Gianna yacía arrugada en el suelo, representando a la víctima sin esfuerzo. Gimoteaba suavemente, acunando su mano como si Ava la hubiera herido.
Dylan se apresuró de inmediato hacia Gianna y la levantó, rodeándola protectoramente con su brazo. —¿Estás bien? —preguntó, la preocupación evidente en sus ojos.
El corazón de Ava se hundió al ver la escena. Su mano aún dolía por el asalto de Gianna, pero el dolor en su pecho, la herida emocional, cortaba mucho más profundo.
Gianna negó con la cabeza. —Vine a ver cómo estaba, pero Ava se enfureció conmigo y me empujó —miró hacia arriba a Dylan con ojos grandes y lastimeros, asegurándose de que él solo viera su versión de la historia.
La sangre de Ava hervía. Su cuerpo aún estaba debilitado por sus propias lesiones, pero la injusticia de todo le dio un impulso de energía. —Basta de tanto drama, y piérdete —escupió.