1.Un reloj de arena, marcando el paso del tiempo, o tal vez su fin.
2.Un fénix, símbolo del renacimiento, el ciclo eterno de vida y muerte.
3.Tres dragones, emblemas de poder, caos y la unión de fuerzas opuestas.
4.Un árbol, cuyas raíces y ramas parecían alcanzar tanto los abismos como las alturas celestiales.
5.Una hiena, portadora de una dualidad inquietante: risa y desesperación, astucia y muerte.
Cada símbolo giraba al ritmo de los anillos, como si contaran una historia que nadie podía comprender del todo. Era una presencia que no pertenecía únicamente al plano físico. ¿Era un ser enviado por la conciencia universal, un heraldo de algo que estaba por venir? ¿O era un reflejo de los misterios más oscuros del cosmos, una manifestación de sus secretos ocultos?
Los abismos en su interior parecían susurrar, llamando a los curiosos y a los desesperados, prometiendo respuestas que podrían destruir tanto la mente como el alma.
- ¿Qué será? - Era la pregunta que resonaba en las estrellas cercanas, en la materia que giraba hacia su destrucción. Y el universo, en su vastedad, permanecía en silencio. F
Todo alrededor del agujero negro parecía tranquilamente caótico. Pero su calma era una ilusión, pues su influencia desafiaba la realidad misma. El tiempo se retorcía, fragmentándose en instantes eternos o desvaneciéndose en un parpadeo. La masa de los objetos se transformaba, como si fueran comprimidos por un poder invisible, mientras el espacio se curvaba en formas imposibles, haciendo que las distancias perdieran significado.
No era solo un fenómeno físico; era como si este lugar fuese el umbral hacia una quinta dimensión. Allí, tiempo, espacio, energía y masa convergían en un todo indivisible, regido por leyes que escapaban a la comprensión. Todo parecía susurrar una única verdad: -Esto no es accidente, es intención-
Era más que un agujero negro. Era un portal hacia lo eterno, un lugar donde la realidad misma parecía desintegrarse, dando paso a algo más profundo, más vasto, más desconocido.
Y de repente, comenzó. 2000 millones de años después de aquellos eventos, el reino del "TIME" resplandeció, comenzando a estabilizar el flujo del tiempo, como si el cosmos finalmente recuperara el ritmo perdido.
El reino del Fénix, con su resplandor eterno, empezó a formar vida astronómica alrededor del agujero negro. Estrellas y planetas nacían y morían en un ciclo continuo, renaciendo de las cenizas de lo que una vez fue.
El reino de los "Hollen", acompañado por los tres dragones, encendió una chispa de fuego, trayendo una fuerza vital que impulsó la creación de nuevas entidades astronómicas, otorgándoles energía y dinamismo.
Pero había algo extraño. Los reinos del Árbol y la Hiena permanecían apagados, ausentes de acción, como si esperaran algo, como si estuvieran ocultos en las sombras de la creación. ¿Cuál era su propósito? ¿Eran simplemente parte de un ciclo aún por comprender? ¿O tal vez su rol estaba más allá de lo que la conciencia universal podía comprender?
Así se formo la vía láctea