Chereads / Yuki No Furu Machi (Ciudad donde cae la nieve) / Chapter 6 - Capítulo 5 Promesas cumplidas

Chapter 6 - Capítulo 5 Promesas cumplidas

Sábado por la mañana, día del festival deportivo en la preparatoria. Los estudiantes se preparan con emoción mientras padres y familiares ocupan las gradas para animarlos. Naomi, encargada de los recados y la organización, corre de un lado a otro asegurándose de que todo esté en orden. La música y el entusiasmo general llenan la atmósfera de energía.

En el campo, los tres grados están divididos en cuatro equipos: azul, rojo, amarillo y verde. Naomi pertenece al equipo azul, que anima con entusiasmo, mientras que su amiga Saori representa al equipo amarillo. Después de varios juegos, el equipo azul lidera, con el amarillo pisándoles los talones. Naomi, que acaba de regresar de una de sus vueltas, buscaba discretamente entre la multitud.

— Él no está aquí, —le dice Akane desde su lado, percibiendo su búsqueda.

— No, yo no… — responde Naomi, sorprendida, pero Akane continúa:

— Estás buscando a Kotaro, ¿verdad? No lo he visto acercarse en ningún momento. Tal vez ni siquiera vino hoy.

Naomi baja la mirada, recordando lo que Kotaro le dijo días atrás: «He decidido que haré la carrera.» ¿Se habrá echado para atrás?

Termina el juego de tirar de la cuerda, y el equipo amarillo logra igualar en puntos al equipo azul. Es el turno de las carreras de 200 metros.

— ¡Bien! Aquí podemos volver a tomar la delantera con Akane —dice un compañero, y el resto del equipo asiente, entusiasmado.

— Sí, ¡vamos, Akane! ¡Tú puedes! — La animaban mientras ella caminaba hacia la línea de salida, manteniendo una expresión tranquila, aunque internamente motivada.

En la zona de la carrera, Akane nota que Saori también está entre las competidoras, cinta amarilla atada en la cabeza y una sonrisa grande en su rostro.

— ¡Hola, soy la amiga de Naomi! —le saluda Saori enérgicamente.

«No puede ser, me toca competir contra la chica rara», piensa Akane mientras sonríe educadamente. — Hola, mucho gusto —responde con una sonrisa forzada.

— ¡Genial! Nos toca correr juntas. Espero que alguna de las dos gane —dice Saori con sinceridad.

— Sí, que gane la mejor —responde Akane, manteniendo el tono de cortesía. Pero internamente se motivaba: «Esta carrera es mía. Conozco bien a las otras dos chicas, no deberían ser problema, y esta rara no será diferente.»

Cuando sonaba el silbato para la carrera de primer año, Naomi aprovecha el descanso para acercarse y animar al equipo. En ese momento, una compañera se le acerca.

Naomi, la maestra pidió que te acerques a la enfermería; necesita ayuda urgentemente.

¿Ahora? —pregunta Naomi, algo desilusionada por perderse la carrera.

— Sí, parece que no tiene a nadie que le asista.

— Está bien, gracias —respondía, resignada, y se alejaba rápidamente hacia la enfermería.

Mientras tanto, la carrera de Akane y Saori estaba por comenzar. El equipo azul coreaba el nombre de Akane, quien, tras escuchar los ánimos, sonríe confiada. El equipo amarillo, sin quedarse atrás, empezaba a corear el nombre de Saori, quien da saltos y se mostraba agradecida hacia su equipo con gestos de ánimo.

Cuando finalmente sonaba la señal de inicio, Akane arrancaba fuerte y en poco tiempo tomaba una ventaja considerable, sintiéndose segura de su victoria. «Esto es mío», se repetía mentalmente, hasta que, para su sorpresa, sentía una sombra pasar rápidamente a su lado. Saori la rebasaba con facilidad y continuaba aumentando la distancia. Akane quedaba atrás, exhausta y sin poder alcanzarla. Los gritos de victoria del equipo amarillo resonaban en el campo.

Saori, exultante, celebraba mientras corría hacia sus compañeros, y Akane, molesta y sin aliento, la observa de lejos, apretando los puños en un intento de contener su frustración. Sin decir nada, se retira de la zona de carreras, perturbada por la derrota.

Por otro lado, Naomi, de camino a la enfermería, vio que cerca de la cancha se encontraba Kotaro recostado sobre un árbol, mirando las carreras y completamente solo. Al notar su figura a lo lejos, sus ojos se llenaron de sorpresa y un destello de alegría la invadió al saber que él realmente había llegado a la escuela. Sin dudar, se dirigió hacia él.

— Buenos días —saludó tímidamente, jugueteando nerviosa con sus pulgares frente a ella.

— Buenos días, Hanazawa —respondió Kotaro, con su expresión seria de siempre.

— Pe… pensé que no habías venido y que no correrías —su voz sonaba suave, pero había cierto alivio en ella.

— Te dije que lo haría, y lo cumpliré.

— Qué bueno… —respondió con una sonrisa ligera, sus pulgares aun moviéndose inconscientemente entre sus manos. Tras un breve silencio, intentó romper el hielo—. ¿Tus padres vinieron a acompañarte?

— No, no lo harán. Mi madre no puede venir.

— ¿Y tu papá? —Al escuchar esa pregunta, Kotaro frunció levemente el ceño. Naomi notó su cambio de expresión y se sintió incómoda, sus pulgares se detuvieron en un apretón silencioso, justo cuando un aviso resonó en los altavoces llamando a los estudiantes masculinos para la carrera de 200 metros.

— Me tengo que ir, me llaman —dijo él, evitando prolongar la conversación.

— Sí, está bien —respondió Naomi, liberando el gesto de sus pulgares y sin poder evitar alzar un poco la voz cuando Kotaro se alejaba—. ¡Mucha suerte! ¡Espero que ganes!

Mientras tanto, en el baño de la escuela, Akane estaba apoyada sobre el lavabo, aún molesta por lo que había sucedido en la carrera anterior. «¡Diablos! ¿Por qué perdí contra esa tonta?», pensó, golpeando el lavabo. Con el ceño fruncido y la mandíbula apretada, se juraba que encontraría la manera de darle la vuelta a la situación.

Kotaro finalmente llegó a la zona de la carrera de los 200 metros. Los murmullos no tardaron en aparecer en el ambiente, y cada susurro a su alrededor parecía darle forma a la reputación que él siempre había detestado. "¿Ese es Kotaro?", "¿Será que de verdad competirá?" y "¿Es ese chico el que se dice que está en una pandilla?" eran solo algunos de los comentarios.

Intentando ignorar los murmullos, Kotaro se preparó en la línea de salida. Los competidores a su alrededor mostraban su incomodidad, lanzándole miradas nerviosas. Sin embargo, ningún compañero de su clase ni del equipo azul estaba allí para apoyarlo, y un silencio incómodo lo envolvía hasta que, de pronto, una voz se alzó entre el murmullo general.

— ¡Vamos, Kotaro! ¡Ánimo, tú puedes! —era Saori, animándolo desde el área de su equipo, el amarillo.

Los presentes giraron para observarla, algunos murmurando en voz baja que ella debía estar loca por alentar a Kotaro. Los compañeros de Kotaro comentaron entre sí con escepticismo. "Sí, definitivamente está loca."

Cuando la carrera comenzó, Kotaro tomó la delantera rápidamente, sorprendiendo a todos con su velocidad. Mientras corría, las palabras de Saori volvieron a su mente — "Naomi ha sufrido más de lo que te imaginas, ella… ella perdió a sus padres cuando era muy niña" — y en un instante, el recuerdo de la imagen de una niña llorando apareció en su mente. Ese pensamiento lo desconcentró por completo, y sin que pudiera evitarlo, tropezó y cayó al suelo de forma aparatosa.

La caída de Kotaro dejó a todos en silencio por unos segundos, hasta que la risa de Makoto rompió el silencio, burlándose de su desgracia. La carrera terminó y el silencio se convirtió en gritos de celebración para el equipo ganador.

Kotaro se reincorporó lentamente, apoyándose en una rodilla, y mirando hacia el suelo. Un profesor se acercó para ayudarlo, pero él se apartó, levantándose con esfuerzo y retirándose del campo sin mirar atrás.

Los compañeros de Kotaro no decían ni una palabra, excepto Makoto, quien rompió el silencio con una carcajada.

— Les dije, es un estúpido. No iba a ganar —se reía con desdén, lo que provocó que algunos más se sumaran, asintiendo a sus palabras.

— No me parece correcto que se rían así de él —dijo Akane, claramente molesta por la actitud de sus compañeros. Algunas chicas que estaban detrás de ella mostraron su apoyo.

— ¿Lo quieres defender? —preguntó Makoto, acercándosele con una mirada desafiante.

— No es defenderlo, pero él no le ha hecho daño a nadie. Todo lo que dicen son rumores —respondió Akane, manteniendo su compostura.

Makoto se inclinó hacia ella y, en un susurro al oído, le dijo algo que la dejó paralizada.

— Pero no son solo rumores lo que sé de ti y de él en la biblioteca.

Akane quedó en silencio, desconcertada. Antes de que alguien pudiera preguntar qué le había dicho Makoto, el llamado a los equipos la rescató del incómodo momento.

Mientras tanto, Kotaro caminaba hacia la enfermería, notando algunas raspaduras en sus manos y codo izquierdo. Al llegar, se asomó por la puerta vacía y alzó la voz.

— ¿Hay alguien aquí?

— ¡Sí, aquí estoy, un momento! —respondió una voz desde el interior. Era Naomi, que apareció cargando una pila de toallas.

— ¿Naomi? —preguntó Kotaro, sorprendido.

— ¿Ko… Kotaro? —titubeó ella, y en su sorpresa perdió el equilibrio, dejando caer las toallas al suelo. Él se apresuró a ayudarla.

— ¿Estás bien? —preguntó, sosteniéndola.

— ¡Sí, sí! Estoy bien… —respondió con una risa nerviosa mientras se agachaba a recoger las toallas, pero se detuvo al notar las heridas en las manos de Kotaro

—. ¿Qué te pasó? ¡Tus manos están lastimadas!

—Sí, solo me caí durante la carrera —respondió, minimizando la situación. Naomi, con una expresión preocupada, tomó suavemente sus manos para examinarlas de cerca.

—¿Tus manos están bien? —preguntó

—¿Mis manos? ¿Por qué te preocupan mis manos? — Kotaro al preguntar hizo que Naomi se percatara que habló de más, ya que ella recuerda que él toca el piano, pero él no lo sabe, rápidamente se miran directo a los ojos y ambos están muy cerca él uno del otro con las manos agarradas.

Naomi de una vez soltó las manos por lo que dijo y se alejó de él.

— lo…lo siento— se disculpaba Naomi

—lo siento estaba demasiado cerca, creo—

—¡eh!, no, no es eso— decía Naomi mientras agitaba las manos y con el rostro sonrojado. —Espérame ya vuelvo— rápidamente Naomi buscó una caja de botiquín y algo para limpiar la herida. —.

— ¿Dónde está la enfermera? —preguntó él, algo confundido.

— Ella y la maestra tuvieron que ausentarse, así que me pidieron que ayudara en la enfermería —contestó Naomi, sacando vendas y antiséptico del botiquín. Miró las herramientas con incertidumbre y confesó—. Aunque… no sé mucho sobre primeros auxilios. Lo siento.

Kotaro esbozó una pequeña sonrisa.

— No te preocupes, yo te guío.

— ¡Sí! Gracias… —Naomi exclamó con entusiasmo, y juntos comenzaron a limpiar y vendar la herida bajo las indicaciones de Kotaro, quien le explicaba con paciencia cada paso.

— Sabes mucho de esto —comentó Naomi.

— Es porque tengo una hermanita que siempre se está lastimando —respondió él.

— Ya veo. Parece que la quieres mucho —dijo Naomi suavemente.

— Sí, es una pequeña traviesa —respondió Kotaro con una sonrisa, recordando a su hermana.

— Creo… creo que ya terminé —dijo Naomi, terminando el último vendaje y mirando su trabajo con satisfacción.

— Quedó perfecto. Gracias, me has ayudado mucho.

— ¡Sí! Fue un placer… —dijo ella con una tímida sonrisa.

Un breve silencio cayó entre ellos, y Naomi, insegura de qué decir para no incomodarlo, jugueteó tímidamente con los dedos.

— Bueno, creo me voy. Ya casi es hora del almuerzo —dijo Kotaro al final.

— Sí, claro, ¿con quién almorzarás? —preguntó ella, sin saber muy bien cómo retenerlo.

— Ya sabes que mi familia no pudo venir, así que lo haré solo.

— Oh… entiendo, lo siento —respondió Naomi, mirando hacia el suelo.

— No pasa nada, hasta luego.

Kotaro salió de la enfermería, y Naomi, todavía con una leve sonrisa por el encuentro, sacó su teléfono y realizó una breve llamada. Luego terminó de organizar la enfermería y esperó hasta que la maestra regresara.

Kotaro, mientras tanto, se encontraba solo, sentado en un rincón apartado con su almuerzo. Observaba a las familias que disfrutaban de la jornada juntos y sentía una punzada de soledad que lo incomodaba. Justo cuando estaba a punto de irse a otro lugar más apartado, una voz familiar lo llamó.

—¡Kotaro! — Es Naomi que corrió buscándolo, —yo… yo quiero almorzar contigo— le propuso mientras ella inclinaba su cabeza hacia abajo agitada.

Kotaro la miró, sorprendido.

— ¿Naomi? ¿Y tu familia…?

— Estoy sola también, y quería almorzar con alguien. Pensé en ti, ya que… no conozco a nadie más en estos momentos con quien pueda compartir —dijo ella, con una pequeña sonrisa—, pero si prefieres estar solo, no quiero molestarte.

— No te preocupes. Pensé que almorzarías con tu amiga —comentó él.

— Sí, pero quería hacerte compañía. Mi tía tampoco pudo venir, así que pensé… que tal vez podríamos almorzar los dos —explicó ella, con un toque de inseguridad.

Kotaro la miró por un instante, notando la ternura en su gesto y la sinceridad en su tono. Con una ligera sonrisa que casi parecía sincera, respondió:

— Claro, está bien, almorcemos juntos.

Al escuchar esto, Naomi dejó salir una sonrisa radiante y se sentó a su lado, sacando su almuerzo y acomodándose. Mientras compartían ese momento, ambos se sintieron inusualmente tranquilos, disfrutando de la compañía sin la necesidad de muchas palabras.

Recordando algo que su amigo de la infancia una vez le dijo, "Mientras yo esté aquí, nunca pero nunca dejaré que te sientas sola" Naomi se sintió tentada a compartirlo con Kotaro.

— Kotaro, yo… mientras yo esté aquí… —se interrumpió, eligiendo cambiar de tema rápidamente—. ¿Por qué tu mamá no pudo venir hoy?

— Ella está descansando; no se siente muy bien.

— Eh, ¿está todo bien? —preguntó Naomi, preocupada.

— Sí, no hay nada de qué preocuparse —respondió él, intentando tranquilizarla.

— Y mi tía también está ocupada. De hecho, me llamó para decirme que no llegaría a tiempo —dijo Naomi, intentando restarle importancia.

Mientras compartía el almuerzo con Kotaro, una sonrisa tranquila se asomó en el rostro de Naomi. Recordó lo que había hecho justo antes de encontrarse con él en el campo.

Flashback

Al ver a Kotaro partir de la enfermería, Naomi no dudó en sacar su celular y llamar a su tía.

—Hola, tía.

— Hola, hija. Ya pronto me desocupo y voy a la escuela —respondió su tía, aliviada de escucharla.

— Tía, quiero decirte que no te preocupes. Todo está bien —le aseguró Naomi con voz cálida—. Sé que estás ocupada, y no quisiera que interrumpas el trabajo solo para venir a comer conmigo. Estaré bien, estaré con Saori —dijo, sonriendo para tranquilizar a su tía.

— ¿Estás segura, hija? —preguntó su tía, algo indecisa.

— Sí, de verdad. No te preocupes por mí. — Naomi le sonrió a su teléfono, sintiendo el calor del apoyo de su tía.

— Está bien, hija. Perdóname por no estar contigo, y come bien, ¿sí?

— Sí, lo haré. Nos vemos luego.

Después de colgar, Naomi había salido en busca de Saori, quien no tardó en darle un poco de su almuerzo familiar, y de inmediato fue en busca de Kotaro, deseando hacerle compañía.

Fin del Flashback

De vuelta en el presente, Naomi observaba el rostro de Kotaro mientras compartían una comida en silencio. La sensación de cumplir aquella promesa —la que hizo en silencio de nunca dejar solo a quien lo necesitara— la llenó de calidez y tranquilidad.