Al llegar rápidamente a casa, Naomi subió a su habitación para evitar encontrarse con su tía, aunque le escuchó y le devolvió un saludo. Una vez en su cuarto, sacó su libreta de apuntes y el cuaderno de Kotaro para transcribir lo que no pudo anotar en clase.
Cansada por el día y por pasar los apuntes, decide regalarse un baño relajante. Abre la llave de la bañera hasta que el agua tibia llega casi al borde, y el cuarto de baño lleno de vapor y un sutil aroma floral, crea una atmósfera de calma. Se desviste despacio, notando cómo el estrés del día parece soltarse con cada prenda que se quita. Al sumergir su cuerpo desnudo en el agua, sintió cómo esta cálida envoltura la cubría centímetro a centímetro, masajeando su piel y relajando sus músculos tensos. Sus hombros caen suavemente mientras el agua acaricia su cuello y espalda, logrando que su respiración se vuelva cada vez más tranquila.
Cerró los ojos, sumergiéndose completamente en el momento. La quietud del agua, apenas perturbada por su respiración, la lleva a recordar las palabras de sus compañeras, aunque enseguida vienen a su mente los consejos de Kotaro y aquel momento de complicidad en el salón. Se sonrojaba al pensar en él y su corazón palpitaba un poco más rápido mientras el recuerdo de su mirada amable vuelve a invadirla.
Después de un buen rato de relajación, Naomi se envolvió en una toalla suave, disfrutando de su textura cálida, y elige un pijama cómodo. Justo en ese instante, su celular vibra con un mensaje de Saori, avisándole que pasará por su casa en breve. Naomi respondía rápidamente mientras escuchaba a su tía llamándola para cenar. Bajó las escaleras en pijama y se sentó a la mesa. Su tía, una mujer de 30 años de mirada serena y rasgos muy similares a los de Naomi, lleva un delantal desarreglado que apenas opaca su belleza natural. Sus ojos, idénticos a los de Naomi, emanan una ternura silenciosa que equilibra su carácter tranquilo.
Observando a Naomi, su tía nota la ausencia de un detalle y pregunta: ― Naomi, ¿y tus lentes?
― Lo... lo siento, los perdí en la escuela. ― responde Naomi, sorprendida, tratando de no llamar la atención.
― ¿Cómo que los perdiste? Hija, eran nuevos, y sabes que nos costó conseguirlos. ― replicaba su tía con seriedad, aunque sin enojo en su tono.
― Lo siento, fue un momento de descuido. Perdón. ― Naomi responde, bajando la mirada mientras juega sutilmente con sus pulgares, un gesto que ha aprendido a hacer cuando se siente avergonzada.
El sonido del timbre interrumpe la conversación.
― Esa debe ser Saori. Ya vuelvo. ― Naomi se levantó rápidamente, agradeciendo por el respiro de la situación y abrió la puerta sonriendo, pero al ver quién estaba ahí, su sonrisa se desvaneció.
Frente a ella estaba Kotaro. Sin pensarlo, y en un momento de absoluta vergüenza, cerró la puerta apresuradamente. Sonrojada y abrumada, susurraba para sí misma, "¡Ay no, no puede ser!… es Kotaro, y me vio así."
― ¿Hija, todo bien? ¿Por qué cerraste la puerta así? ¿No era Saori? ― pregunta su tía, asomándose con un brillo de curiosidad al escuchar el estruendo de la puerta.
― ¡Eh! No, no es Saori.
― ¿Entonces quién es? ¿Y por qué le tiraste la puerta en la cara? ¿Es algún tipo de acosador? ― su tía arquea una ceja, fingiendo preocupación mientras trata de intimidarla, aunque en el fondo, se divierte viendo a Naomi ruborizada.
― ¿Acosador? ¡No, tía! Es solo un compañero de clases… ― Naomi se esfuerza por explicar, pero sus palabras suenan confusas.
― ¿Un compañero? Entonces, ¿por qué casi lo atropellas con la puerta? ― insiste su tía, cada vez más divertida al ver la creciente vergüenza de su sobrina.
― ¡eh! La puerta… ― murmura Naomi, dándose cuenta de lo mal que debió verse. «Ay no, no puede ser... ¡le cerré la puerta a Kotaro!»
Con las mejillas encendidas, se apresuró a abrir la puerta de nuevo para disculparse, pero al asomarse, Kotaro ya se había ido. Un sentimiento de vergüenza la inundaba, y salió corriendo de la casa, sin pensar en cómo se ve, solo deseando pedirle disculpas. Llama a Kotaro mientras se alejaba en la distancia, y finalmente, él se detuvo y voltea para verla correr hacia él, aún en pijama.
― ¡Lo siento, lo siento mucho! No quise cerrarte la puerta en la cara, fue un error, perdón. ― Naomi se disculpa apresuradamente, su cara completamente sonrojada.
― Tranquila, no pasa nada. Yo pido disculpas por venir sin avisar a estas horas. ― Kotaro respondía amablemente, tratando de calmarla.
― No, de verdad, solo fue una sorpresa verte aquí, Kotaro. ― responde Naomi, aliviada y finalmente respirando hondo.
Kotaro sonríe apenas y le extiende la mano, sosteniendo algo que Naomi no esperaba.
― Yo solo venía a traerte esto. ― le dice Kotaro, entregándole sus lentes.
Naomi, con ojos brillantes, recibe los lentes con una mezcla de asombro y gratitud.
― ¿Mis lentes? ¡¿Cómo los encontraste?! ― pregunta, incrédula.
― Hay una oficina de objetos perdidos en la escuela… creo que no sabías. Allí los recuperé. ― explica Kotaro con una calma que solo hace que Naomi se sienta aún más agradecida.
― No lo sabía… Gracias, de verdad. No sabes cuánto me salvaste. ― Naomi sonríe, emocionada.
Kotaro parece dispuesto a irse, pero Naomi no puede evitar detenerlo.
― Espera… me gustaría devolverte el favor, o darte algo en agradecimiento. ― dice Naomi, casi en un susurro.
En ese instante, la tía de Naomi aparece en la puerta, observando la escena con ojos inquisitivos. Kotaro da un paso hacia atrás, sintiéndose fuera de lugar, mientras la tía lo evalúa con una seriedad que rápidamente transforma en una mirada astuta.
― ¿Todo bien, Naomi? ― pregunta, mirando a Kotaro con aparente desconfianza y elevando un poco la voz. ― ¿Es que ahora atiendes visitas en la calle?
― Sí, tía, está todo bien. Solo estaba agradeciéndole a Kotaro.
Con un gesto que parece a medio camino entre la sorpresa y la diversión, su tía cambia de expresión, mostrando una sonrisa traviesa.
― Pero, hija, ¡invita al chico a pasar! No sabía que tenías un amigo tan guapo. ― dice su tía, mirando a Naomi con picardía. ― Ya entiendo por qué le cerraste la puerta… hasta yo habría hecho lo mismo para que nadie más lo vea.
― ¡Tía, ya, por favor! ― Naomi murmura, su cara de un rojo intenso mientras su tía sigue bromeando.
Kotaro sonríe incómodo, pero se dirige con respeto hacia la tía de Naomi.
― Gracias, señora Hanazawa, pero no quiero molestar. Solo vine a traerle algo que había perdido. ― dice, bajando un poco la cabeza.
Pero la tía de Naomi no parece dispuesta a dejarlo ir tan fácil.
― ¿Molestar? ¡Para nada! Ven, pasa, vamos. No siempre vemos amigos de Naomi por aquí. ― insiste, abriendo la puerta y haciéndole un gesto para que entre. ― Me encantaría saber cómo se comporta mi sobrina en la escuela.
Kotaro mira a Naomi, buscando una salida, pero ella solo le devuelve una sonrisa tímida y encogiéndose de hombros.
― Bueno… está bien. Gracias. ― finalmente accede Kotaro, entrando bajo la atenta y satisfecha mirada de la tía de Naomi.
Naomi, sin palabras, esperaba la respuesta de Kotaro, quien finalmente aceptó diciendo que solo sería una breve visita.
― ¡Perfecto, pasa! Y nada de "señora"; llámame Eiko, por favor.
― Como diga, discúlpeme… digo, Eiko.
― ¡Mira, tan formal y educado! ― Eiko sonríe, deleitada, mientras Kotaro entra.
Naomi observaba todo con una mezcla de vergüenza y alegría mientras ingresan a la casa. Desde un lugar cercano, Saori los observa con una sonrisa traviesa. «Menos mal que no llegué antes… esto será divertido» piensa, decidiendo retirarse discretamente para no interrumpir.
Una vez dentro, Naomi y Kotaro se sientan en la mesa mientras Eiko les sirve una bebida caliente, creando un ambiente acogedor, pero Naomi apenas puede mantenerse serena al sentarse tan cerca de Kotaro. Intentaba iniciar una conversación para evitar que el momento se vuelva más incómodo, pero Eiko, siempre directa, lanza sus preguntas con su estilo peculiar.
― Dime, Kotaro, ¿hay algo que te apasione o alguna actividad especial además de la escuela? Sabes, conociendo a Naomi, me imagino que aún no te ha hecho preguntas tan directas. ― Eiko sonríe, guiñándole un ojo a Naomi.
Kotaro responde con cortesía, intentando lidiar con el interrogatorio. Sin embargo, Eiko sigue adelante, con los ojos chispeando de curiosidad.
― Por cierto, eres un chico bastante atractivo. Me pregunto si tienes novia. ― La mirada de Eiko se vuelve aún más inquisitiva. ― Y… ¿a qué se debe tu visita a esta hora, Kotaro? ¿Es acaso por alguien especial? ― enfatiza con una sonrisa picarona.
Naomi, que estaba bebiendo un sorbo de té, casi se ahoga. Carraspea, tose y se sonroja intensamente ante la pregunta, mientras Kotaro, algo sorprendido por la franqueza de Eiko, intenta mantener la calma.
― Bueno, en cuanto a tener novia, no, no tengo pareja en este momento. Y sobre mi visita, simplemente quise pasar a ver a Naomi para entregarle algo importante que había perdido.
Eiko suelta una pequeña risa y asiente, divertida.
― ¡Vaya, vaya! Así que viniste solo a ver a mi sobrina, y nada más que a ella. ¿Estás seguro de que no hay una historia especial entre ustedes? ― Eiko mira a Naomi, que parecía lista para hundirse en su silla, y levantaba una ceja, esperando ver más reacciones.
Naomi, con el rostro completamente rojo, trataba de intervenir para desviar la conversación, pero apenas pudo hablar sin que se le quebrara la voz. Kotaro, trataba de aliviar su incomodidad, respondía de nuevo con tranquilidad.
― Aún estamos conociéndonos, Eiko. Somos solo compañeros de clase y hasta ahora no hay una historia especial que contar.
Eiko sonríe, claramente disfrutando del ambiente y la vergüenza de Naomi, pero no termina allí.
― Y dime, ¿algún talento o afición que disfrutes en tu tiempo libre, Kotaro? Nos interesa conocerte mejor. ― comenta, guiñándole a Naomi.
Kotaro respondía con amabilidad, aunque sorprendido por la intensidad de la conversación.
― Bueno, cuando tengo tiempo, me gusta tocar el piano. No soy profesional, pero me ayuda a relajarme.
Los ojos de Eiko se iluminan con curiosidad.
― ¿El piano? ¡Qué interesante! ¿Tocas bien? ¿Te has presentado alguna vez?
Antes de que Kotaro pueda responder, Naomi, impulsada por su propio recuerdo, responde sin pensar.
― Sí, Kotaro toca el piano de manera maravillosa… ― De inmediato se da cuenta de su error y se congela, su rostro de nuevo enrojecido, mientras Kotaro la mira sorprendido.
Eiko no pierde el ritmo y continúa su interrogatorio con renovado interés. Luego, su expresión se suaviza levemente, cambiando de tema sin perder su actitud curiosa.
― Kotaro, dime, ¿vives con tu familia? ― pregunta con una mezcla de interés sincero y picardía.
Kotaro, un poco incómodo, responde brevemente.
― Vivo con mi madre y mi hermana menor.
Pero Eiko no parece satisfecha y continúa con su curiosidad.
― ¿Y tu papá? ¿Él no vive con ustedes? ― inquiere, con un tono que intenta ser casual pero que claramente busca más información.
Naomi siente la incomodidad en la sala y decide intervenir, hablando con una voz algo firme.
― Tía, por favor… no hace falta entrar en tantos detalles. ― dice, tratando de proteger a Kotaro y sintiendo que la situación está llegando a un límite.
Eiko asiente y hace un gesto como quien se disculpa, pero le lanzaba una sonrisa a Naomi, claramente disfrutando de sus nervios. Kotaro se daba cuenta de que el momento es oportuno para despedirse, echando una rápida mirada al reloj.
― Bueno, creo que es hora de irme. Gracias por el té, señora… digo, Eiko. No quiero preocupar a mi madre, así que mejor me retiro.
Eiko hace un puchero juguetón. ― ¿Tan pronto? Pero si apenas nos estábamos conociendo.
― No se preocupe, en otra ocasión. ― Kotaro le sonríe respetuosamente, y ella asentía con una sonrisa.
― Muy bien, Kotaro. Espero que vuelvas pronto. Me ha gustado verte, y Naomi no parece estar en desacuerdo. ― Eiko le lanzaba una última mirada cómplice a Naomi, que solo responde con una tímida sonrisa.
Naomi lo acompañaba a la puerta, agradecida por la visita y un poco aliviada de que Kotaro haya soportado el "interrogatorio" de su tía. Antes de que él se vaya, le agradece de nuevo.
― Gracias, Kotaro… y lamento las preguntas de mi tía, ella… es un poco directa.
Kotaro sonríe. ― No te preocupes, tu tía me ha caído bien. ― dice, lo cual aliviaba a Naomi.
Una vez que Kotaro se marchaba, Naomi se quedaba reflexionando sobre todo lo que pasó durante la visita. Su mente volvía al comentario sobre el piano y la reacción de Kotaro. «Tal vez guarda más cosas de las que aparenta» piensa, con una sonrisa, mientras se sienta en el comedor, repasando la velada con una mezcla de vergüenza y calidez.