Dentro de la sala...
Ajena al desagradable plan de Gianna, Ava murmuraba maldiciones en voz baja, humeante de ira. —¿Quién quiere tu comida, de todas formas? Prefiero morir de hambre —bufó y se cubrió con la manta sobre la cabeza, tratando de bloquear su enojo y decepción.
Varios minutos después, Justin entró en la habitación, sosteniendo una bandeja con un tazón de sopa humeante. —Te traje un poco de sopa —dijo suavemente, colocando la bandeja en la mesa de noche—. Por favor, tómala.
Ava levantó una ceja, su mente recordando al instante la promesa previa de Dylan de traerle comida él mismo. Pero en su lugar, había enviado a su asistente. Su sospecha se avivó. Ciertamente, podría haber ido a atender a su querida, Gianna. Una mueca se formó en las comisuras de sus labios.
—¿Dónde está Dylan? —preguntó mientras buscaba la confirmación de sus sospechas.