Academia Shiroi:
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En el corazón de una soleada mañana, el campus de la Academia Shiroi se expandía ante los nuevos estudiantes como un mundo por descubrir. Para Haruto Akiyama, cada paso en aquel lugar era un desafío personal. Sin embargo, no estaba solo.
—¡Haruto! —una voz familiar resonó por el patio. Era Renji Kudo, su mejor amigo desde la infancia, con una sonrisa tranquila pero genuina.
—Renji —respondió Haruto al verlo acercarse rápidamente, su rostro relajándose. Aunque el primer día había sido complicado, saber que contaba con alguien en quien confiar lo hacía más soportable.
Los dos se encontraron bajo un pequeño árbol al margen del bullicio de la escuela. Haruto dejó caer su mochila en el suelo y suspiró, mientras Renji le extendía un par de hojas de apuntes que había estado organizando antes.
—¿Cómo te fue hoy?
—preguntó Renji, acomodándose junto a él.
—Te vi luchando con las matemáticas.
—Peor de lo que imaginaba
—respondió Haruto con un gesto fatigado, repasando los números que parecían haberse convertido en su peor enemigo.
Renji rió suavemente, un sonido tranquilo que calmaba incluso los pensamientos más pesados.
—Todavía es solo el comienzo. No te preocupes. La primera semana siempre es la más dura.
Haruto asintió, agradecido por su apoyo silencioso pero firme. A lo largo de los años, Renji había sido más que un amigo; había sido su refugio, su ancla en tiempos difíciles. Desde pequeños, se habían apoyado mutuamente, enfrentando juntos cualquier adversidad, desde peleas en el parque hasta las expectativas más altas que la escuela imponía.
—Mikasa te ayudará en historia, Yuta en literatura, y yo me encargaré de matemáticas y ciencias
—Renji continuó organizando las hojas en orden, con una precisión que siempre impresionaba a Haruto.
El nombre de Mikasa Hoshino surgió, y el rostro de Haruto cambió ligeramente.
—Ella... es distinta, ¿no?
—¿Qué quieres decir? —Renji levantó una ceja.
—Tiene esa actitud decidida
—Haruto recordó cómo Mikasa había intervenido en defensa de su compañero cuando uno de los abusadores trató de intimidarlo.
—Es valiente, casi como un soldado en medio del caos.
Renji sonrió, asintiendo lentamente.
—Sí, lo es. Pero detrás de esa fachada, también es alguien que cuida a los demás. Aunque no lo diga abiertamente, su corazón está en el lugar correcto.
Haruto compartió la sonrisa mientras se recargaba en el tronco del árbol. Las palabras de Renji lo tranquilizaban, dándole una perspectiva más amplia sobre las personas que ahora rodeaban su mundo. No todo en la Academia Shiroi era oscuro y desconocido.
—Emi y Yuta también son geniales
—añadió Renji, hablando de los otros miembros del grupo que había formado.
—Ellos te apoyarán cada vez que lo necesites. Lo prometo.
—Gracias, Renji
—susurró Haruto, sabiendo que esas palabras no eran solo un gesto vacío. Había confianza en su voz, y Haruto necesitaba ese apoyo más que nunca.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, disfrutando del sol cálido sobre sus rostros. La calidez de la amistad les recordaba que, aunque el camino sería difícil, no tendrían que recorrerlo solos.
Finalmente, tras varios minutos, Renji guardó las hojas en su mochila y se levantó.
—Vamos, tenemos más clases que enfrentar.
Haruto se puso de pie lentamente, sintiendo una ligera presión en su pecho pero también una pequeña chispa de esperanza.
—Sí, sigamos adelante.
La Academia Shiroi seguía siendo un laberinto complicado, pero con Renji a su lado, el camino se sentía menos aterrador.