—Mm —dijo Fu Qiyuan.
—No me extraña.
Dejó el bolígrafo que tenía en la mano, se recostó ligeramente y alzó la mirada hacia el paisaje fuera de la ventana.
—¿Mmm?
—No es nada —sonrió suavemente Su Ran.
Pasó un momento de silencio, y justo cuando Su Ran pensó que la llamada podría haberse desconectado, escuchó la profunda voz del hombre otra vez a través del auricular.
—¿Ya comiste?
Al escuchar esto, Su Ran giró la cabeza para mirar el reloj en la pared; eran apenas las diez.
—... —Su Ran se quedó sin palabras.
Entonces, ¿preguntaba por el desayuno o el almuerzo?
—Tampoco he comido —añadió Fu Qiyuan después de dos segundos de silencio.
Cuando Qin Feng entró en la oficina, escuchó por casualidad que Fu Qiyuan decía esto. La imagen usual, imponente y majestuosa de brillantez y valentía se destrozó instantáneamente.
¡Estaba equivocado!
¿Cómo pudo pensar que el Presidente Fu no perseguiría a una chica?
¿No es esta actuación bastante buena?
