Academia Shiroi
---
El cielo sobre la Academia Shiroi se había teñido de naranja al final del día, mientras los estudiantes se dispersaban por los terrenos, regresando a sus casas o quedándose para socializar. Haruto Akiyama caminaba por un sendero empedrado hacia el edificio principal, su mente repleta de pensamientos y recuerdos de la jornada.
Hoy había sido un día especialmente agotador. Las lecciones avanzaban más rápido de lo que él esperaba, y las asignaciones parecían acumularse como montañas imposibles de escalar. Sin embargo, junto a Renji Kudo, Mikasa Hoshino y Yuta Fujimoto, el fardo parecía un poco más ligero.
—¡Haruto!
—la voz de Renji lo sacó de sus pensamientos.
Haruto levantó la mirada para ver a su mejor amigo acercándose con una expresión calmada. Mikasa y Yuta caminaban detrás de él, cada uno con su habitual seriedad, pero una sensación de confianza y camaradería envolvía al grupo.
—¿Cómo te fue hoy?
—preguntó Renji con una sonrisa ligera.
—Mejor que ayer
—respondió Haruto, entrecerrando los ojos por la luz del sol poniente.
—Pero aún así, sigo sintiéndome perdido en algunas materias.
Mikasa se detuvo junto a ellos, su cabello castaño ondeando suavemente con la brisa.
—Te dije que no te preocupes demasiado. Al principio todos nos sentimos así. La clave es seguir practicando.
Yuta, que había estado observando en silencio, asintió lentamente.
—Es verdad. No es fácil adaptarse cuando las expectativas son tan altas. Pero al menos tenemos un buen grupo para apoyarnos.
Renji, que siempre mantenía una calma serena, agregó:
—Y todos estamos aprendiendo juntos. Nadie espera que seas un prodigio desde el primer día.
Haruto sonrió débilmente ante la conversación. Era reconfortante saber que no estaba solo en su lucha, que sus amigos estaban ahí para apoyarlo y ayudarlo a superar cada obstáculo. Desde que llegaron a la Academia Shiroi, cada uno había desempeñado su papel, aportando diferentes perspectivas y habilidades para formar un equipo sólido.
—Creo que sin ustedes, sería aún peor —dijo Haruto, con sinceridad en su voz.
—¡Claro que sí!
—Renji rió, su tono relajado.
—Pero aún tienes que trabajar más duro. No podemos cargar todo el peso, ¿sabes?
—No me malinterpretes
—respondió Haruto rápidamente, divertido por la reacción de su amigo. —Estoy haciendo todo lo que puedo. Solo que, a veces, parece que la presión es demasiado.
Mikasa entrecerró los ojos en señal de reflexión.
—Entiendo cómo te sientes. En la Academia Shiroi, todos tienen que demostrar constantemente su valía. Pero no estás solo, Haruto. Nosotros estamos aquí para ayudarte.
Yuta, siempre con una actitud más tranquila, sonrió sutilmente.
—Y siempre te recordaremos que no eres solo un estudiante más. Eres uno de nosotros, y como grupo, enfrentaremos cualquier desafío juntos.
La conversación seguía su curso mientras avanzaban hacia un rincón menos concurrido del campus. A lo lejos, el ruido de otras actividades seguía retumbando en el aire, pero para ellos, ese momento era único y personal.
—Creo que lo más importante es que sigamos practicando juntos
—comentó Renji, sacando un conjunto de hojas con problemas de matemáticas.
—Haruto necesita un poco más de ayuda aquí.
—De acuerdo
—respondió Mikasa, aceptando el conjunto de hojas mientras comenzaba a revisar los problemas junto a Yuta.
Haruto se sentó junto a ellos, observando cómo cada uno contribuía a su aprendizaje. Renji explicaba pasos, Mikasa corregía errores sutiles, y Yuta proporcionaba consejos adicionales. Aunque el proceso era tedioso en ocasiones, la dinámica era efectiva.
Mientras pasaban la tarde sumergidos en estudios, Haruto sintió una creciente admiración hacia sus amigos. Eran personas dedicadas, cada uno con sus fortalezas únicas. Mikasa era lógica y calculadora, Renji extremadamente detallista, y Yuta, aunque callado, poseía una sabiduría serena que pocas veces se expresaba en palabras.
—¿Cómo van las cosas en ciencias? —preguntó Yuta, dirigiéndose a Haruto.
—Sigo teniendo dificultades con los experimentos prácticos
—admitió Haruto, frunciendo el ceño mientras repasaba algunos datos en sus apuntes.
—Pero me alegra teneros para aclarar las cosas. Antes de llegar aquí, todo esto era completamente nuevo para mí.
Renji, quien siempre tenía una respuesta calculada, asintió.
—Es normal. Nadie nace sabiendo todo. Con tiempo y esfuerzo, cada uno de nosotros mejorará.
Mikasa miró a Haruto directamente, con una seriedad que imponía respeto. —Además, debes aprender a tomar decisiones más rápido. En esta escuela, los segundos cuentan.
—No puedo evitar pensar en lo que está en juego
—comentó Haruto, cerrando su cuaderno y relajándose un poco en su asiento.
—No quiero terminar siendo solo otro estudiante olvidado. Quiero dejar una marca, aunque sea pequeña.
Renji se echó hacia atrás, reflexivo.
—Eso es algo que todos queremos, Haruto. Pero no te presiones demasiado. Cada paso que damos es parte de ese proceso.
—Y mientras trabajemos juntos, iremos más lejos
—añadió Mikasa con una sonrisa leve.
El sol caía lentamente, transformando los cielos en tonos púrpura y rosa. Era una señal de que se acercaba la hora de partir. Haruto, sentado entre sus amigos, sintió que al menos esta noche, podía descansar con un leve alivio en su pecho.
—Gracias por estar aquí
—murmuró, mirando cada uno de sus rostros con gratitud.
—No tienes que agradecer
—respondió Renji, su tono ligero.
—Es lo que hacemos. Somos un equipo.
Mikasa asintió con calma.
—Y nunca estaremos lejos si necesitas algo.
Yuta sonrió suavemente, un gesto que simbolizaba comprensión y apoyo.
—Vamos a seguir adelante. El camino será difícil, pero juntos lo superaremos.
Haruto observó cómo los tres se levantaban lentamente y recogían sus cosas. La idea de enfrentar los desafíos venideros ya no parecía tan abrumadora. La sombra de la duda seguía presente, pero con ellos a su lado, sentía que cada paso era una victoria
El grupo se dirigió hacia la salida del campus, una vez más en silencio, pero con una conexión que iba más allá de palabras. La Academia Shiroi podía ser un lugar implacable, pero en medio de la tormenta, siempre habría una luz para guiarles: su vínculo inquebrantable.