Perspectiva del narrador:
Mateo, durante las últimas horas, ha estado tocando la puerta de la mujer desconocida para pedirle alojamiento, ya que en el bosque aún se escuchan los rugidos de los animales salvajes.
Mateo: Señorita, por favor, déjeme pasar. (Sigue tocando la puerta).
???: Que no, y ya deja de tocar la puerta, que quiero dormir.
Mateo: (sigue tocando la puerta y se alarma al escuchar los aullidos de los lobos). Por favor, haré cualquier cosa para que me deje entrar.
???: (la mujer desconocida no respondió).
Entonces, Mateo voltea y ve cómo un pequeño grupo de lobos se acerca hacia donde está. Solo puede apoyarse en la puerta esperando su fin, hasta que...
Mateo cae de espaldas; la mujer desconocida abrió la puerta, dejándolo entrar.
???: Puedes quedarte a dormir esta noche. Mañana te diré lo que quiero.
Mateo se metió rápidamente en la casa de la mujer.
Ella cerró la puerta y le indicó un rincón donde podía dormir, algo que aceptó con gusto.
Pero antes de que la mujer desconocida se fuera a dormir, dedicó unas palabras a Mateo.
???: A propósito, si intentas algo mientras duermo, te mataré.
Entonces, la mujer desconocida se fue a dormir con tranquilidad, mientras Mateo intentaba descansar con inquietud.
A la mañana siguiente.
Mateo se despertó temprano, se estiró y notó que la mujer desconocida seguía durmiendo. Decidió sentarse en la única silla que había en la casa para esperar a que ella despertara.
Pasaron 5 horas y la mujer no despertaba. Ya era mediodía, y la paciencia de Mateo comenzaba a agotarse.
Durante ese tiempo, Mateo observó con más detalle la casa. Era demasiado sencilla: una mesa, una silla, una cama, una fogata pequeña y apagada, y un pequeño baúl de madera. Aunque el espacio era un poco grande para que vivieran dos o tres personas, todo era muy "modesto".
Finalmente, la mujer desconocida se despertó. Poco a poco se sentó en la cama, y Mateo quedó maravillado. Gracias a los rayos del sol, pudo apreciar mejor sus facciones. Era hermosa a los ojos de Mateo, pero de inmediato se dio cuenta de que sus características, como la piel y el cabello, no coincidían con las de un humano.
Mateo: B-buenos días.
???: (ella se soba los ojos) Mmm... ¿Eh? Oh, ya recuerdo... *bosteza*... Primero te haré una pregunta.
Mateo: ¿Claro?
???: ¿No tienes un lugar donde dormir?
Mateo: No, estoy perdido y no tengo dónde quedarme.
???: Bien, eso me resuelve la duda.
Mateo: Ahora yo quiero hacerte una pregunta. (Ella asiente). ¿Eres humana?
???: Nop. Soy una ninfa. Me llamo Quelona, soy una ninfa Oréade.
Mateo: (Piensa: ¿¡Dijo Quelona!? ¿Ella es Quelona? Imposible, según el mito, ella fue maldecida por Hermes por haber faltado a la boda de Zeus y Hera). Ehm... ninfa Quelona. (Ella lo mira). ¿Sabes con quién está casado Zeus?
Quelona: Pues con Metis. ¿Por qué?
Mateo: (Piensa: O sea que Zeus aún no se comió a Metis). Emm... solo quería saber.
Quelona: Como sea. Recuerda lo que dijiste para que te dejara pasar.
Mateo: E-em, sí. (Está nervioso).
Quelona: Como no tienes casa, te permitiré quedarte aquí, pero quiero que hagas los quehaceres de la casa.
Mateo: O sea, limpiar, cocinar y lavar a cambio de techo y comida... Me parece justo.
Time Skip
Mateo ha estado haciendo la limpieza, cocinando y lavando en la casa de Quelona, y para él esta experiencia ha sido... muy fácil.
Aunque la casa de Quelona es un poco grande, hay pocas cosas para limpiar. Quelona solo tiene dos túnicas y come poco. Mateo, con su poca ropa y un estilo de vida sencillo, termina los quehaceres en 1 o 2 horas y tiene el resto del día libre.
Al principio, intentó dialogar con Quelona, pero ella duerme casi 12 horas al día y rara vez responde a sus preguntas.
Quelona le recomendó un día que, si quería, usara el estanque para bañarse. Al principio, le costó adaptarse al agua fría, pero poco a poco se acostumbró.
Recordó sus clases de cerámica y carpintería de la secundaria y decidió aprovecharlas para mejorar la casa de Quelona. Con su permiso, construyó dos hornos de barro: uno para cocinar y otro para cerámica. Aunque los primeros intentos con las vasijas fueron fallidos, mejoró con el tiempo.
Sin embargo, tenía un problema cotidiano: necesitaba más ropa. Habló con Quelona para aprender a tejer. Aunque al principio ella se mostró reacia, terminó aceptando. Desde su cama, le dictaba instrucciones, y tras dos semanas de práctica, Mateo logró hacer una toga.
Queriendo agradecerle el alojamiento, Mateo comenzó un proyecto textil como regalo, recolectando lino del bosque.
Perspectiva de Mateo
Un día, mientras comíamos, decidí actuar. En este tiempo, ya había fabricado una cama, una silla y unas 15 vasijas. Cada una contenía comida, agua, flores o líquidos que servían como perfume casero.
Al terminar de comer, Quelona estaba a punto de acostarse, pero la detuve.
Mateo: Quelona, espera. (La agarré del brazo con delicadeza).
Quelona: ¿Qué? ¿No ves que quiero tomar una siesta?
Mateo: Sí, pero quería limpiar tu cama. Hace días que no te levantas, y quiero ordenarla.
Quelona: Mmm... ok.
Limpié las sábanas y tendí la cama. Cuando iba a acostarse, volví a detenerla.
Mateo: Espera.
Quelona: ¿Ahora qué? (pregunta con una mueca de fastidio).
Mateo: Quiero hablar contigo.
Quelona: (Confundida) ¿Puedo hacerlo acostada?
Mateo: Lo sé, pero te dormirás al instante. Necesito hablar contigo ahora.
Quelona: ¿Para qué? Dame una buena excusa.
Mateo: Quiero conocerte mejor.
Quelona: ¡¿Era solo eso?! (Realmente molesta). ¡Qué molesto! Déjame dormir, por favor. (Se libera de mi agarre y se recuesta). No actúes como un tonto. (Se queda dormida).
Mateo: (Agg... qué frustrante. Es imposible hablar con esta ninfa de forma normal).
Quelona y Mateo: (Ambos piensan: Espero estar haciendo lo correcto).