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Chapter 3 - La magia del viento

—¡Caspian!— exclamó al notar que era su hermano quien le había salvado de una fea caída. 

— Liz — respondió él luego de un pequeño suspiro. Su expresión parecía más bien divertida —. Antes de andar trepando libreros, puedes pedirle ayuda a tu hermano para sacar los libros que no alcances, ¿no crees? — Acto seguido, la soltó y tomó el libro que Elizabeth estaba intentando alcanzar. 

Ella lo miraba de vuelta con la boca abierta. Hace unos minutos, Caspian la miraba de arriba a abajo con desdén y ahora, ¿hasta le parece divertida? ¿Y le ofrece ayuda así sin más? Recordaba que el hermano del medio era el que más tardaba en confiar en Aurelia en el libro, pero nunca lo vio particularmente cercano a Elizabeth, ¡mucho menos llamarla por un apodo!

Caspian se quedó mirando pensativo la portada del libro. Se leía "Administración de maná en el uso de magias elementales", por Seraphina Valemyr. De hacía años que le insistía a su hermana que estudiara magia en serio. Él podía ver su gran talento y habilidad, aunque entendía que ella tuviera sus reparos luego de ese incidente hace 6 años. En sus ojos se podía ver el brillo del entusiasmo que su expresión no transparentaba. Con ese sentimiento y el corazón latiendo un poco más fuerte de lo normal, subió la mirada desde el libro a su hermana y luego de vuelta al libro. 

— Liz, ¿acaso estás interesada en aprender magia… — dijo Caspian, levantando la vista de nuevo hacia su hermana — de nuevo

Hacía tanto tiempo que Liz había cambiado su trato con ellos, que era como recuperar a su hermanita favorita. Pasado el entusiasmo inicial, la mente de Caspian empezó a jugar con varios escenarios. ¿Por qué estaba su hermana en búsqueda de un libro de magia? ¿Planeaba acaso intentar aprender por sí misma? ¿No sería eso aún más peligroso, considerando el fuerte poder mágico que emanaba de ella cuando ni siquiera intentaba conjurar un hechizo?

En el intertanto, Elizabeth estaba sudando frío. Su hermano la miraba fijamente y ella podía percibir la mezcla de entusiasmo y preocupación en su mirada. ¿Había metido la pata? Si bien nunca mencionaban que Elizabeth estudiara magia, recordaba que en la novela utilizó sus poderes de viento en una ocasión para intentar arruinar la decoración en la que Aurelia había trabajado arduamente para su fiesta de cumpleaños, incidente que terminó con su encierro y posterior muerte. No le parecía extraño que, para llegar a ese punto, la Elizabeth del libro probablemente tuvo que estudiar magia de alguna parte, ¿no?

— Este, n-no, yo sólo… — Elizabeth no podía pensar en una excusa para dar. Sus ojos bailaban entre su hermano, el libro y las estanterías que se levantaban a ambos lados.

— Está bien que quieras aprender, pero por favor no hagas nada peligroso — dijo Caspian con sincera preocupación —. Sería mucho peor si algo sale mal y no hay nadie para asistirte. 

Caspian le acercó el libro, pero no lo soltó. En vez de eso, se acercó a ella y le dijo en un tono que sonaba más a una orden que una sugerencia. 

—¿Qué tal si soy yo quien te enseña, en vez de… — miró nuevamente la portada — esta tal Seraphina?

Llamar a Seraphina Valemyr como una "tal" ya era una osadía importante viniendo de alguien que estudia magia como Caspian, pero ¿qué era esto de ofrecerse a enseñarle? ¿No la odiaban sus hermanos? ¿Acaso era todo algún tipo de elaborada trampa para ponerla en ridículo? Elizabeth lo miró fijamente, intentando descubrir alguna mala intención; sin embargo, no pudo encontrar absolutamente nada que le hiciera pensar que había algún objetivo oculto detrás de la sugerencia.

— De acuerdo, si no es mucho problema para ti — dijo apartando la mirada y sonrojándose un poco, aún con algo de desconfianza —. Creo que a partir de mañana estaré tomando 2 lecciones diarias como castigo por lo del desayuno, así que habría que ver a qué hora…

— No te preocupes, hablaré con nuestro padre para incluir esto como la segunda lección — le respondió su hermano cambiando su postura. Elizabeth sintió la tentación de arrancarle el libro de las manos, pero Caspian no aflojaba ni un poco —. Supongo que no tendrás problemas con ello, ¿no es así? Luego de la semana, podemos evaluar cómo seguir. Pienso que es suficiente tiempo para que alguien con tu talento pueda comprender las bases y ver si te sientes segura de seguir. 

— Oh, bueno, pero no…

— Hay que considerar además que aún no soy un profesional del tema. Enrolarte en la academia de magia es una opción también. Estás justo en la edad de todas maneras, aunque ya te perdiste los años pre académicos. No creo que realmente sea un problema ponerte al día con tus compañeros de todos modos — agregó haciendo una pausa para observarla de nuevo con más atención. Su mirada era analítica, como quien está evaluando el potencial de una jugada de ajedrez —. La verdad, tenía muchas ganas de sugerirle esto mismo a mi padre desde hace unas semanas, pero no sabía cómo acercarme a ti al respecto.

Finalmente, Caspian soltó el libro. Luego de mirarla un rato con una mezcla de emociones, entre orgullo y preocupación por los potenciales peligros de aprender magia con ese nivel de poder, sonrió y agregó: 

— Primero lo de Clarisa y ahora la magia… Me alegra mucho que seas tú quien tenga la iniciativa para superar esto, hermanita. Haré todo lo que esté en mi mano para que sea una experiencia segura para ti. 

Elizabeth, ya bastante confundida con el trato de su hermano hacia ella, le sonrió nerviosa y se excusó para prácticamente correr de vuelta a su habitación. Gracias a los cielos que había tomado un libro de magia y no de etiqueta o algo más básico. Quizás cuál habría sido la reacción de su hermano ante eso. Tendría más cuidado cuando volviera a la biblioteca en el futuro. Ahora bien, le quedó claro que sus lecciones no serían sobre magia. ¿Y de qué incidente hablaba? En el libro nunca se mencionó nada sobre la historia de la villanesa. ¿Por qué habrían de hacerlo, de todos modos? Ella sólo existía para hacerle la vida imposible a la protagonista y, sin embargo…

Elizabeth entró a su pieza de forma apresurada y no pudo calmarse hasta estar dentro de su cuarto con la puerta cerrada a su espalda. La verdad es que el Caspian del libro le caía bastante bien. De todos los personajes, era probablemente el más sincero y frontal de todos. Le gustaba en particular que no era el tipo de personas que se andaban con rodeos y siempre declaraba sus intenciones con total sinceridad. Si no fuera ella la villana de la novela, hasta podría confiar en él sobre su pasado y su situación actual, y ver incluso si podía ayudarla a encontrar una forma de volver…

Ahora que caía, esta mañana despertó pensando en cómo viviría su vida dentro de este mundo, sin siquiera plantearse la posibilidad de volver. ¿Sería posible? Pero sobre todo, ¿quería ella volver a su mundo? No estaba muy segura de la respuesta, pero antes de darle vueltas a eso, pensó que era más sabio preocuparse de lo inmediato: compensar su falta de conocimiento de la vida pasada de Elizabeth Cecil y evitar todas las "redflags" que la llevarían finalmente a su muerte prematura. Con esto en mente, recorrió la habitación con la mirada. En una esquina, había un pequeño escritorio con unos cuantos papeles, una pluma y tinta. Sobre él, un adornado reloj de mesa apuntaba a las 11:07. Había además una nota escrita de manera apresurada: 

"Ocurrió un imprevisto y debo ausentarme por algunas horas. No se preocupe por mí, volveré justo después del almuerzo.

Clarisa."

 — ¿Qué habrá ocurrido? — se preguntó Elizabeth sin dejar de sentir algo de preocupación. En el libro no se ahondaba mucho en la relación entre las dos, por lo que no tenía cómo anticipar potenciales peligros para Clarisa. Sin embargo, sabía que Clarisa no moriría ni sufriría ningún daño significativo hasta el final del libro, así que al menos podía estar tranquila con eso. Ya intentaría averiguar qué pasó cuando la volviera a ver.

Dejando ese asunto de lado, su mirada se centró en las hojas de papel y la pluma. Asumía que sería capaz de escribir. Sorprendentemente, no sólo podía escribir en el idioma nativo de donde se encontraba, sino que también en español. Esto le venía perfecto para escribir notas ocultas, como toda la información que podía recordar de la novela original. Desde la mañana había empezado a sentir que sus recuerdos de algo tan cercano como el día anterior se estaban haciendo cada vez más borrosos, por lo que era importante anotar todo conocimiento que pudiera resultar útil en el futuro. Escribió los hechos más relevantes, sus personajes y alineaciones. También anotó todo aquello que le pareció que tenía que evitar a toda costa, como su compromiso con Lucas, su amistad con Cassandra y Finn, su relación con Clarisa, y todos los incidentes relacionados con Aurelia. Mientras pensaba en la bella historia de amor que se desarrollaría entre su hermana y su novio, Elizabeth hizo todo su esfuerzo por recordar más cosas sobre Lucas, pero no logró anotar mucho. Su apellido era Vale y sus ojos eran de un fuerte color turquesa, pero además de eso, nada. Esperaba que el resto de detalles llegaran a ella eventualmente. ¿Cómo podía olvidarse del coprotagonista de la novela que acababa de terminarse una mañana atrás? Tal vez nunca le prestó suficiente atención por no encontrarlo un personaje interesante, pero aun así…

Elizabeth se estiró un largo rato. El reloj marcaba las 12:22. Pronto debería ir a almorzar y tendría que enfrentarse con Kieran y Caspian otra vez. Abrió los cajones del escritorio para encontrar un lugar donde esconder sus notas y encontró que uno de los cajones tenía un fondo falso. Dentro de ese espacio, había un desgastado cuaderno azul, con el título "Diario", escrito en hermosa caligrafía plateada, un precioso colgante plateado con una gran esmeralda y un sobre amarillento con un sello negro. Abrió el diario curiosa y notó que contenía anotaciones y comentarios de la Elizabeth de la novela, desde hacía unos 10 años. Eran algo así como pequeños reportes semanales de todo aquello que Elizabeth vio, sintió y pensó durante ese tiempo. 

"¡Esta información es oro!", pensó con el corazón latiendo con fuerza. Empezó a ojear el diario para revisar hasta cuándo llegaba. Tenía algunas páginas arrancadas entremedio, algunas palabras borroneadas, otras hojas con evidentes marcas de lágrimas y así. Podía sentir la fuerza de los sentimientos de Elizabeth del libro en esas páginas. Las anotaciones terminaban hace un mes, si el calendario junto al reloj estaba indicando la fecha correcta. ¿En qué orden lo leería? Si leía desde el final, tendría más contexto de lo inmediato, mientras que si leía desde el comienzo, podría entender mejor a la Elizabeth del libro y evitar ponerse en evidencia. No le parecía seguro revelarle a nadie sobre su situación todavía y tampoco sentía que podría ganar algo con ello. En cualquier caso, lo mejor sería leer ese diario cuanto antes, pero mantenerlo secreto, por si acaso.

Guardó el diario y las notas en el compartimiento secreto. Con la mano en la manilla del cajón, se quedó mirando un rato por la ventana de su cuarto. Desde el primer piso, podía ver una bonita pileta de piedra con esculturas de espíritus de agua adornándola. Los 4 arbustos que acompañaban a esa pileta central estaban podados con forma de diferentes criaturas acuáticas, como sirenas y kelpies. La luz del sol de mediodía se colaba a intervalos por entremedio de las hojas del alto árbol que le tapaba medianamente la visión, le daba una agradable sombra a la banca del jardín. Por un momento deseó estar allá afuera, tomando el sol en vez de adentro, escribiendo cosas. 

— Señorita Elizabeth, es hora de ir a almorzar. 

La voz de Benedict, el mayordomo, sonó al otro lado de la puerta. Curioso que mandaran al mayordomo y no a cualquier sirvienta a buscarla. ¿Habrá venido él para asegurarse que, esta vez, Elizabeth no tenga ninguna excusa para no asistir?

— Voy enseguida — respondió Elizabeth y cerró el cajón.