El silbido del quemador de plasma llenó el taller mientras Nathan Kael ajustaba una placa de aleación en el fuselaje de una nave de carga dañada. Era otro día rutinario en el puerto espacial de Nephra VII, un astillero flotante orbitando el gigante gaseoso Arctis. Rodeado de chispas y olor a aceite quemado, Nathan trabajaba en silencio, concentrado en sus herramientas. Para él, ese rincón olvidado del universo era un refugio, un lugar donde las complicaciones de su pasado quedaban enterradas bajo engranajes y circuitos.
El holograma de su asistente técnico parpadeó a su lado.
—Nathan, hay un aumento inusual en la actividad electromagnética en la órbita cercana. Quizá quieras echar un vistazo.
—¿Ahora? Estoy a mitad de esto —gruñó él, sin apartar la vista de la soldadura.
—Podría ser relevante. Los sensores detectaron patrones similares antes de ataques recientes de drones rebeldes.
Nathan maldijo entre dientes. Los drones rebeldes, máquinas controladas por una inteligencia artificial autónoma que había roto sus cadenas, eran el terror de los sistemas exteriores. Aunque Nephra VII había sido relativamente segura, sabía que esa tranquilidad era una ilusión.
Suspiró, dejó las herramientas y encendió el monitor más cercano. La pantalla mostró una nube de pequeños puntos metálicos avanzando hacia el puerto.
—Demonios... —susurró.
Antes de que pudiera reaccionar, la alarma del puerto resonó por los altavoces, llenando el aire con un tono agudo y desesperado.
—¡Atención! ¡Ataque de drones en progreso! Evacúen inmediatamente.
El taller tembló con la primera explosión. Nathan tropezó, apenas logrando mantenerse en pie cuando el techo de metal crujió bajo el impacto de escombros. Sin pensarlo, agarró su rifle de pulso colgado en la pared. No era el más avanzado, pero servía para defenderse en caso de emergencia.
Corrió hacia la salida, pero un dron atravesó la pared, sus ojos rojos brillando con una intención letal. Nathan disparó, sus tiros perforando el metal, pero el dron no cayó fácilmente. Cuando finalmente logró destruirlo, notó algo extraño: una línea de datos proyectada en su visión periférica, flotando como un holograma invisible.
—¿Qué demonios...? —murmuró, llevándose la mano a la cabeza. No había nada ahí.
Un texto se desplegó frente a sus ojos:
[Sistema Activado: Ingeniería Adaptativa]
Bienvenido, Usuario Primario. Objetivo Inicial: Sobrevive al Ataque.]
Nathan no tuvo tiempo de procesar lo que estaba viendo. Más drones descendían por los pasillos del puerto. Una explosión cercana lo lanzó al suelo, rasgándole la chaqueta y dejando un zumbido en sus oídos.
—¡Eh, tú! ¡Levántate! —Una voz femenina resonó entre el caos.
Cuando alzó la vista, una mujer de cabello oscuro recogido en una trenza estaba de pie frente a él, disparando con precisión letal a los drones que lo rodeaban. Su uniforme de piloto estaba rasgado, pero su porte era firme.
—¿Qué haces tirado ahí? —gritó ella, mientras destruía otro dron con un disparo certero.
—Trabajando mi escape dramático —respondió Nathan, levantándose con dificultad.
—Pues apúrate. Soy Ayla. Si no quieres morir aquí, sígueme.
Sin otra opción, Nathan la siguió mientras corrían por los pasillos destrozados del puerto. Cada esquina estaba plagada de drones. Nathan notó que algo en su percepción había cambiado: los drones brillaban con un contorno azul en su visión, y su rifle parecía emitir un leve resplandor que no había estado ahí antes.
Un mensaje apareció nuevamente frente a sus ojos:
[Habilidad Adquirida: Modificación de Armas.]
Sin saber cómo, su cuerpo se movió instintivamente. Colocó la mano sobre su rifle, y una corriente de energía recorrió el arma. En cuestión de segundos, el rifle se transformó: el cañón se extendió, y una nueva interfaz táctil apareció en su superficie.
—¿Qué rayos...? —susurró, pero no tuvo tiempo de detenerse.
Apuntó con su arma mejorada, disparando a un grupo de drones. El impacto fue devastador, derribando a tres de ellos de un solo disparo. Ayla lo miró con incredulidad.
—¿Cómo hiciste eso?
—No tengo idea —admitió, jadeando.
Finalmente, llegaron a una nave de combate estacionada en el muelle sur. Ayla golpeó el panel de la puerta, y esta se abrió con un chasquido hidráulico.
—Sube. Si quieres vivir, no hagas preguntas.
Nathan obedeció, entrando a la cabina mientras Ayla encendía los motores. Los drones se acercaban en masa, y Nathan usó el rifle modificado para contenerlos mientras la nave despegaba en un salto brusco hacia el espacio.
Cuando finalmente dejaron atrás el puerto en llamas, Ayla miró a Nathan, sus ojos llenos de sospecha.
—Tú no eres un simple mecánico, ¿verdad?
Nathan se recostó en el asiento, tratando de controlar su respiración.
—Lo era hasta hace una hora. Ahora... creo que estoy en problemas.
La pantalla frente a él parpadeó nuevamente.
[Misión Superada. Recompensa: Primer Nivel de Acceso al Sistema.]
[Nueva Misión: Encuentra el Núcleo de Origen.]
Nathan cerró los ojos, intentando procesar lo que acababa de suceder. Su vida, que hasta ese momento había sido una rutina simple y predecible,