Por un momento, Gu Heng sintió como si no pudiera respirar, y hasta su pecho comenzó a doler.
—Hermano Heng, ¿crees que hicimos algo mal... —Una voz contenida y triste vino desde su lado.
—Mi hermana... ella no era así antes. No sé cuándo empezó, pero se ha vuelto más y más distante de mí. Aunque parecía difícil de tratar en el pasado, sé que aún era bondadosa. Pero ahora... verla así realmente me entristece. ¿Qué debo hacer para que mi hermana se sienta mejor... Qué se necesitará para que me perdone... —La voz de Xinyan era suave y reservada, con un leve temblor, amarga e impotente, haciendo que el corazón de Gu Heng doliera.
Extendió su brazo para abrazarla, sus largos dedos levantaron su delicada barbilla, secando las lágrimas de la esquina de sus ojos, y depositando un beso lleno de piedad y dolor en su frente.
El gesto apreciado del hombre la hizo sentir aún más culpable.