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Chapter 16 - **Capítulo 15: Un Saludo Oscuro al Dios del Sol el comienzo de una rivalidad eterna

Frank, después del éxito de la armadura "Sefiro", decidió que el siguiente paso lógico era expandir su arsenal. Había algo adictivo en experimentar con magia y tecnología, y ahora que había saqueado toda la bóveda del rey Auron, tenía más recursos de los que podría usar en una vida entera. 

—Jonas, creo que he encontrado mi verdadera vocación. —Frank estaba en su improvisado laboratorio dentro del barco, rodeado de calderos humeantes y runas brillantes. 

Jonas, quien ya lucía "Sefiro" con orgullo, levantó una ceja mientras se apoyaba en la puerta. 

—¿Hacer que otros se pregunten si estás loco? 

Frank rio mientras escribía nuevas runas en otra armadura. 

—No, genio. Innovar. Hoy, crearé algo más que una simple armadura: ¡crearé un legado! 

El primer paso fue hacer tres versiones más de "Sefiro". Aunque las originales eran idénticas a la primera, Frank no pudo resistirse a añadir un toque de humor en una de ellas, que denominó "La del Traidor". 

—¿Por qué "La del Traidor"? —preguntó Jonas, notando el siniestro brillo en los ojos de Frank mientras grababa una runa en el casco. 

Frank rio maliciosamente. 

—Porque quiero ver qué pasa cuando le quitas inteligencia a alguien. 

En el casco, Frank talló una runa experimental: "-9 de inteligencia". Era un experimento absurdo, pero Frank estaba ansioso por ver los efectos. 

—Si esto funciona como creo, el portador de esta armadura será incapaz de hacer algo más que balbucear como un idiota. 

Jonas suspiró. 

—Capitán, algún día tus experimentos van a volverse en tu contra. 

Frank lo ignoró mientras terminaba el trabajo. 

—Y ese será el día más emocionante de mi vida. Ahora, vamos a probar algo aún más interesante: ¡alquimia! 

Entre los tesoros saqueados de la bóveda de Auron, Frank había encontrado un antiguo libro de alquimia. Aunque el texto era enrevesado y a menudo carecía de sentido, Frank había pasado noches enteras estudiándolo, convencido de que podía dominar esta nueva disciplina. 

Después de días de ensayo y error, finalmente logró crear lo que creyó que era una **poción de la verdad**. 

—Esta poción es revolucionaria, Jonas. Imagina poder obtener la verdad de cualquiera con solo unas gotas. Es como magia... pero mejor. 

Jonas lo miró con desconfianza. 

—¿Estás seguro de que funciona? 

Frank sonrió. 

—Por supuesto que no. Por eso vamos a probarla. 

—¿En mí? —preguntó Jonas, retrocediendo de inmediato. 

—No, tranquilo. Tengo un sujeto de prueba perfecto. 

Frank bajó al calabozo del barco, donde Auron, el antiguo rey, estaba encadenado a una pared. Aunque Auron había sido un líder orgulloso, ahora parecía una sombra de lo que había sido, y no ayudaba que Frank disfrutara atormentándolo con sus experimentos. 

—¡Auron, mi viejo amigo! —Frank exclamó con una sonrisa traviesa mientras entraba al calabozo. 

Auron levantó la mirada con cansancio, claramente harto de la presencia de Frank. 

—¿Qué quieres ahora, demonio? 

Frank sostuvo un frasco con un líquido de color verde brillante. 

—Hoy es tu día de suerte, Auron. He creado una poción revolucionaria y tú, mi estimado prisionero, serás el primero en probarla. 

Auron frunció el ceño, sospechando que esto no terminaría bien. 

—¿Qué hace esa cosa? 

Frank sonrió ampliamente. 

—Es una poción de la verdad. Con esto, no podrás decir ni una sola mentira. Ahora, abre la boca. 

—¡Ni en un millón de años! —Auron trató de resistirse, pero Frank no le dio opción. 

—Jonas, sujétalo. —Frank le hizo una seña a su leal segundo al mando, quien sujetó al prisionero con resignación mientras Frank vertía el líquido en su boca. 

Por un momento, no pasó nada. Luego, Auron comenzó a brillar levemente, y su expresión se volvió extrañamente serena. 

—¿Cómo te sientes? —preguntó Frank, ansioso por ver los resultados. 

Auron miró a Frank con los ojos entrecerrados. 

—Siento... siento que quiero bailar. 

Jonas parpadeó, confundido. 

—¿Bailar? 

De repente, Auron comenzó a mover los pies al ritmo de una música inexistente, como si estuviera en una fiesta. 

—¡No puedo parar! ¡Es como si mi cuerpo tuviera vida propia! 

Frank anotó rápidamente en un pergamino. 

—Interesante. Parece que la poción tiene un efecto secundario inesperado: ¡induce un comportamiento ridículo! 

Auron, mientras tanto, no podía detenerse. 

—¡Te odio, Frank! ¡Pero también siento que quiero abrazarte por esta brillante creación! 

Jonas no pudo contener la risa. 

—Creo que la poción lo ha vuelto honesto... y ridículamente amable. 

Frank, encantado con los resultados, siguió tomando notas. 

—Esto es incluso mejor de lo que esperaba. Ahora, Auron, dime: ¿cuál es tu mayor secreto? 

Auron dejó de bailar por un momento, aunque todavía se balanceaba de un lado a otro. 

—Cuando era niño... ¡robé un pastel del banquete real y culpé a mi hermana! 

Jonas se dobló de la risa mientras Frank asentía con satisfacción. 

—Funciona a la perfección. 

Sin embargo, los efectos secundarios continuaron intensificándose. Auron comenzó a cantar una canción inventada sobre cómo Frank era el peor huésped que había tenido en su reino. 

—Frank el Terrible, con sus pociones y hechizos, arruina mi vida con sus experimentos ridículos. ¡Pero qué brillante inventor es! —cantaba Auron mientras giraba en círculos. 

Frank no podía dejar de sonreír. 

—Esto es arte puro. 

Jonas, aún riendo, se inclinó hacia Frank. 

—¿Y ahora qué? ¿Piensas usar esta poción en toda la tripulación? 

Frank negó con la cabeza. 

—No, esto es demasiado valioso para malgastarlo. Además, no quiero que todos comiencen a bailar en medio de una batalla. 

Después de un rato, los efectos de la poción comenzaron a desaparecer, dejando a Auron exhausto pero visiblemente avergonzado. 

—Eres un monstruo, Frank. —Auron murmuró mientras se desplomaba contra la pared. 

Frank sonrió ampliamente. 

—Lo tomaré como un cumplido. Ahora, descansa, Auron. Estoy seguro de que encontraré algo más interesante para probar contigo mañana. 

Mientras salían del calabozo, Jonas miró a Frank con una mezcla de admiración y temor. 

—Capitán, algún día alguien va a devolverte todas estas bromas. 

Frank rio. 

—Lo espero con ansias, Jonas. Mientras tanto, sigamos haciendo historia. 

Y con eso, Frank regresó a su laboratorio, listo para su próximo experimento.

Esa misma tardé...

** 

El atardecer pintaba el cielo con tonos rojizos y naranjas mientras Frank estaba sentado tranquilamente en la proa del barco, mirando el horizonte con su típica expresión de escepticismo. La brisa marina acariciaba su rostro, y el sonido de las olas chocando contra el casco del barco era casi terapéutico. Parecía un momento de calma, pero había algo que no encajaba. 

Frank frunció el ceño, sintiendo una incomodidad que no podía ignorar. Era como si algo —o alguien— estuviera observándolo. Sus ojos se entrecerraron mientras miraba al cielo, y por un instante pensó que el sol brillaba con demasiada intensidad. 

—¿Es mi imaginación, o el sol está... mirando? —murmuró, su tono impregnado de sarcasmo. 

Cerró los ojos un momento, esperando que la sensación desapareciera, pero la presión sobre él solo se intensificó. Frank abrió un ojo lentamente y suspiró. 

—Genial. Ahora estoy paranoico. ¿Qué sigue? ¿Un dios arrogante apareciendo de la nada para arruinar mi tarde? 

Como si sus palabras hubieran invocado algo, una figura resplandeciente emergió del sol. Apolo, el dios del sol, descendió con una velocidad cegadora, envuelto en un halo dorado que hacía que la luz se intensificara. Su rostro, esculpido con perfección divina, estaba torcido en una mueca de repulsión mientras miraba a Frank. 

—¿Qué clase de criatura patética se atreve a profanar la luz del día con su miserable existencia? —tronó Apolo, con una voz que resonaba como un eco infinito. 

Frank arqueó una ceja, completamente impasible. 

—Oh, genial. Un dios con un complejo de superioridad. Eso no se ve todos los días. 

Apolo, visiblemente disgustado, apuntó un dedo hacia Frank. 

—Tú, ser oscuro, no tienes derecho a caminar bajo mi sol. Me resulta asqueroso compartir siquiera una fracción de mi luz contigo. 

Frank se levantó lentamente, estirándose como si estuviera aburrido. 

—¿Y qué vas a hacer al respecto? ¿Cegarme con tu "brillante personalidad"? 

El sarcasmo en la voz de Frank era suficiente para encender una chispa de ira en Apolo, quien apretó los dientes con furia. 

—Te enseñaré lo que significa enfrentarte a un dios verdadero. 

Con un movimiento rápido, Apolo se lanzó hacia Frank a la velocidad de la luz, su puño envuelto en energía dorada. Frank suspiró, levantando una mano para hacer una seña a Jonas, quien estaba observando desde la cubierta. 

—Jonas, detén el barco. Parece que tenemos una interrupción. 

Jonas, acostumbrado a las situaciones más extrañas, simplemente asintió y ordenó a la tripulación detenerse. Se acercó a Frank con una ceja levantada. 

—¿Qué pasa ahora, capitán? 

Frank señaló con el pulgar hacia Apolo, quien descendía a toda velocidad. 

—El dios del sol, al parecer, tiene un problema conmigo. 

Jonas soltó una carcajada. 

—¿Otro dios? Vamos, Frank. Esto será pan comido. Ya venciste a uno antes. 

Frank negó con la cabeza, su tono más seco que nunca. 

—Ese no cuenta. Era un paredro. Básicamente, un aprendiz de dios. Este es Apolo. Es una liga completamente diferente. 

Jonas cruzó los brazos, divertido. 

—¿Entonces, qué vas a hacer? 

Frank giró hacia él con una leve sonrisa sarcástica. 

—Solo voy a saludar. 

Antes de que Jonas pudiera responder, Frank dio un salto hacia el cielo. De su espalda surgieron alas oscuras, formadas por energía sombría, que lo impulsaron hacia Apolo. En el instante en que sus ojos se cruzaron, el dios y el mortal chocaron puños con una fuerza descomunal, creando una onda expansiva que sacudió el barco y levantó una cortina de agua en el mar. 

—¡¿Qué demonios fue eso?! —gritó Jonas mientras se aferraba a la barandilla del barco. 

En el aire, Frank se quedó flotando, agitando ligeramente sus alas oscuras mientras observaba a Apolo con su típica expresión de apatía. 

—Así que... ¿esto es lo mejor que tienes? 

Apolo, claramente molesto por la falta de respeto, frunció el ceño. 

—¿Cómo te atreves a resistir mi ataque? ¡Eres un ser inferior, un parásito que no merece ni un segundo de mi atención! 

Frank rodó los ojos. 

—Dímelo de nuevo, porque no estoy seguro de haberlo entendido. ¿Soy un parásito o alguien que te preocupa lo suficiente como para descender de tu trono dorado y atacarme? 

El comentario fue suficiente para hacer que Apolo apretara los dientes. 

—¡Silencio, insolente! ¡Voy a destruirte! 

El dios levantó su arco dorado, que apareció en sus manos en un destello de luz. Sin dudarlo, disparó una ráfaga de flechas luminosas que se movían tan rápido como un rayo. Frank, sin embargo, no parecía impresionado. 

—¿Flechas? ¿En serio? —se burló mientras se movía con agilidad, esquivando los proyectiles. 

Una de las flechas pasó peligrosamente cerca de su rostro, pero Frank solo sonrió. 

—Casi. Aunque deberías practicar más, considerando que este es tu "gran talento". 

Apolo gruñó de frustración. 

—¡Deja de hablar y lucha, cobarde! 

Frank extendió una mano y creó una esfera de energía oscura que lanzó hacia Apolo. El dios bloqueó el ataque con una barrera de luz, pero la explosión resultante fue suficiente para empujarlo unos metros hacia atrás. 

—Te estás esforzando demasiado, Apolo. —Frank cruzó los brazos, mirándolo con frialdad. 

—Si esto es lo mejor que puedes hacer, creo que terminaré aburriéndome antes de que me golpees. 

Apolo apretó los puños, su arrogancia transformándose en rabia pura. 

—¡Te arrepentirás de subestimarme! 

Frank sonrió ligeramente, sus ojos brillando con un leve destello de interés. 

—Oh, créeme, estoy deseando ver qué más tienes. 

El aire a su alrededor comenzó a temblar mientras ambos se preparaban para el siguiente intercambio. Aunque esto era solo el comienzo, Frank sabía que estaba a punto de enfrentarse a uno de los combates más interesantes de su vida. Y, como siempre, lo hizo con una mezcla de apatía y sarcasmo, porque, después de todo, ¿qué sería la vida sin un poco de diversión?