron uno sobre otros haciendo que menos bestias lograran pasar, a su vez los soldados del frente tuvieron menos bestias que manejar y el ritmo y cansancio de los soldados disminuía.

'Bien, llegamos al ritmo crucero de la pelea, mientras la situación de adentro se solucione rápidamente, en unas horas acabaremos con todos los Labarts... Todo esta yendo muy bien.'

Cuando Elviroon miraba la ciudad en periferia, sus pies sintieron un leve temblor, ante sus ojos, una tragedia que no pudo imaginar jamás sucedió, algunos edificios de la ciudad caían mientras múltiples huecos como el del centro aparecían uno tras otro por toda la ciudad, llenándola de polvo y destrucción, el sonido de gritos provenían de todas partes, pero eso no fue lo peor, en el centro, justo cuando los soldados terminaron de matar al Labart mas pequeño, un fuerte temblor lleno toda la ciudad acompañado por un muy fuerte aullido, mas fuerte que el de todas las bestias que hasta ahora había oído.

Una cabeza titánica de un Labart emergió del agujero del suelo, rivalizando en altura con los edificios circundantes, sus fauces abiertas mostrando colmillos gigantes que podrían despedazar edificios, sus ojos, llenos de ira y erráticos amenazaban con tragarse los alrededores.

El ruido de la piedra cayendo por los sueles llena el silencio dejado por la temible criatura, la mayoría de soldados que no se encontraban en el frente estaban temblando después de escuchar el aullido.

Elviroon, solo pudo mirar preocupado, un sudor frio recorría su cuerpo, dándose cuenta, que todo este tiempo, las bestias de las puertas, solo eran una distracción, solo eran una pequeña parte del gran caos que se avecinaba.

Su mente, tratando de crear una estrategia en medio del caos fue interrumpido por los gritos de desesperación y terror provenientes de la puerta de la ciudad, el crujir de huesos y el fuerte olor a sangre termino por dirigir su atención a la situación.

Una bestia había empujado los cadáveres aplastando varios soldados y abriendo un espacio para que las demás bestias pudieran pasar, sin mucho tiempo para pensar, Elviroon salta al techo de concreto de un edificio cercano, cayendo sobre el sin mucha dificultad.

Saltando otra vez hacia la superficie, cae con fuerza en la tierra, inmediatamente se lanza hacia la puerta, deslizándose sobre el suelo quedando casi acostado, su armadura raspa con el suelo generando algunas chispas.

Saca su espada plateada y en un movimiento apenas visible corta la garganta de un Labart, posteriormente sin que nadie lo notara dos cabezas mas salen rodando por el suelo.

Los Labarts retroceden al notar la fuerza del hombre, tiempo que aprovechan los soldados para recomponer la formación.

Elviroon, observa con ojos fríos los cadáveres de sus soldados tirados en el suelo, algunos desfigurados e incluso notando la falta de algunas personas, incluso entre los cadáveres.

Con un corte horizontal en dirección a los Labarts, limpia la sangre de su espada derramándola en el suelo sucio de piedra.

Elviroon, acostumbrado al inusual olor de la sangre y el hierro, se dirigió con indiferencia a los soldados.

"La mitad en reserva quédense en la puerta, intercalen cada cierto tiempo para evitar la fatiga, la otra mitad apoye la situación dentro de la ciudad." Dice Elviroon, con su usual tono indiferente.

Los soldados asienten en confirmación y cumplen con avives las ordenes de Elviroon, solo uno de los lanceros habla.

"¿Que hará usted?"

Elviroon lo mira indiferente.

"Luchar por supuesto."

*****

Ren, recostado contra la fría pared de piedra, después de escuchar la discusión de su madre y el hombre, no pudo evitar llorar por su padre fallecido, el no culpaba a su madre por ello, hacerlo seria una falta de respeto a su difunto padre.

Mientras sollozaba en la pared, un fuerte aullido recorrió toda la ciudad, haciendo que sus oídos palpitaran de dolor, sujetándolos con ambas manos no pudo evitar soltar un gemido.

Las rocas temblaron y se escucharon gritos ahogados provenientes de las casas circundantes, eso junto al sonido de la destrucción en toda la ciudad hizo entrar a la mayoría en un estado de confusión.

'¿Que esta pasando?'