Chereads / Yuki No Furu Machi (Ciudad donde cae la nieve) / Chapter 4 - Capítulo 3: Sombras del pasado

Chapter 4 - Capítulo 3: Sombras del pasado

Al día siguiente, Naomi se encontraba sentada en su puesto, observando el reloj mientras la primera clase debía comenzar, pero algo la inquietaba: ni el profesor ni Kotaro habían llegado. Apoyó su rostro en la palma de su mano y desvió su mirada hacia el asiento vacío de Kotaro. Sin mediar palabra con nadie, abrió su bolso y miró el paquete que había preparado la noche anterior, recordando sus propias palabras.

— «No te preocupes, lo haré con mucho gusto».

Los minutos pasaban, y el profesor seguía sin aparecer. Naomi observaba el salón, sintiendo cómo la atmósfera a su alrededor contrastaba con lo que ella sentía. Sus compañeros charlaban entre sí, animados y despreocupados, mientras ella se sentía cada vez más aislada, sin poder integrarse o entablar una amistad con alguien. Aunque no era la única sin compañía, a su derecha, Akane estaba sentada sola, leyendo un libro. A diferencia de Naomi, la presencia de Akane parecía inspirar respeto, y sus compañeros preferían no interrumpirla.

Afligida, Naomi se recostó sobre su pupitre, deseando que el profesor llegara pronto. Justo cuando cerraba los ojos, una voz la llamó.

— Naomi.

Al levantar la cabeza rápidamente, vio que era Akane.

— Hola, Miyazawa... — respondió Naomi.

— El profesor aún no ha llegado. Como representante, deberías averiguar qué ha sucedido — comentó Akane de manera directa.

— Oh, sí... lo siento, tienes razón.

— Pero ya que han pasado solo diez minutos, creo que podrías aprovechar y hablarle a la clase sobre el festival deportivo. Podrías organizar las categorías en las que cada uno va a participar, como decidimos ayer — sugirió Akane.

— ¿Ahora...? — preguntó Naomi, sorprendida.

— Así no perdemos el tiempo mientras llega el profesor.

El solo pensar en pararse frente a toda la clase hizo que el estómago de Naomi se revolviera. Sentía como si la distancia entre su puesto y el frente de la clase fuera interminable. ¿Qué iba a decirles? ¿Le prestarían atención? Con esas dudas invadiendo su mente, se levantó lentamente.

Cada paso se le hacía más pesado que el anterior, mientras su mente repetía una y otra vez: «¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué me resulta tan difícil? Solo espero que me escuchen...». Cuando por fin llegó al frente, con la voz temblorosa y apenas audible, intentó hablar.

— Co-compañeros... — murmuró, pero solo los estudiantes más cercanos pudieron oírla. El resto seguía charlando sin prestarle atención. Naomi intentó alzar la voz un poco más, pero nuevamente fue ignorada. En ese momento, Makoto, quien no perdía oportunidad de molestarla, se percató de la situación y, en lugar de ayudar, decidió empezar a hablar más alto con sus amigos, haciendo que las risas aumentaran.

Akane, observando desde su puesto cómo ignoraban a Naomi, esbozó una leve sonrisa. Esperó unos segundos más, hasta que se levantó abruptamente, empujando su silla hacia atrás, lo que provocó un fuerte ruido en el salón.

— ¡Compañeros, por favor! Hanazawa tiene información importante para todos ustedes. Escúchenla — dijo Akane, con una autoridad que hizo que todos guardaran silencio.

De inmediato, todos se dirigieron a sus asientos, mientras Akane caminaba hacia el frente, colocándose al lado de Naomi para apoyarla.

— Buenos días, compañeros. Como ven, el profesor aún no ha llegado. Por eso decidimos aprovechar para darles información sobre el festival deportivo que se celebrará la próxima semana — dijo Akane con seguridad.

—gracias, Miyazawa — tartamudeó Naomi, intentando continuar. — Ayer se estableció...

— ¡Habla más fuerte, cuatro ojos! — interrumpió Makoto, provocando risas en algunos compañeros. Naomi, avergonzada, intentó levantar más la voz, aunque su incomodidad era evidente.

— Ayer se estableció que el festival se celebrará el viernes... d-durante toda la jornada, y.… todos deben participar en al menos una categoría... Las categorías estarán escritas en el tablero — terminó Naomi, con gran esfuerzo.

Akane comenzó a escribir las actividades en el tablero: carreras, juegos en equipos e individuales. Luego tomó la palabra de nuevo, con mucha más seguridad.

— Como pueden ver, hay varias opciones para participar. Además, nos ha tocado representar al equipo azul. La idea es que escojan la categoría donde sientan que pueden desempeñarse mejor — explicó con calma.

Todos los estudiantes comenzaron a escoger las categorías en las que querían participar, algunos voluntariamente y otros por votación. Después de que la mayoría de las categorías fueron seleccionadas, quedaban solo dos por llenar.

— Todavía faltan los 100 metros femeninos y los 100 metros masculinos —anunció Naomi, revisando el tablero.

— ¿Por qué no participa Akane en los 100 metros? Ella fue la ganadora del año pasado, seguro ganamos con ella —sugirió un compañero, provocando que los demás estuvieran de acuerdo y empezaran a pedir que Akane corriera.

— Está bien, me gustaría participar —respondió Akane con tranquilidad, mostrando una leve sonrisa de aceptación.

— Ahora solo falta el masculino —anunció Naomi, mirando alrededor del salón. Un incómodo silencio se instaló. Todos los chicos ya habían escogido una categoría. — ¿Algún voluntario, por favor? —preguntó, esperando una respuesta, pero solo recibió miradas evasivas.

Makoto, aprovechando el silencio, no tardó en intervenir con su tono burlón.

— ¡Oye, cuatro ojos! Dijiste que todos debíamos participar, ¿o no?

— Sí... así es —respondió Naomi, tratando de mantener la compostura.

— Entonces tú y tu amado pandillero aún no han escogido. ¿Qué esperan? —dijo Makoto, dejando claro su intención de provocar.

Naomi, sorprendida, miró de inmediato hacia el asiento vacío de Kotaro. «¿Pandillero?» pensó, mientras sentía la tensión aumentar en el ambiente. Algunos compañeros comenzaron a murmurar y a apoyar la idea de Makoto, mientras insultos hacia Kotaro empezaban a resonar. Naomi sintió la presión creciente, insegura sobre si debía intervenir o no. Le dolía escuchar a sus compañeros hablar así de Kotaro, pero no sabía si debía tomar esa decisión por él. Dudó, con sus manos temblorosas y el corazón acelerado, hasta que apretó los puños, decidida a defenderlo. Sin embargo, justo cuando iba a hablar, Akane se adelantó.

— Deberíamos respetar a nuestro compañero —dijo Akane con firmeza y serenidad—. Estoy segura de que, si él estuviera aquí, nadie se atrevería a hablar de él de esa manera. No hablemos a sus espaldas, porque eso solo nos hace ver como cobardes. Y sí, estoy de acuerdo en que él debe participar, ya que nos han pedido que todos lo hagan. Así que Hanazawa le avisará.

El salón quedó en silencio ante las palabras de Akane. Su tono tranquilo pero decidido había silenciado a todos, y algunos se sintieron avergonzados por lo que habían dicho. Naomi observó a Akane, impresionada por la forma en que había defendido a Kotaro, sintiendo un poco de envidia por su confianza y seguridad.

— Y.… yo no podré participar en los juegos —dijo Naomi, retomando la conversación—. Como representante, formaré parte de la logística del festival.

Justo cuando Naomi y Akane terminaron de hablar, el profesor entró al salón, visiblemente agitado.

— Buenos días, chicos, disculpen la tardanza —dijo, mientras se acomodaba.

— Gracias por escucharnos, esa era toda la información —finalizó Akane con un tono seguro.

— Gracias a ustedes, chicas, por aprovechar el tiempo —comentó el profesor, agradecido.

Naomi caminó de vuelta a su puesto, sintiendo una mezcla de admiración y frustración hacia Akane. «Es tan decidida y fuerte... Ojalá yo pudiera ser así», pensó, bajando la mirada.

— Gracias por tu ayuda, Miyazawa —le dijo a Akane, con un intento de sonrisa.

— No fue nada, pero no entiendo cómo te eligieron como representante si no sirves para eso —respondió Akane fríamente, sin siquiera mirarla.

— Lo siento mucho —murmuró Naomi, avergonzada, volviendo a bajar la cabeza.

La jornada escolar transcurrió rápidamente después de eso. Al finalizar, Naomi entregó el reporte del día en la sala de docentes. Agotada, salió al pasillo para dirigirse a casa. Mientras caminaba, se encontró con Saori.

— ¡Nao! ¡Te estaba buscando! Puedes irte sin mí hoy, voy a quedarme a entrenar. Esta belleza va a participar en la carrera del festival, ¡y voy a ganar! —dijo Saori, con su usual entusiasmo y energía.

— Está bien... Ya quiero ir a descansar, no he tenido un buen día. Nos vemos —respondió Naomi, desanimada.

Mientras Naomi caminaba hacia su casa, no podía dejar de pensar en el regalo que le había prometido a Kotaro y el aviso de su participación en el festival deportivo. «Otra vez en esta situación, no sé si deba ir. Tal vez lo molestaré», pensaba, mientras sus pies ya la dirigían sin que ella lo notara hacia la casa de Kotaro. Con cada paso, recordaba lo incómodo que había sido su último encuentro.

El solo pensar en la posibilidad de volver a enfrentarlo la hizo detenerse. Dio media vuelta, decidida a regresar a casa, y para evitar arrepentirse, aceleró el paso. Sin embargo, en su prisa, dobló una esquina y chocó fuertemente con alguien, cayendo al suelo.

— ¡Ay!

— ¡Perdón! —exclamó una voz familiar.

— Perdón, iba distraída... —dijo Naomi, mientras levantaba la mirada y se encontró con la sorpresa. — ¡Kotaro!

— ¡Naomi! —respondió él, igualmente sorprendido.

— Lo... lo siento, no fue intencional —dijo Naomi, rápidamente, mientras intentaba levantarse.

— No te preocupes, no te vi, apareciste de repente —respondió Kotaro, ofreciéndole su mano.

— Yo... lo siento, iba muy distraída —insistió Naomi, tomando su mano para levantarse, sintiéndose avergonzada.

— No te preocupes, pero... ¿qué haces por aquí? ¿Vives por esta zona? —preguntó Kotaro, frunciendo ligeramente el ceño.

— ¡Eh! Yo... no, no... —respondió Naomi, nerviosa. «¿Ahora qué hago?» pensó, buscando una excusa.

— ¿Estás bien? —preguntó Kotaro, notando su incomodidad.

— ¡Perdón! —exclamó Naomi, repentinamente, y emprendió una torpe carrera como si intentara escapar de la situación. Sin embargo, no duró mucho antes de tropezar y caer nuevamente, esta vez de bruces contra el suelo. — «¿Por qué a mí?» pensó, deseando que el suelo se la tragara.

Cuando intentó levantarse, vio que Kotaro ya se acercaba, y antes de que pudiera decir algo, Naomi, aún arrodillada, confesó:

— ¡Lo siento! Iba a tu casa, pero no sabía si te enfadarías como la última vez —admitió rápidamente, cerrando los ojos, esperando lo peor.

Cuando se atrevió a abrirlos nuevamente, se encontró con Kotaro agachado frente a ella, extendiéndole su mano.

— ¿Te encuentras bien? Te dije que no te disculparas tanto conmigo —dijo Kotaro, con una leve sonrisa, mientras ayudaba a Naomi a levantarse.

— Lo siento —murmuró Naomi, avergonzada, bajando la mirada.

— Ves, lo volviste a hacer —bromeó Kotaro, haciendo que Naomi sonriera tímidamente.

Después de que Kotaro la ayudara a ponerse de pie, ambos se quedaron en silencio, sin mirarse directamente. Pasaron varios segundos antes de que Kotaro rompiera el silencio.

— Perdona, pero... ¿a qué ibas a mi casa? —preguntó, curioso.

— Eh... sí, yo iba a llevarte esto —respondió Naomi, apresurándose a sacar algo de su bolso—. Es el postre que le prometí a tu hermanita.

— Ya veo, muchas gracias. Seguro esto la animará —dijo Kotaro, con una expresión algo distante.

— ¿Animará? ¿Ella está bien? —preguntó Naomi, preocupada.

— Sí, sí está bien... tuvimos un pequeño problema, pero no es nada grave. De verdad, gracias por el postre y por venir hasta acá. Prometo que te lo devolveré de alguna manera.

— No te preocupes, lo hice con mucho gusto para ella —respondió Naomi, sonriendo con timidez.

— ¿Te gustaría que te acompañara a casa? —preguntó Kotaro, sorpresivamente.

— ¿Acompañarme a casa? —repitió Naomi, desconcertada.

— Sí, sería una forma de agradecerte por el postre —respondió Kotaro, mirando hacia el camino.

— Está bien, te lo agradezco —aceptó Naomi, sonrojada.

Ambos comenzaron a caminar uno al lado del otro, en un incómodo silencio. Naomi se sentía extremadamente nerviosa, buscando desesperadamente un tema de conversación. De vez en cuando, lo miraba de reojo, notando lo calmado que parecía, aunque Kotaro, al percatarse de sus miradas, se giró hacia ella.

— ¿Sucede algo? —preguntó, notando su incomodidad.

— ¡Eh! No, no, no pasa nada... —respondió apresuradamente Naomi—O.… sí, tengo algo que decirte —dijo, tomando aire—. La próxima semana es el festival deportivo y.… te hemos escogido para que participes en la carrera de los 100 metros.

Kotaro detuvo sus pasos abruptamente, y Naomi, al notar que ya no la seguía, se detuvo también, girando hacia él.

— ¿Me escogieron? ¿Quiénes? —preguntó Kotaro, su tono volviéndose más frío.

— Nuestros compañeros de clase... —respondió Naomi, sintiéndose más nerviosa con cada palabra.

— ¿Por qué lo hicieron? —preguntó Kotaro, frunciendo el ceño.

— E-es que todos tienen que participar, es la regla del consejo. Como no estabas en clase, solo faltabas tú por escoger... por eso te elegimos para la carrera —explicó Naomi, tratando de mantener la calma.

— No participaré —respondió Kotaro, tajante.

— Pero... todos deben participar... —insistió Naomi, con un tono más débil.

— He dicho que no lo haré —replicó Kotaro, elevando ligeramente la voz, lo que hizo que Naomi diera un paso atrás.

— Lo siento... —murmuró Naomi, con la voz quebrada.

El silencio que siguió fue denso. Kotaro permanecía inmóvil, mientras Naomi, sintiéndose cada vez más incómoda, buscaba una forma de suavizar la situación.

— Puedo... puedo saber por qué no quieres participar... —se atrevió a preguntar Naomi, rompiendo el silencio.

— Eso no lo necesitas saber —respondió Kotaro, más frío que antes.

Esas palabras hirieron profundamente a Naomi, quien agachó la cabeza, abrazándose a sí misma. Kotaro, al ver su reacción, respiró hondo y habló con un tono más suave.

— Lo siento... no debí responderte así. Es solo que no tengo buenas experiencias con la gente, especialmente en la escuela. Fui... maltratado por mis compañeros en la secundaria —confesó Kotaro, su mirada ahora más distante.

— Pero... pero eso ya pasó, ¿no? —dijo Naomi, tratando de consolarlo—. Tal vez esta escuela sea diferente, no siempre será así... —su voz temblaba de inseguridad, pero quería transmitirle esperanza.

— ¿Y tú qué sabes de eso? —replicó Kotaro, con un tono áspero—. Tú, que siempre estás callada, que no hablas con nadie, que no destacas en nada. ¿Cómo puedes saber lo que es ser molestado si nadie siquiera se fija en ti? —las palabras salieron cargadas de frustración.

Naomi, herida por sus palabras, bajó la cabeza y se quedó en silencio, sus manos apretadas contra su pecho. Kotaro, al darse cuenta de lo que había dicho, suspiró profundamente.

— Me tengo que ir... —dijo Kotaro, dándole la espalda—. Gracias por el postre, y por favor, no le digas a nadie de esto. Busca a alguien más para la carrera.

Naomi solo asintió, con los hombros caídos. Kotaro se marchó, dejando a Naomi sola, tratando de contener las lágrimas